Cualquier momento es propicio para una buena taza de café, aunque la melancolía del otoño y las frías tardes de invierno inviten aún más a rodearse del peculiar aroma, algún bollo recién hecho y, ¿por qué no?, de un trago de absenta. Buen café que cada vez se muestra más esquivo en las calles de nuestro país. No ocurre lo mismo en Praga, el café es asunto serio y aún más el lugar donde se sirve. Los Habsburgo dejaron tras de sí un buen puñado de locales de la más pura tradición vienesa. Por suerte, muchos han llegado hasta nuestros días. También ha habido alguno que no ha resistido el envite del tiempo, como en el caso del Union. La apisonadora de las franquicias también le quitó toda la personalidad a un céntrico café del que prefiero recordar la imagen que tenía cuando llegué a la ciudad por primera vez en un ya muy lejano Interrail.
El café, a principios del siglo XX, era consecuencia de una necesidad, pero no la del hecho de empezar el día con un chute de cafeína —a eso estamos reduciendo la labor social de esos espacios— sino la de tener lugares donde crear, donde vivir. Los cafés eran centros de intercambios culturales. Para que una ciudad tuviera un café a su altura, era necesario que sus creadores vivieran con las dosis de tensión necesarias —las guerras fueron las encargadas de crear esas condiciones—, que les hubieran sido quemados algunos libros o destruidos algunos cuadros. De los cafés de Praga salió el germen de algunas de las obras cumbres de la literatura universal.
¿Y cómo reconocemos un buen local? En primer lugar, por sus techos. La pátina que ha dejado el humo durante décadas ha dotado a los techos de ese característico color marrón. Color que cuando es reciente resulta hasta desagradable y que el paso del tiempo convierte en entrañable. Hay más pistas. Los camareros no anotan sino que escuchan y callan, camareros que no te miran inquisitoriamente al acabar tu consumición, no hay prisa. En Praga, podríamos pasar los días de kavárna (café en checo) en kavárna sin apenas pisar las calles de la Ciudad Vieja. En la galería fotográfica te mostramos nuestros preferidos.
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