El sueño del lejano Oeste entusiasma. En la gran frontera, donde muchos norteamericanos hallaron la felicidad a comienzos del pasado siglo, podemos visitar algunos de los lugares más extraordinarios de la soleada California.
Hay que alejarse del brillo marítimo de la costa californiana para sentir la fuerza del remoto Oeste, el Far West, el territorio californiano alrededor de Sierra Nevada, frontera con el estado vecino del mismo nombre. Una esquina del mapa de California que parece recóndita nada más ver los paisajes sobrecogedores de Death Valley, el lugar más caliente y seco del planeta. Da la sensación de que el límite de la vida se encuentra en este territorio fronterizo del sureste californiano donde los primeros mineros, llegados en busca de oro, le pusieron nombre en honor de la muerte, por los compañeros que fueron dejando en el camino.
Acompañados por la tenacidad de sus mulas, que llegaron a protagonizar películas del lejano oeste, exploraron las riquezas que escondían sus paisajes minerales. Sin embargo, el precio que pagaron fue muy alto y de ahí el siniestro nombre. Death Valley ha alcanzado marcas mundiales de altas temperaturas, como los 56,7 grados que se registraron en el mes de julio de 1913. Como dato curioso, esta descomunal temperatura se registró en Badwater, un paisaje de resecas lagunas salinas, el lugar más bajo de Norteamérica con 86 metros por debajo del nivel del mar.
En sus quebradas solitarias, de intenso colorido, aún asoman las bocaminas y explotaciones de los cristales salinos blancos de bórax. Sus colores varían según la hora del día, las tonalidades varían desde púrpura y azul a un intenso rojizo, tonalidades que contrastan con las doradas dunas de Mesquite, uno de los lugares de paso obligado en el corazón desértico de Mojave. Es un desierto lleno de vida, con plantas y animales nativos que se acercan al millar de especies. También merece la pena echar un vistazo al paisaje desde Zabriskie Point, para ver la paleta de colores que se ha formado durante millones de años, pintando las cárcavas.
Si hay un árbol inmortal ese es el Matusalén y sus congéneres, los pinos de piñas espinosas. Para evitar la competencia con otros pinos ladera abajo, fueron ascendiendo en altitud hasta ser capaces de crecer de manera lenta pero tenaz, enraizando sobre la misma roca. El resultado, un bosque de pinos enrocado en las Montañas Blancas, alrededor de los 3.000 metros de altitud. Su resistencia a la dureza subalpina y a la pobreza de los suelos los ha convertido en supervivientes de excepción, de ramas retorcidas sobre las que las hojas llegan a permanecer hasta cuarenta años. Están entre los árboles más viejos del planeta, habiéndose datado el más anciano en 5063 años.
Mono Lake es uno de los lagos más salados del mundo. Está situado en el valle Owens, a los pies de Sierra Nevada. Además de ser uno de los lagos más antiguos del hemisferio norte, su peculiaridad es que se trata de una masa hídrica donde las aguas no escapan más que por evaporación, produciendo elevadas concentraciones de sales. Pese a su elevada alcalinidad, su agua es rica en vida debido a la presencia de un alga que sirve de alimento a la artemia, un crustáceo de color rosado que junto a las moscas alcalinas sirven de alimento para millones de aves que cada año.
Las necesidades de agua para abastecer a la ciudad de Los Angeles hicieron que el drenaje del valle —se desviaron los cursos de agua que alimentan el lago— provocase que el volumen comenzara a disminuir de manera alarmante. La oposición popular logró, tras una década de litigios, recuperar el agua para el lago e iniciar su recuperación. Al espectáculo que se origina por la concentración extraordinaria de aves, tanto de especies residentes como en paso migratorio cuando atraviesan el continente, se une la belleza paisajística de las columnas de toba calcárea, producidas por la circulación de agua dulce entre los minerales. Es una roca blanquecina, porosa, que el lago deja expuesta cuando desciende su nivel.
Si queremos sentir el ambiente del Far West, no hace falta salir del valle Owens, basta con adentrarse en las colinas Alabama después de atravesar el pueblo Long Pine. Aunque de la ciudad de pioneros solo queda en pie un viejo muro de adobe, en sus alrededores, concretamente las montañas Alabama Hills, se han rodado más de 400 películas del oeste y alrededor de 1500 anuncios comerciales.
Espectaculares cañones, singulares modelados de la erosión en rocas redondeadas, agujas y docenas de arcos, algunos tan vistosos como el de Mobius, también forman parte de este legendario territorio de explotaciones mineras. La soledad de su paisaje solo se transforma con las lluvias primaverales, que provocan una rápida floración pintando de color el terreno rocoso alrededor del monte Whitney, la montaña más elevada de los Estados Unidos continentales.
Este singular viaje no puede acabar sin adentrarse de nuevo en el desierto del Mojave para contemplar el cañón Red Rock. Está situado a escasa distancia de Las Vegas, 27 kilómetros, en el vecino estado de Nevada. Es un espectacular cañón de formaciones de arenisca de intenso color rojizo. Es el extremo oriental de este desierto californiano, entre cuyas rocas se aferran los agaves, yucas y el singular árbol de Josué.
Este recorrido es el resultado de uno de los viajes de autor que realiza el fotógrafo Juan Carlos Muñoz. Los escénicos paisajes del lejano oeste estadounidense forman un destino muy apreciado por los fotógrafos de paisaje, las luces y texturas son un desafío para la creatividad. Si quieres más información sobre la obra de Juan Carlos y los viajes fotográficos que organiza, visita su página web.
Texto: Mar Ramírez / Fotos: Juan Carlos Muñoz
Leave a Comment