Entre las poblaciones de Ondarroa y Plentzia encontramos una costa, la de Vizcaya, de perfil escarpado, abruptos acantilados y pueblos marineros con el fuerte carácter que da el Cantábrico. La historia nos habla de lugares habitados por aguerridos marineros que salían a la mar con frágiles embarcaciones a enfrentarse con las ballenas. La tradición pesquera se mantiene en la actualidad, pero han cambiado a los cetáceos por excelentes merluzas y el afamado bonito. Entrando a Ondarroa por su puente Viejo se percibe ese aire de antigua villa marinera, adaptada sin embargo a los nuevos tiempos: el último de los puentes que cruza el Artibai es obra de Calatrava. Siempre Calatrava.
En la vecina localidad de Lekeitio, asentada sobre las laderas de los montes Opio y Lumentza, destacan palacios como el de Upaletxea, rodeado por casas de pescadores. Es fascinante contemplar los cambios que causa la marea en el paisaje de las playas de Isuntza y Karraspio. El anfiteatro urbano de Elantxobe forma una de las postales más impresionantes de toda la costa. El 22 de julio, la villa rememora el enfrentamiento entre Mundaka y Bermeo por la Isla de Ízaro, en el que ésta actuó de juez.
Urdaibai, el estuario entre el cabo Matxitxako y cabo Ogoño, está incluido en la lista de parajes naturales Reserva de la Biosfera. A once kilómetros de Mundaka, capital del surf, se encuentra la villa tristemente conocida por los hechos plasmados en el cuadro de Picasso. En una colina de Guernica está el roble —es un joven ejemplar que sustituyó en 2005 al anterior roble, sustituto a su vez del Árbol Padre— donde se reunían las Juntas Generales del Señorío de Vizcaya. En el jardín adyacente hay algunas esculturas de Chillida y Henry Moore. La sinrazón no ha podido, pese a numerosos intentos, acabar con la obra de Agustín Ibarrola en el bosque de Oma. Un agradable paseo por un pasillo de pinos lleva hasta allí en algo menos de una hora.
Es aconsejable llegar a Bermeo cuando su flota pesquera, con sus característicos barcos de colores, regresa del mar y queda amarrada en el puerto. El Puerto Viejo ha quedado para embarcaciones de poco calado. Allí, la nota de color la ponen un conjunto de fachadas apiladas en complejos equilibrios. La histórica torre de Ercilla alberga un interesante museo sobre los pescadores. La ermita de San Juan de Gaztelugatxe es de origen templario y está unida a tierra por 231 escalones. La leyenda cuenta que San Juan llegó hasta allí entres pasos y decidió fundar una ermita. El pirata Francis Drake fue uno de los primeros en hacer turismo por allí.
La idiosincrasia de esta tierra está muy presente en los paisajes de Gorliz, donde sus verdes laderas se mezclan con el intenso azul del Cantábrico. Un poco más allá, Plentzia. La localidad ha perdido un poco del encanto de villa residencial debido a la llegada del metro, la expansión de Bilbao ha alcanzado con su redes a una localidad a poco más de una veintena de kilómetros de la ciudad.
Hey!
Recién descubro este blog, atraído por un post osbre mi amado padrastro el cantábrico!
interesante, fotacas deluxe, curradísimo!
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