Zagreb es una ciudad a la que se le suele dedicar poco tiempo, no mucho más allá de una mañana libre antes de salir hacia la península de Istria, Dubrovnik o cualquier otro privilegiado balcón al Adriático. La capital de Croacia está situada entre el monte Medvednica y el río Sava, y nació de la unión de Kaptol y Grade, el núcleo medieval al que hoy corresponden la Ciudad Baja (Donji Grad) y la Ciudad Alta (Gornji Grad), elegante, moderna, ajetreada y con cierta prisa la primera; de rancio abolengo y pausada la segunda. Entre los siglos XVII y XVIII empezaron a repartir barroco por sus calles, con un poco de modernismo por aquí y un poco de neorrenacimiento por allá consiguieron darle el aspecto que nos ha llegado hasta nuestros días. Son muchos los motivos para dedicarle al menos un par de días, nosotros te damos diez.
Plaza Ban Jelacic. Es el centro neurálgico de la ciudad, el lugar donde queda la gente. ¿Quién era Jelacic? Un virrey que estuvo al frente de las tropas austriacas a mediados del siglo XIX y consiguió darles estopa a los húngaros. Así que por méritos conseguidos tiene estatua ecuestre en la plaza, aunque a Tito no le pareció bien y la retiró durante su mandato. En la estatua luce poblado mostacho y gorro que disimula la prominente alopecia del Ban. Tranvías modernos, aunque sin perder del todo el estilismo de los días en que empezaron a circular por la ciudad, cruzan y paran en la plaza.
Mercado de Dolac. Como un mercado de pueblo en una ciudad. Así podríamos definir al conjunto de paradas agazapadas bajo unas características sombrillas rojas. Desde muy temprano por la mañana, la mejor hora para visitar el mercado, hasta el mediodía podemos encontrar fruta, hortalizas, algo de comida preparada, miel y una zona dedicada a las flores al otro lado de las escaleras que preside la estatua de una campesina con un cesto sobre la cabeza. Tras las compras, podemos tomar una cerveza en alguna de las terrazas que hay alrededor de la plaza.
Tkalciceva. La calle para ver y ser vistos, con sus terrazas, anticuarios y algunas tiendas de artistas. Sus garitos atraen por igual a la gente guapa y al pseudo hipster que tan de moda está ahora. Algunos de los mejores locales para disfrutar esta colorida calle son Ivica i Marica —versión croata de Hansel y Gretel—, Agava con su riquísima pasticada, un estofado de ternera servido con ñoquis, o el pub Oliver Twist, un buen lugar para iniciarse —hay que aprender a poner freno— en la bebida de la rakija, un destilado que tiene entre 40 y 60 grados, a veces incluso más, de graduación alcohólica. Las otra zonas con muy buen ambiente están cerca del Teatro Nacional y entre las calles Margaretska y Bogoviceva. El Café Hemingway es uno de los locales más interesantes.
Funicular Uspinjaca. Es la forma rápida de pasar desde Kaptol a Gradec, aunque hablar de rapidez en el renqueante vagón resulta curioso: tarda casi un minuto en recorrer 60 metros de distancia. Fue construido en 1891 y entonces se consideró algo revolucionario. Nos deja al pie de la torre Lotrscak, la atalaya que defendía la entrada de Gradec y avisaba a cañonazos del cierre de las puertas de la muralla.
Kamenita Vrata (Puerta de Piedra). Es la alternativa al funicular para pasar de un lado a otro de la ciudad. Es la única entrada que se conserva de las que hubo en la muralla y en su interior hay una pequeña capilla dedicada a la Virgen María. La historia, el cuento, la leyenda, que cada cual escoja lo que más convenga, nos dice que en el año 1731, tras un incendio, únicamente se salvó una imagen de la Virgen que apareció intacta entre escombros y cenizas. Es un lugar muy frecuentado por los creyentes croatas.
Catedral de la Asunción de la Virgen María. Y de San esteban. Y de San Ladislao. A la Virgen le toca compartir espacio sacro y devociones. Al poco de acabar su construcción llegaron los tártaros y la arrasaron. Fue reconstruida, fortificada con murallas y, finalmente, le añadieron las dos torres que pueden verse desde muchos puntos de la ciudad. En su aspecto actual también tuvo algo de culpa Herman Bollé, el mismo arquitecto del cementerio de Mirogoj.
Iglesia de San Marcos. En la plaza del mismo nombre encontramos la iglesia más peculiar de la ciudad. Está rodeada del edificio del Gobierno de Croacia, del Parlamento y del Tribunal Constitucional. El tejado está decorado con un mosaico de color rojo, azul y blanco que dibuja los escudos de Croacia, representando el reino triple (Croacia, Dalmacia y Eslavonia) y el de la ciudad.
Cementerio de Mirogoj. Es uno de los camposantos más hermosos de Europa. Hasta el punto de que aparece como visita imprescindible en todas las guías sobre Zagreb. Fue obra del arquitecto Herman Bollé, que proyectó una galería con arcadas coronada con cúpulas. Paseando por sus calles da la sensación de estar haciéndolo por un parque. Acoge tumbas de diferentes credos, como católicos, musulmanes, judíos y protestantes entre otras muchas confesiones. Una de las tumbas más visitadas es la de Drazen Petrovic.
Hotel Regent Esplanade. La elegancia de Zagreb no le viene por casualidad. Como parada en el mítico trayecto del Orient Express, la ciudad se acostumbró a recibir a lo más granado de la alta sociedad europea. La estación ya merece una visita, pero el edificio que mejor representa ese ambiente es el del hotel Regent Esplanade, construido para dar albergue a tan ilustres huéspedes. Si no nos podemos permitir reservar una de sus habitaciones, siempre podemos pasar por la cafetería para tomar un café con un pedazo de tarta.
Corbatas. En el libro La Gran Historia de la Corbata, Francoise Chaile nos cuenta que, alrededor de 1635, los soldados croatas marcharon a París para apoyar a Luis XIII. Llevaban un pañuelo anudado alrededor del cuello, hecho que llamó la atención del monarca que empezó a referirse a la prenda como cravate. Así, se da por bueno el origen croata de la corbata. En la galería comercial Iktogon está la tienda famosa tienda Kravata-Croata, que exporta sus creaciones a todo el mundo.
Un excelente recorrido por los mas importante y destacable de Zagreb.Algunas cosas son discutibles(lo del incendio como leyenda no es asi:existio y lo del cuadro o efigie de la Virgen es real.No incluye nada sobre las hermosas plazas,sobre la calle Ilica,sobre los museos,etc.
Pero en general el resumen es mas que satisfactorio.
Gracias Rodolfo, no cabe todo en un artículo, así que habrá ocasión en el futuro de volver a Zagreb. Sobre lo de la leyenda, todo ese tipo de cosas prefiero cogerlas un poco con pinzas. Muchas veces son hechos que no se sustentan con pruebas sino con lo que se ha contado a través de los años. Por supuesto no pongo en ningún momento en entredicho tu afirmación, pero en todo lo que atañe a las religiones prefiero ser cauto.