Da igual que Torun tenga la mayor concentración de arquitectura gótica de toda Polonia o que la ciudad sea Patrimonio de la Humanidad. No importa que la distribución de la plaza Mayor y de las calles del casco histórico no hayan cambiado en siete siglos o que sea la cuna de Nicolás Copérnico. Nos cuesta poner a Torun en el mapa, tampoco es fácil situar Wroclaw, Poznan o Gdansk. Las ciudades polacas nunca han tenido el renombre de otros lugares de Europa que llevan décadas en los circuitos clásicos.
Torun es una ciudad pequeña, emplazada sobre la orilla del Vístula, y su origen hay que buscarlo en un puesto de avanzada de los caballeros teutónicos, pero el gran desarrollo arquitectónico llegó a partir de su entrada en la Liga Hanseática, hecho que dejó las calles de Torun sembradas de gótico. Desde lo alto de la torre del Ayuntamiento nos podemos hacer una idea de la composición del casco histórico, de estructura medieval. El propio hall de entrada del edificio es un magnífico ejemplo de la arquitectura de esa época.


En la plaza de la Ciudad Vieja tenemos la primera referencia a Nicolás Copérnico, el autor de la teoría heliocéntrica del Sistema Solar, refrendando la primera idea concebida por Aristarco de Samos. Su obra De revolutionibus orbium coelestium, publicada póstumamente, puso patas arriba la ideología religiosa imperante. Una estatua le rinde homenaje en la plaza, con una inscripción en el pedestal que dice: “Nicolaus Copernicus Thorunensis Terrae Motor Solis Caelique Stator”, que traducimos como Nicolás Copérnico de Torun, que puso en movimiento la Tierra y detuvo el Sol y los cielos. No es la única referencia al astrónomo, la Universidad de Torun y el planetario más avanzado tecnológicamente de Polonia llevan su nombre.
Sin salir de la propia plaza de la Ciudad Vieja nos encontramos con el espectacular edificio de la Corte de Arturo y con la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, que alberga un impresionante órgano barroco en su interior. Los mejores y más emblemáticos edificios de Torun están a espaldas del Ayuntamiento, como la Casa bajo la Estrella, con la fachada decorada con ricos estucos. Esta casa barroca y el palacio Dambski, son dos de los mejores ejemplos de esa arquitectura en Europa.
La Catedral Basílica de San Juan Bautista y San Juan Evangelista está construida en ladrillo rojo y es una de las tres iglesias góticas de Torun. La pila bautismal es del siglo XIII, anterior a Copérnico, por lo que se supone que fue bautizado allí. También hay un epitafio del siglo XVI dedicado a él. Saliendo un poco del centro, no demasiado ya que las distancias son muy cortas, visitamos la que dicen que es la casa natal de Copérnico, convertida en un interesante museo donde podemos ver los aspectos más destacados de su vida y una colección de instrumentos astronómicos de la época. Paseando por las estancias de la casa nos hacemos a la idea de cómo era el día a día de una familia de la época.


En esa zona de la ciudad también está la Torre Inclinada, caída por el desplazamiento de una tierra arcillosa, pero que la leyenda cuenta que fue levantada así por un caballero de la Orden Teutónica que se enamoró de una mujer. Era la manera de simbolizar el desvío del recto y estricto camino de la orden religiosa.
La ciudad está iluminada de manera muy acertada, es un verdadero placer pasear hasta las ruinas del castillo de la Orden Teutónica y las antiguas murallas al caer la tarde y, sobre todo, pasear por la orilla del Vístula para cruzar alguno de los puentes y ver el perfil de postal de Torun al caer la noche. Mucho mejor si es comiendo un trozo del típico pan de jengibre que inunda con su perfume las calles de la ciudad.
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