A partir de hoy, 13 de abril, Ámsterdam vuelve a jugar en la Champions de las grandes pinacotecas mundiales. Han sido diez años de obras en los que se ha vuelto a dotar de luz al Rijksmuseum, que había sufrido una progresiva calvinización desde que Pierre Cuypers diseñara en 1885 un espacio a medida, casi una casa, para Rembrandt. El museo había ido perdiendo brillo, volviéndose más aséptico, rozando lo iconoclasta. Los responsables de traer la luz vienen de Sevilla, un lugar donde saben bastante de eso. Los arquitectos Antonio Cruz y Antonio Ortiz han conseguido su propósito no sin luchar contra diferentes adversidades. La principal, que las bicicletas no se tocan. En palabras de ellos, son tan sagradas como el recorrido de un paso sevillano en Semana Santa. Así que tuvieron que modificar la entrada para permitir el paso de las bicicletas sin ningún tipo de obstáculo.
El Museumplein recupera la segunda pieza para volver a ser uno de los principales puntos de reunión de los amantes del arte en Europa. El Stedelijk reabrió en septiembre del año pasado tras unos retoques y el lifting del museo Van Gogh está previsto que acabe en mayo.
Como todo templo del arte que se precie, el Rijksmuseum va a tener su altar. Será ocupado por La ronda de noche de Rembrandt, que presidirá la colección de arte del Siglo de Oro holandés. Nos encontraremos con obras de Johannes Vermeer, Frans Hals o Jan Steen entre otros. Por si no te van los museos, vas con prisas (no deberías) o tienes una relación icónica con el arte, aquí van seis obras que no deberías perderte en una visita al Rijksmuseum. Hay muchas más, las 8.000 obras del Rijksmuseum no caben en una visita.
Nota: Las fotografías están hechas cuando las obras maestras de la colección del museo se exhibían en el ala Phillips.
La ronda de noche – Rembrandt
Ni es el título original, el verdadero es La compañía militar del capitán Frans Banning Cocq y el teniente Willen van Ruytenburg, ni la escena sucede de noche. Tras la restauración del cuadro, en 1947, se descubrió que la suciedad había añadido horas a los hechos, acaecidos en un portalón en el que se cuela la luz que ilumina a los personajes principales. Hace algunos días, para promocionar la reapertura del museo, se realizó un flashmob en un centro comercial en Breda. Se recreaba la persecución de un delincuente que finalizaba con la perfecta composición del cuadro.
La lechera – Johannes Vermeer
La luz, la luz, siempre la luz. Si Vermeer viviera hoy día utilizaría una cámara de fotos para atrapar esa luz que tanto le obsesionó. En pocos cuadros de la pintura universal se puede vivir de manera tan emocionante la intimidad de otras personas. Una ventana, un bodegón con unos mendrugos de pan, la perfecta incidencia de luces y sombras en un canasto de mimbre, los pliegues de la falda y la expresión de la criada vertiendo la leche. Sublime.
La novia judía – Rembrandt
Se ha especulado mucho sobre la identidad de la pareja del cuadro. El nombre de la obra viene por la identificación de un judío que le regala un collar a su hija el día de su boda. Aunque pocos sostienen ya esa teoría. ¿No habría entonces que cambiarle el nombre al cuadro? También se ha hablado de la posibilidad de que fueran el hijo del pintor y su novia o alguna pareja del Antiguo Testamento. Sea como sea, a mí me parece que le está tocando una teta.
Los síndicos de los pañeros – Rembrandt
Fue un encargo del gremio de fabricantes de paños. Los síndicos o Staalmeesters que aparecen en el cuadro velaban por la calidad de los paños. El personaje que aparece sin sombrero era un empleado de la corporación. Hay que destacar que el pintor utilizó un punto bajo, como si estuviera sentado, destacando la importancia de los personajes. Los rostros hablan perfectamente de la personalidad de cada uno de ellos y parece que están representadas diferentes confesiones religiosas, lo que habla de la tolerancia imperante ya en esos años.
La familia alegre – Jan Steen
Otro ejemplo de perfecta utilización de la luz, entrando por una ventana lateral, muy de la escuela holandesa. Jan Steen se crió en un ambiente tabernario y eso se nota en sus cuadros, en la forma de retratar la vida cotidiana. Bullicio, animación, diversión, aunque el desorden aparente es una sensación que devuelve el primer vistazo. Con el requerido tiempo se verá que son perfectas composiciones donde cada cosa está donde tiene que estar. El cabeza de familia está representado con las mejillas sospechosamente coloradas, lo que nos da a entender que el vino corría con alegría.
Paisaje invernal – Hendrick Avercamp
El punto de vista elevado nos permite ver las diferentes actividades que realizan los personajes que aparecen en la obra, muchos de ellos patinando. Avercamp pintó principalmente paisajes nevados, localizados cerca de Kampen. Al estar difuminado el horizonte, dando aspecto de mal tiempo y niebla al cuadro, nos permite centrarnos en la multitud de detalles y escenas que se producen. Como curiosidad, Avercamp solía colar en sus pinturas a hombres haciendo sus necesidades (en esta obra aparecen dos) o a mujeres en posiciones indecentes.
Que maravilla