Te encuentras en la plaza de España, en pleno casco histórico de Avilés. A tu alrededor hay palacios y casonas recias de otros siglos. De aquí arrancan calles con soportales que incitan a descubrir los alrededores y sumergirse en una ciudad que mantiene con gusto el aliento de la historia. Tomas, por ejemplo, la calle Ruiz Gómez y en pocos minutos llegas a la plaza del Pescado, al lado de la ría. Y de repente todo cambia: allí, enfrente, aparece el Centro Niemeyer.
Es la única obra de Oscar Niemeyer en España y se compone de diferentes estructuras: un auditorio con capacidad para 998 espectadores, la Cúpula (donde se organizan exposiciones), la Torre (dedicada a la gasstronomía) y el edificio Polivalente (que acoge entre otras cosas el Film Center, la única sala permanente en Asturias que exhibe cine en versión original, y el bar Pampulhas).
Y, sobre todo, la Plaza que se forma entre todos estos edificios y que se ha convertido en uno de los puntos de reunión más atractivos de Avilés.
Hay que ir una y otra vez a esta plaza, en diferentes momentos del día, para disfrutar del espacio, de los cambios de luz sobre estas estructuras creadas por Niemeyer, para apreciar el contraste con los edificios de Avilés, para encontrar diferentes formas y perspectivas en la plaza. Aunque parezca que dos minutos son suficiente para verla, no es verdad. A medida que se recorre este mundo blanco se descubren nuevos rincones, nuevas perspectivas, se tienen nuevas sensaciones. La caída de la noche, cuando se oscurece el cielo y se iluminan los edificios, es mágica.
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