La localidad de Maeklong, a algo más de 70 kilómetros al suroeste de Bangkok, podría pasar por una localidad anodina de Tailandia, en la que no pasa nada y puede pasar de todo, si no fuera por el mercado del tren, uno de los más curiosos del mundo. Durante la mayor parte del día todo transcurre con normalidad: los clientes pasean entre los puestos buscando el mejor pescado, la fruta más fresca y los vendedores pasan el rato adecentando su parada o buscando la manera de pasar el rato. Pero durante ocho veces al día, un anuncio por megafonía anuncia la llegada del tren a la estación local. La entrada o salida de un tren no sería nada raro si las vías no pasaran por mitad del mercado. Cuentan que los vendedores ya tenían licencia para vender allí antes de que los raíles invadieran su espacio, también que han sido los vendedores los que han ido ganando cada palmo a los raíles. El caso es que tras el anuncio todo el mundo se apresura a retirar su mercancía —algunos puestos ya la tienen dispuesta sobre un sistema de raíles y el producto sobre una especie de vagonetas—, recogen los toldos en un gesto hastiado por las miles de veces que lo han repetido y se echan atrás para dejar paso al tren. Cuando asoma la cabeza amarilla de la locomotora todo está preparado, calculado al milímetro, conocen perfectamente la distancia desde el suelo a la base del tren y saben cuántas frutas pueden dejar en la cesta para que el tren no arruine las ventas del día.
En el vídeo podéis ver uno de los pasos del tren. En la estación, un rudimentario cartel anuncia los horarios de llegada y salida del tren.
jajaja ! son unos autenticos fenomenos!!!
impresionante!!!
Muchas gracias, Gonzalo!!!