Cuenta la leyenda que hace muchos, muchos años, en uno de los muchos intentos de los chinos de conquistar Vietnam, los dioses decidieron tomar parte en la batalla. Para ello enviaron a toda una familia de dragones protectores que ayudaron a los vietnamitas a defender su territorio. Pero se trataba de unos dragones muy peculiares: en vez de escupir fuego por sus bocas, lo que expulsaban eran joyas y jade.
Fue precisamente el jade el que coloreó de un impresionante color verde las aguas de la bahía. Las joyas, salpicadas por toda la zona, se transformaron en los casi dos mil islotes que convirtieron el lugar en un auténtico laberinto para el ejército invasor. De esta manera, fue mucho más fácil acabar con él. La estratagema de los dioses funcionó perfectamente. Lo que no sabemos es si fueron conscientes de que con su iniciativa también estaban dotando a Vietnam de lo que se convertiría en una de sus mayores maravillas: la bahía de Halong.
Un espectáculo natural
Ubicada en el golfo de Tonkín —en el norte del país y a tan sólo tres horas y media de carretera de la capital vietnamita—, Halong se ha convertido en uno de los destinos preferidos de todos los que visitan el país. Y es que dedicar al menos dos o tres días a este enclave es prácticamente obligado.
La mayor parte de los viajeros que llegan hasta Halong lo hacen por grupos en pequeños micro buses que parten desde Hanoi. Es muy fácil contratar una excursión en la capital ya que en ella abundan las agencias de viajes. Sin embargo, para aquellos a los que no les guste planificar también existe la opción de contratar el crucero en el mismo puerto de Halong City. Allí los barcos esperan a sus pasajeros en el muelle, listos para zarpar hacia uno de los destinos más encantadores de Vietnam.
No se tiene una idea de la inmensa belleza de la bahía de Halong hasta que se navega por ella. Se trata de un auténtico espectáculo natural que incluso cuesta asumir como real. Los enormes islotes, algunos forrados de vegetación hasta tal punto que es imposible imaginar qué se esconde debajo, dejan perplejo a todo aquel que se adentra por primera vez en la zona. Sólo entonces se entiende que la bahía de Halong haya sido nombrada una de las siete maravillas de la naturaleza. O que ya en 1994 la Unesco le otorgara el título de Patrimonio de la Humanidad.
De las casi dos mil islas repartidas por toda la bahía, sólo la mitad tienen nombre. En muchas ocasiones éste les es adjudicado por sus formas que pueden recordar a determinados animales u objetos. Muy pocas islas están habitadas. En cambio muchas son territorio dominado por monos y aves de diferentes especies que lo demuestran con sus gritos y cantos cuando ven que algún barco se acerca.
Grutas y maravillas
Muchos islotes esconden en sus entrañas enormes grutas plagadas de estalactitas y estalagmitas. Algunas se pueden visitar, como Hang Dau Gola, conocida como la Cueva de las Maravillas. Hasta ella se accede tras subir un total de 90 escalones. Si se le echa imaginación, las estalactitas parecen una reunión de gnomos. Los guías se encargan de mostrar dónde se esconden las figuras a aquellos que no las identifican.
Otras islas cuentan con algo muy apetecible: pequeñas playas para darse un chapuzón o tomar el sol. Una de esas islas es Dao Titop, cuyo verdadero secreto no se encuentra en la orilla, sino algo más arriba: desde la cima de la isla se puede disfrutar de una de las mejores panorámicas de Halong.
Los numerosos barcos de madera que recorren la bahía se han convertido ya en parte del paisaje. Con sus redondeadas y gastadas velas imitan a las naves que cientos de años atrás navegaban por el mar de China. Ahora surcan estas aguas tranquilas en busca del rincón perfecto, aquél que les dé a los pasajeros la intimidad suficiente como para creer que son los únicos que gozan del incomparable paisaje que los rodea. Aunque la realidad sea bien distinta y otros muchos barcos busquen lo mismo sólo unos cuantos islotes más allá.
Una forma diferente de adentrarse en las opacas aguas verdes de la bahía es en kayak. La mayor parte de los barcos turísticos que navegan por la zona poseen varios de ellos para el disfrute de sus pasajeros. Eso sí, es necesario ser lo suficientemente valiente como para no temer a un encuentro con Tarasque, el monstruo que según los locales habita en las aguas de Halong. Algunos pescadores se han encargado de alimentar la leyenda contando que lo han visto. La versión del particular monstruo del lago Ness vietnamita ha creado todo un negocio alrededor y ya existen comercios que venden souvenirs de él.
Triste despedida
Cuando se acerque la hora de decirle adiós a la bahía de Halong todo se volverá un poco más gris. A cualquiera le resultará difícil despedirse de un lugar semejante. El barco recorrerá las últimas millas que lo separan del puerto y las aldeas flotantes de pescadores serán cada vez más escasas. Las sensaciones serán diferentes para cada uno, pero muy probablemente el pensamiento será el mismo: la bahía de Halong, el mayor atractivo turístico de Vietnam, supera cualquier expectativa.
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