El estado de Yucatán es uno de los tres, junto a los de Quintana Roo y Campeche, que forman la península homónima. La mayoría de la gente que llega a la península, generalmente a Riviera Maya, apenas hace una breve incursión en el estado, para visitar durante algunas horas el sitio arqueológico de Chichén Itzá. Hay muchas razones para dedicar unos cuantos días a recorrer Yucatán: los pueblos mágicos, la naturaleza, haciendas henequeneras convertidas en alojamientos de lujo o, simplemente, vivir la vida dejándose llevar por la música en las calles de Mérida.
Aquí va nuestra propuesta de ruta y actividades:
Valladolid. En algún folleto turístico se puede ver que se refieren a esta ciudad como La sultana del Oriente. Un pelín exagerado. Eso sí, Valladolid merece algo más que el par de horas en que los buses dejan a los turistas, de vuelta de Chichén Itzá, para que hagan sus compras. Hace algunos años, en el propio parque Francisco Cantón, frente a la catedral, se podía ver a las mujeres tejiendo. Actualmente, han regulado la actividad y las han llevado, sin salir del parque, a un mercado interior donde podemos comprar las famosas telas y tejidos yucatecas. Uno de los paseos más agradables es el que va desde el convento de San Berbardino de Siena hasta la catedral, donde podemos ir viendo la arquitectura tradicional de la zona, de casas bajas y coloridas, haciendo un alto en el camino para degustar un tequila o un mezcal en alguna de las tiendas que lo ofrecen.
Chichén Itzá. La ciudad de Chichén Itzá, cuya traducción es “la boca del pozo de los itzáes”, es uno de los mejores exponentes del paso de los mayas por la región mexicana del Yucatán. Por todo el misterio que envuelve el descenso de Quetzalcóalt, la serpiente emplumada, por la escalinata de la pirámide Kukulkán para dirigirse al Cenote Sagrado en los equinoccios de primavera y de verano, la visita a este sitio arqueológico se ha convertido en la estrella del estado. Se ha hablado mucho de los sacrificios que pudieron haber tenido lugar en el cenote, pero los estudios más recientes han determinado que los huesos encontrados pertenecen a niños, que seguramente cayeron accidentalmente al agua y murieron ahogados.
Izamal. Es uno de los Pueblos Mágicos, un grupo creado para velar por la riqueza cultural y las tradiciones de las ciudades que lo forman. Valladolid también está en esa lista.
El monumento más destacado de Izamal es el convento de San Antonio de Padua, que tiene el atrio más grande de Latinoamérica. Aire colonial, ese amarillo y esos ocres que tanto nos recuerdan a ciudades como Antigua o Cartagena de Indias. Cerca de la ciudad hay hasta cinco pirámides mayas, siendo la más importante la de Kinich Kak Moo.
Grutas de Loltún. La entrada está a escasos kilómetros de Oxkutzcab. Son las más grandes de Yucatán y en el interior se han encontrado restos de bisonte, felino y mamut, así como restos arqueológicos de gran valor que han concluido que la cueva se ocupó en el Pleistoceno. Se puede recorrer algo más de un kilómetro de los ocho o diez que se cree que tiene. Entre los bajorrelieves destaca el conocido como El Guerrero, que podría datar del año 337 d.C. También podemos observar un conjunto de pinturas rupestres, una serie de manos en negativo elaboradas con pintura negra. Para visitar la cueva es necesario entrar con un guía autorizado, en una de las visitas programadas a las 9.30, 12.30 y 15.30 horas. Loltún significa Flor de Piedra.
Uxmal. Una zona arqueológica mucho menos visitada que Chichén Itzá pero, para nuestro gusto, mucho más espectacular. Hay más de 150 edificios localizados, algunos de ellos nos aportan mucha información sobre la civilización maya. Si no se tiene tiempo de dedicarle, al menos, un día completo, los imprescindibles son la Pirámide del Adivino, el Cuadrángulo de las Monjas, el Palacio del Gobernador, el Templo de las Tortugas y, como curiosidad, el Templo de los Falos, que no alude a lo sexual sino a la fertilidad. Por la noche hay un espectáculo de luz y sonido.
