En un artículo anterior abordábamos la cuestión histórica del artículo más apreciado de la artesanía checa: el cristal de Bohemia. Hoy os sugerimos un recorrido, desde Praga hasta Bohemia del Norte, visitando galerías y artesanos, viendo la cara más lujosa y la más industrial, siguiendo el rastro del cristal. De paso, entramos en una iglesia que es Patrimonio de la Humanidad, en un castillo y en una pequeña capilla decorada con pinturas Art Nouveau.
Moser
Ludwig Moser abrió un pequeño taller de grabado de cristal en Karlovy Vary. Era el año 1857, y la elección del lugar no era fortuita: la burguesía de toda Europa pasaba periodos de descanso en esta ciudad balneario. Más tarde, completó el proceso produciendo él mismo el cristal. En Moser guardan con celo los secretos de su cristal, al que no añaden plomo como suele ser frecuente para aumentar la consistencia del cristal de cara a ser tallado y grabado. Los grabadores de Moser utilizan el cristal como un lienzo, solo que el más mínimo error es imperdonable. Algunas de sus fuentes de inspiración son conocidos cuadros o la naturaleza. Tienen una hermosa galería de ventas —el interior del local ya merece una visita por sí solo— en una céntrica calle peatonal de Praga, Na Prikope, donde vi algunas piezas que costaban más de 65.000 euros., aunque tienen otras muchas adaptadas a casi cualquier bolsillo.
Galería Manto
Antonín (Tony) Manto es uno de los artistas más reconocidos de la actualidad. Sus obras en cristal y en cerámica bordean lo onírico, y su inspiración viene de la fuerza del fuego. En pleno centro histórico de Praga, muy cerca de la plaza de la Ciudad Vieja, tiene su galería. Allí se pueden ver desde los bocetos iniciales, a lápiz en una cuartilla, hasta algunas de sus mejores piezas, como los cálices con alas o los cuencos asimétricos. Son piezas únicas, que se pueden encontrar en las mejores galerías del mundo y en las casas de algunos afortunados. Los clientes le invitan a su residencia para que se puede inspirar en el espacio y poder crear piezas personalizadas. Morgan Freeman dijo que el vino nunca supo mejor que en una de las copas diseñadas por Manto.
Lasvit
Esta joven firma, creada en 2007 por Leon Jakimič, representa el lujo como ninguna otra. Su nombre proviene de las palabras checas láska (amor) y svit (luz o brillo). Son especialistas en grandes instalaciones para dar luz a los espacios, en una mezcla de arte, diseño, moda, música y estilo de vida. Practican, dicen, la “Glass Couture”. Podemos ver sus obras en hoteles de lujo de Hong Kong o en la Ópera de Dubai. Reconocidos diseñadores, como Nendo, Ross Lovegrove, Daniel Libeskind, Maarten Baas, o las leyendas checas René Roubíček y Bořek Šípek, han hecho proyectos para Lasvit. Como curiosidad, una de las piezas de llamativo amarillo fluorescente consigue su color gracias al uranio.
Centro del Arte del Cristal en Sázava
La primera constancia de producción de cristal es de un pequeño monasterio en Sázava. Justo es, pues, que el museo que más hace por preservar la tradición del cristal checo esté en esta pequeña localidad junto al río homónimo. Su meta es preservar mediante el arte la cultura, las tradiciones y las costumbres checas. Tienen residencias para que estudiantes y maestros artesanos hagan estancias para desarrollar su obra y mejorar sus habilidades. Organizan talleres, debates, conferencias y hacen labor didáctica en escuelas de primaria. En el museo podemos ver la colección IGS, una de las más importantes del país.
Catedral Santa Bárbara en Kutná Hora
Detrás de la creación de este templo hay una de esas románticas leyendas que tanto gustan a las guías de viaje, en este caso de mineros atrapados que rezan para volver a ver la luz del sol. Tiene sentido, pero la realidad dice que fue levantada para competir con el próspero monasterio de Sedlec y con la mismísima catedral praguense de San Vito, empleando para ello el dinero de las minas de plata. La obra se detuvo durante largos periodos y fueron necesarios cinco siglos para terminarla. En realidad, el título de catedral le funciona por presencia, pero en realidad no pasa de capilla. En el interior cabe destacar la bóveda nervada y las vidrieras, con episodios históricos vinculados a Kutná Hora. En 1995, fue inscrita en la lista del Patrimonio de la Humanidad.
