Aunque supone solamente un 4% del territorio de Eslovenia, el Parque Nacional Triglav es uno de los grandes reclamos turísticos del país. Situado en su extremo noroeste —en la frontera con Italia y muy cerca de la de Austria—, ocupa gran parte de la zona oriental de los Alpes Julianos. Se trata del único parque nacional esloveno y es uno de los más antiguos de Europa. Lo que sin duda define a este enclave natural son sus impresionantes paisajes. Frondosos bosques, cimas puntiagudas de más de dos mil metros y un relieve kárstico que le regala sorpresas en forma de cuevas, cascadas y valles. A lo largo de sus 83.800 hectáreas la naturaleza es la máxima protagonista.
Subir a lo más alto
Para los amantes de los deportes al aire libre llegar a Eslovenia supondrá casi aterrizar en el paraíso. Si todo el país está preparado para la práctica de este tipo de actividades, el Parque Nacional Triglav se lleva la palma. Así que senderistas y montañeros, preparaos bien y llevad vuestras mejores botas de montaña: aquí las usaréis sin parar.
Prácticamente en el centro de la zona protegida se encuentra el pico del Triglav —de 2.864 metros de altitud—, el más alto de todo el país.
Proponerse coronar su cima no es cualquier cosa. Se deberá estar en buen estado físico y tener cierta experiencia. Lo ideal para completar el ascenso a un ritmo normal es dedicarle, al menos, tres días. El camino hasta la cima es espectacular, pero hay que andarse con cuidado porque algunas de las escarpadas aristas por las que hay que avanzar son verdaderamente peligrosas y —en invierno, con el frío y las heladas— también pueden ser traicioneras. Por ese mismo motivo el verano es el mejor momento para llevar a cabo el ascenso.
Sin embargo, quien no se vea en forma para hacer cima que no se preocupe. La gran montaña, imponente, puede observarse prácticamente desde cualquier punto del parque en los días despejados. Y hay que ser sinceros: incluso desde abajo impresiona.
Para no estar quieto
Pero el montañismo no es la única actividad que se puede realizar en torno al Triglav. En el parque hay muchos kilómetros de caminos señalizados y completamente seguros por los que hacer rutas de senderismo. También es muy común ver cómo los eslovenos aprovechan el buen clima para recorrer la naturaleza montados en sus bicis de montaña.




Y esto no es todo. De los picos más altos surge el agua que recorre las montañas del parque hasta llenar ríos y lagos. Éstos, colmados por un agua azul turquesa, son perfectos para darse un chapuzón. Eso sí, quien se atreva, porque las aguas suelen estar heladas y sólo meter un pie en ellas supone todo un reto.
Kobarid y Bovec, en el extremo oeste del parque nacional, son dos de los puntos clave para practicar todo tipo de actividades acuáticas. Por la zona pasa el famoso río Socâ, de 96 kilómetros de largo y cuyas aguas son, además de frías, fuertes y rápidas. Kayak, piragüismo y rafting son algunas de las actividades que se pueden realizar en la zona. Lo mejor de todo: hacerlo rodeado por unos paisajes que pueden presumir de ser de los más bellos de Europa.



Muy cerca de estos dos pueblos se encuentra una de las entradas más espectaculares al parque: el paso de montaña de Vršic. Aunque la carretera es de las más sinuosas que se hayan visto jamás, el espectáculo paisajístico hará olvidar la posible sensación de mareo. Los bosques que lo rodean son el hogar de numerosos animales salvajes, desde osos pardos hasta linces. En la zona más alta a la que se puede acceder por carretera se encuentra un gran refugio de montaña.
Bohinj, el lago glaciar más grande de Europa
Una buena idea para descubrir bien el Parque Nacional Triglav es alojarse en alguno de los pueblos que se encuentran dentro de su perímetro. Bohinj, por ejemplo, no decepcionará. También son muy recomendables las aldeas de los alrededores. Casitas de piedra, huertos privados, iglesias antiquísimas y viejos establos hacen del entorno una estampa digna de ser fotografiada.




Pero si hay algo que le otorga fama a Bohinj es su lago glaciar: el más grande de Europa. En él también se puede practicar canoa y kayak e incluso relajarse haciendo picnic en su orilla. Además, justo en esta zona comienzan algunas rutas de senderismo que conducen hasta dos de las cascadas más bellas del país: Savica y Peričnik. Tratándose de uno de los principales centros de actividad, en el pueblo no podían faltar una oficina de turismo, supermercado, oficina de correos e incluso tiendas donde equiparse para la práctica de todo tipo de deportes.
Y si lo propuesto hasta ahora ha sabido a poco, en Bohinj todavía hay más. Desde algunas de las más imponentes montañas rocosas que rodean el lago se puede volar en parapente. O, lo que es lo mismo, saltar desde nada menos que 1.650 metros de altura. Casi nada. La actividad se puede contratar en la misma Bohinj.
A llenar el buche
Probablemente después de tanta acción sintamos necesidad de saciar nuestra hambre. Una vez más, hemos tenido suerte. En esta región son especialistas en uno de los platos más famosos de Eslovenia: el plato del granjero, una enorme cazuela de barro repleta de todo tipo de carnes y salchichas, coles, patatas cocidas y otras verduras que completan un plato no apto para colesteroles altos. Y, para bajar la comida, qué mejor remedio que echar un trago de licor mirtilo, otro clásico esloveno. No cabe duda de que con este final el sabor de boca que dejará Eslovenia será dulce. No habrá más remedio que repetir.
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