No es el de Venecia, no. Este baile de máscaras de Carnaval se celebra en Haro (La Rioja), una ciudad que —igual que Jerez— es una de las referencias históricas del vino en España. Diecisiete bodegas instaladas en la población lo corroboran. Y es precisamente el vino lo que ha dado vida a este joven carnaval nacido en el 2010.

El acto central es un baile de máscaras que se celebra en el precioso claustro de un antiguo convento de frailes agustinos convertido en hotel. El baile arranca con un espectáculo teatral inspirado en algún periodo histórico y es la excusa para que más de una docena de bodegas de la población ofrezcan los vinos que acaban de sacar al mercado.

El Carnaval del Vino nació para fortalecer y proyectar la imagen vinícola de Haro y, muy especialmente, para favorecer el trabajo conjunto de sus bodegas (algo que ni aquí ni en ninguna parte resulta fácil). Entre las bodegas participantes hay nombres tan destacados como López de Heredia, La Rioja Alta, CVNE, Muga, Bilbaínas, Roda, Ramón Bilbao o Carlos Serres (Dinastía Vivancos).

Está claro que el éxito de la iniciativa dependía, en buena medida, de estar a la altura de la imagen que quieren proyectar estas grandes bodegas. La primera edición no solo no defraudó sino que superó todas las expectativas. El equipo de Sepinum (la empresa que ha gestionado el plan de dinamización), con Julio Grande al frente, confió en la capacidad del arte para transformar realidades, para generar imagen, para proyectar futuros.

En las ediciones celebradas hasta la fecha, la representación ha sido confiada a compañías de teatro profesionales. Guiones simpáticos, actores, bailarinas y acróbatas de categoría, un vestuario vistoso y buena música han sido los ingredientes de un espectáculo que ha destilado buen gusto, elegancia y sensualidad. ¿A alguien se le ocurren mejores cualidades para asociarlas al vino?