Capilla de los santos Wenceslao y Ladislao
Sin salir de Kutná Hora visitamos la Corte Italiana, un edificio construido con la función de almacén para la plata de las minas y, un poco más tarde, como casa de la moneda y residencia del monarca cuando visitaba la localidad. El nombre le viene dado en el momento que llegaron especialistas florentinos con el encargo de unificar todas las casas de la moneda repartidas por el país. En la Corte Italiana acuñaron el gros, una de las monedas más estables del continente. En la puerta de la cámara del tesoro todavía se puede ver la inscripción noli me tangere (no me toques). Pero la parte que más me gustó fue la capilla, entre las principales obras del gótico checo. Tras una reconstrucción finalizada en 1904, se decoró con pinturas modernistas de la pareja František y María Urban, artistas inspirados por la obra de Alfons Mucha, el principal exponente del Art Nouveau en el país.
Osario de Sedlec
En la pequeña capilla de una iglesia construida por los cistercienses, a alguien se le ocurrió la idea de jugar a los decoradores con los huesos del cementerio. El espectáculo es tétrico pero atractivo para el turismo. Las pilas de huesos representan las multitudes frente a Dios y la no distinción entre hombres tras la muerte. En el centro, hay una gran araña de huesos con las esquinas rematadas con amorcillos. Y en uno de los laterales, la “obra” más destacada, el escudo familiar de los Schwarzenberg hecho con tibias, peronés y calaveras.
Castillo Sychrov
Fue edificado en el siglo XVI, en el lugar de un antiguo fortín, pero el esplendor le vino de la mano de los Rohan, una familia francesa que escapaba de la Revolución Francesa. A través de las diferentes estancias podemos ver el estilo de vida de la nobleza en el siglo XIX. Los Rohan, entre las diez familias más importantes del país galo, fueron grandes coleccionistas de arte, atesorando más de 240 retratos de reyes y nobles franceses. Los originales de las pinturas más importantes están en el museo del Louvre. Como no podía ser de otro modo, dado el lugar en el que nos encontramos y la ruta que seguimos, también podemos ver una magnífica colección de cristal checo. Antonín Dvořák pasó alguna temporada en el castillo, donde compuso su obra Dimitrij. Al compositor le gustaba tocar el órgano que hay en la pequeña capilla. Tras la Segunda Guerra Mundial el castillo fue nacionalizado. No hay que dejar la propiedad sin dar un paseo por el cuidado jardín inglés que la rodea.
El granate de Turnov
El granate, mineral semiprecioso, es uno de los emblemas de la República Checa. Su producción es exclusiva de la zona del macizo central checo y las piedras son talladas por una única empresa, Granat, ubicada en Turnov. Aunque el color más conocido es el rojo de tonalida burdeos, también se encuentra en un agama que va desde el incoloro al negro. Es muy resistente al paso del tiempo, ya que no pierde apenas intensidad y viveza. Desde hace tiempo, es objeto de falsificadores y dicen que hasta la mitad del granate que hay en el mercado puede ser falso, así que si se desea adquirir alguna pieza hay que comprobar que va con el certificado oficial. En Praga, podemos visitar el museo Magic Garnet.
Museo del cristal y la joyería en Jablonec nad Nisou
En este museo, además de cristal podemos ver una interesante colección de joyería, bisutería y monedas, además de la colección privada Waldes, compuesta de cierres, botones, broches, hebillas, joyas, adornos, ropa y accesorios de vestir. El museo está en la segunda ciudad en tamaño de la región de Liberec, en un hermoso edificio de fachada Art Nouveau.
Crystalex
Es la cara industrial del cristal checo, la producción en serie. En la factoría se pueden ver las cadenas de producción, los hornos robotizados y el pintado a mano que todavía se hace de algunas colecciones. Cristalex tiene fama por sus copas de vino, champán y otros licores y los decantadores, que compiten al mismo nivel que marcas como Riedel y Spiegelau.
Ajeto
Los talleres de Ajeto, en Lindava, están ubicados en lo que fueron las ruinas de una factoría de terciopelo y, más tarde, campo de prisioneros durante la Segunda Guerra Mundial. Es uno de los mejores sitios para ver el proceso de producción del cristal. Por su hornos han pasado los mejores artesanos del país. De Ajeto han salido piezas como el trofeo que entregan cada año al ganador del Tour de Francia. Después de ver cómo moldean y soplan el cristal, podemos degustar alguno de los platos más contundentes de la gastronomía checa en la taberna. Por supuesto, acompañando la comida con generosos vasos de cerveza.
Si quieres más información sobre el cristal checo visita la página de turismo de la República Checa.
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