No importa en qué momento aterrices en Kuala Lumpur. Ya sea con el sol de mediodía o en la madrugada, las verás —firmes y unidas para siempre— cuando te vayas acercando a la ciudad desde el aeropuerto. En medio de una jungla de asfalto se encuentran las Torres Petronas.
Gemelas de altura
Este emblema de la arquitectura moderna no es solo un símbolo de Kuala Lumpur: hoy día podríamos decir que representan a toda Malasia. Desde que fueron construidas en 1998 se han convertido en la primera imagen que viene a la mente cuando se habla del país. Algo tiene que ver el que durante nada menos que cinco años ostentara el título de rascacielos más alto del mundo. Sus 88 pisos se traducen en 452 metros de hormigón que hasta 2003 no fueron superados por ningún otro edificio en todo el planeta. Ya se encargó entonces el Tapiei 101 de Taiwán de venir a fastidiar.
Sin embargo, a pesar de que la carrera en altura la ha perdido —hoy, 11 años después, es el noveno edificio en la lista de los más altos del mundo—, hay algo con lo que no pueden competir ninguno de sus adversarios: la belleza de las Petronas es inigualable.
Por eso, cuando llegas hasta los pies de las dos enormes torres, te colocas frente a ellas y alzas la mirada hacia el cielo, no puedes más que dejar escapar un suspiro. Como si se tratara de un flechazo. O de un tonto enamoramiento adolescente. La cuestión es que las Petronas ejercen tal atracción que no puedas dejar de mirarlas. Al menos hasta que el dolor de cuello comienza a hacer acto de presencia.
El arquitecto argentino César Pelli fue el encargado del proyecto y qué acertado estuvo en darle esa forma tan especial a las torres. Tan redondeadas. Tan bellas. Quiso hacer un guiño a los malayos cuando diseñó la parte más alta de los edificios con forma de estrella de doce puntas, un elemento completamente relacionado con la cultura musulmana, la religión mayoritaria en Malasia. Sin embargo, conforme se va ascendiendo la superficie de la planta, comienza a estrecharse hasta llegar a ser rematado por una antena.
Las mejores vistas de Kuala Lumpur
En su interior, las Petronas albergan la sede de la empresa más importante del país —la que da nombre al edificio—, la Petroliam Nasional Berhad, compañía estatal de gas y petróleo. Pero además, repartidos en sus 350.000 metros cuadrados, hay espacio para un centro comercial, un cine, hoteles, bancos, una galería de arte e incluso una sala de conciertos. Para subir a las alturas será necesario hacer cola y que asignen una hora de visita —cuidado, éstas están limitadas a 1.200 al día—. Solo así se podrá acceder a las plantas 41 y 42, donde las hermanas gemelas se unen, como si un cordón umbilical se encargara de mantenerlas conectadas de por vida. La pasarela que cruza de una a otra a 170 metros de altura es uno de los miradores más espectaculares de la ciudad. Aunque la palma se la lleva, por supuesto, la planta 86. Quizás aquí se entienda el por qué se trata de las torres más visitadas de todo el Sudeste Asiático.
Atardecer entre mojitos
Para disfrutar de un atardecer de esos que nunca se olvidan lo mejor es no quedarse en las Petronas. Habrá que bajar y rodear el parque Lake Gardens que se extiende a sus pies. Muy cerca se encuentra el hotel Traders, y en lo más alto de éste, el Sky Bar. Con las torres de frente y un mojito en la mano será el momento de deleitarse con la caída de la noche.
Y entonces se será consciente de que solo por esto ya habrá merecido la pena viajar a Kuala Lumpur.
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