La mejor manera de empezar este artículo es con un par de preguntas: ¿Cuándo fue la última vez que desconectaste? ¿Cuántas veces has vuelto de las vacaciones más cansado de lo que te fuiste?
Si no recuerdas la respuesta a estas preguntas formuladas con el trasnochador tono de la Teletienda, no te preocupes, tengo la solución. Localiza las Maldivas en un mapa. Sí, ahí, al sudoeste de la India, en el Océano Índico. Ahora apunta con el dedo a cualquiera de sus dos mil islas. Bueno, a cualquiera no, mejor a alguna de sus islas-hoteles, con apenas unos pocos kilómetros cuadrados (metros en ocasiones) dedicados al placer por el placer, sin más motivos que porque nos lo merecemos.





La frase No shoes, no news corre por el archipiélago como un karma, con el énfasis de las frases lapidarias que sueltan los adultos a unos niños que tardan muchos años en darse cuenta de que son ciertas: cómete la verdura que tienes que crecer, acuéstate pronto que mañana hay colegio, ponte la chaqueta que vas a coger frío. Cierto es que en su principales islas hay cobertura 3G y hasta wifi en los hoteles. Pero haz la prueba, descálzate, deja el móvil en la habitación y pasea por la blanquísima arena, aceptando los envites de la olas que llegan desde el mar de perfecto color turquesa. Un par de paseos alrededor de la isla y no echarás nada ni a nadie de menos. Adoptarás la doctrina ludita con una facilidad pasmosa.
Uno de los aterrizajes más bonitos
Pero vayamos al principio. El aterrizaje en Malé -de hecho no es en la propia capital sino en una isla ocupada por una pista de aeropuerto- es uno de los más hermosos que se pueden hacer. Al hacer la aproximación empiezas a ver los atolones, con la barrera de coral que da ese aspecto tan característico de piscina a todo el alrededor de las islas. Son tonos azules de una belleza extraordinaria, sólo comparables al berilo de los glaciares. Es un aeropuerto pequeño, aunque están trabajando en una ampliación y modernización de la terminal. Tras pasar los trámites de inmigración, llega la primera sorpresa: en Maldivas los taxis amerizan.
Un par de compañías de hidroaviones reparten a la gente por el archipiélago. Nada de controles de seguridad ni pasaportes, ni de apaguen sus dispositivos electrónicos. Tan solo un rudimentario cinturón y empieza la aventura, que incluye la posibilidad de amerizar en cualquier lugar si las olas no permiten descender en el punto previsto.





Las islas hotel
La mayoría de las islas con hotel, aunque también podríamos hablar de hotel con isla, están a menos de media hora de vuelo desde Malé. Incluso algunas como Kurumba a escasos diez minutos en una lancha rápida. Las puedes encontrar de diversos tamaños y conceptos. Kuramathi es una isla con 1’8 kilómetros de largo, en cambio la exclusiva Lonubo, con un par de villas nada más, apenas llega al centenar de metros. Maafushivaru y Velassaru son ideales para parejas que busquen un servicio más exclusivo, en hoteles de menor capacidad y en los que los niños son un proyecto que se empieza a definir en las villas sobre el agua. En Kuramathi y Kurumba los lunamieleros comparten espacio con familias, amigos en busca de unos días de descanso y amantes del buceo; en Maldivas se pueden hacer algunas de las mejores inmersiones del mundo.
El problema de la vuelta
Lo que sí está claro, sea cual sea el tipo de isla que escojas, es que todas son una provocación para el hedonista que llevamos dentro. Un ventilador girando en el techo de la habitación, con más aspecto de cabaña que de cuarto de hotel; el agua de color turquesa bajo el suelo de la misma, la finísima arena con una par de tumbonas susurrando tu nombre, buena gastronomía, un cóctel junto a la piscina infinita. Qué, ¿todavía te acuerdas del móvil? El único estrés que te generarán las Maldivas será el de tener que decidirte entre ir a bucear a la barrera de coral, salir a navegar para ver el atardecer, tumbarte en la playa a contar olas o a contemplar la Vía Láctea, escoger uno de los cócteles de la carta o entre la langosta y los carabineros o entre un masaje con aceite de coco y el ayurvédico.



Eso sí, procura ser fuerte, unos días en Maldivas vienen con el síndrome postvacacional asegurado.


La compañía Qatar Airways siempre aparece en los primeros puestos de las mejores compañías del mundo. Su servicio a bordo es exquisito, con un personal en las antípodas de las señoritas Rottenmeier que tienen otras compañías en los vuelos de largo recorrido. Qatar Airways tiene un vuelo diario a Doha desde Madrid y diez semanales desde Barcelona. Desde Doha conectan con todo el continente asiático, incluyendo las islas Maldivas. El tiempo de escala en Doha se ha reducido bastante para la mayoría de sus vuelos de conexión. Si además escoges la clase Business para viajar, podrás disfrutar de la comodidad del servicio Transfer Premium, con recogida en la puerta del avión y acceso a la sala Business. Para más información y reservas, consulta la página web de Qatar Airways.
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