Mérida. Cómprate una guayabera, monta en una calesa y recorre el paseo Montejo como un gran señor, fijándote en cada detalle de ese bulevar de ínfulas francesas donde se levantan palacetes y mansiones de la gente acaudalada del Yucatán del siglo XIX. Que la calesa te deje en Plaza Grande o de la Independencia. Un vistazo a los edificios que la circundan, como el Palacio de Gobierno con sus murales de Fernando Castro Pacheco, la Casa Montejo como joya plateresca, la Catedral de San Ildefonso que fue la primera edificada en tierra firme en América y el Palacio Municipal.
Cuando termines, sube a alguna de las terrazas de los restaurantes de la plaza y pídete una cerveza, cómo no Montejo, bien fría, para ver cómo va cayendo la tarde e iluminan los edificios. Pedirás otra ronda.
Participar en una vaquería. Seguimos en Mérida, donde cada día se organiza algún tipo de evento musical, popular, en alguna de las plazas de la ciudad. La vaquería en la Plaza Grande es la más bella de las celebraciones, un espectáculo muy emocionante. La vaquería tiene su origen en las haciendas henequeneras, cuando después de marcar el ganado bailaban al ritmo de sones mayas con alguna influencia española. Se celebraban en honor del santo de turno o, principalmente, del patrón de la hacienda. Una orquesta irrumpía en la hacienda tocando una jarana, era la seña de que la fiesta comenzaba. La cotización de la fibra extraída del henequén (Agave fourcroydes) determinaba el esplendor y la duración de los festejos, que podían alargarse tres y cuatro días.
Comer en Eladio’s. Abrió su primera cantina en 1952. Hoy tiene cinco locales en Mérida y uno en Progreso. En Eladio’s no pides por lo que comes sino por lo que bebes. Y cuanto más bebes más comida llega. Cerveza a raudales, por supuesto mexicana. Cualquier momento es bueno para pasar al tequila. Los platos no dejan de llegar: papadzules, cochinita pibil, salbutes, queso relleno, sopa de lima, joroches. Y la música que no para de sonar. Una orquesta, con muchas ganas de juerga, va cantando canciones a petición del público, que acaba bailando en una pista improvisada entre las mesas.
Celestún. La Reserva de la Biosfera de Celestún está en el oeste de Yucatán. Formada por una ría de aguas bajas, rocas, pequeños islotes y densos manglares. Se navega en una barca por los canales abiertos entre el manglar, en búsqueda de la joya de la reserva: el estilizado flamenco, que tiene aquí un intenso color rosado debido a la alta concentración de caroteno que hay en las aguas de la zona. Es un espectáculo ver cómo levantan el vuelo, especialmente cuando se trata de un grupo numeroso. También podemos encontrar alguna especie de pelícano.
Dormir en una hacienda. Algunas de las haciendas que vivieron del cultivo del henequén se han transformado en lujosos establecimientos hoteleros. No se trata de dormir en una cómoda cama o sestear en la hamaca, ni de darte un baño en la piscina o una sesión de masaje en el spa, tampoco de disfrutar de una excelente gastronomía o de tomar un tequila reposado en el patio de la hacienda. Que también. Se trata de ver y aprender algo sobre el pasado de Yucatán. Una de las mejores es la Hacienda Temozón, cerca de Mérida, Uxmal y Loltún. Es una hacienda del siglo XVII en una finca de 37 hectáreas, en la que podemos encontrar hasta algún cenote. Las habitaciones tienen altísimos techos, mobiliario muy acorde con el espíritu de la hacienda y un personal que es el gran valor del establecimiento. Temozón forma parte del grupo The Haciendas, con cinco establecimientos en la península del Yucatán.
Cómo llegar
Para volar a Yucatán, lo ideal es hacerlo en vuelo directo desde España, sin tener que hacer escala en el D.F. y, aún menos, en Miami para evitar engorrosos trámites. Pullmantur Air tiene varias frecuencias semanales directas a Cancún, una de las mejores vías de entrada al país para acercarse a conocer el estado de Yucatán. Los vuelos son en los clásicos aviones Jumbo B747 de doble planta. Una de las ventajas que ofrece la compañía es la de poder facturar hasta 40 kilos de equipaje, en clase turista, sin ninguna clase de cargo adicional. Más información en la web de la compañía.
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