En el siglo XIX, el escritor Washington Irving recorrió Andalucía. De Loja, Irving dijo: “Es agreste y pintoresca. Por encima de la ciudad todo es salvaje y estéril, mientras que en su parte inferior medran la más rica vegetación y el más fresco verdor que imaginar cabe”. La vigencia de aquellas palabras se descubre al visitar la Finca La Bobadilla, al sur del lugar donde el Genil se convierte en Iznájar.
El diplomático estadounidense recordaba que, con notorio acierto, Loja ha sido denominada la llave de Granada por su situación dominante a las puertas del paso montañoso. Y eso es precisamente lo que ofrece el hotel Barceló La Bobadilla, una llave para adentrarse en la idiosincrasia de las tierras granadinas, en Andalucía. El grupo Barceló se hizo cargo de La Bobadilla tras la gestión fallida de sus anteriores propietarios, unos excéntricos centroeuropeos que iban en busca del benigno clima de las tierras del sur y de un lugar donde organizar los saraos con sus amigos de la jet europea. Cómo serían esas fiestas que consiguieron que a la pequeña capilla que hay en el complejo le retiraran la licencia sacra.
Entre centenares de hectáreas de olivos y encinas, también algún almendro, está enclavada la propiedad, símil de un coqueto pueblo andaluz. Las habitaciones, tanto en arquitectura como en decoración, son todas diferentes y sus dos suites, llamadas Boabdil y García Lorca, cuentan con jacuzzi en su interior.
Los pobladores romanos, también los árabes, ya comprobaron el beneficio del agua para la salud. En le han dado una vuelta de tuerca al concepto tradicional de Spa y en sus instalaciones de 700 m2, ofrecen tanto la choco como la vino terapia.
Y para la cocina, ¡ay! la cocina. Bien se podría decir que han vendido su alma a los Egis, Nereo, Chariades, Lampria, Apctonete, Euthyno y Ariston, sin olvidarse de los inestimables favores de Baco. En el restaurante La Finca, único 5 tenedores de la provincia, las palabras maridaje, fusión, arte o imaginación se mueven con soltura en cuidadas preparaciones. En otro de los restaurantes, El Cortijo, se ofrece lo mejor de la cocina nacional. Y en El Mirador, abierto en verano, podemos degustar el producto de temporada junto a la piscina. Oferta muy variada, generalmente amenizada con el quejido de alguna guitarra española caída en buenas manos.
Durante los últimos años, han hecho una gran apuesta por el desarrollo sostenible. Con los huesos de las aceitunas, provenientes de los olivos de la finca, fabrican biomasa para utilizarla como combustible con el que calientan el Spa. Gracias a ello han conseguido reducir las emisiones de CO2 en un 80%. El compromiso con el medio ambiente también alcanza a los detergentes utilizados, totalmente ecofriendly. El siguiente paso va a ser el desarrollo de un huerto ecológico para cultivar algunos de los productos que llevan a su mesa.
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