La región de Finnmark, con más de 48.000 kilómetros cuadrados, es la de mayor extensión de Noruega. Sin embargo, su densidad de población no alcanza los dos habitantes por cada uno de esos kilómetros. Habitantes que se concentran en núcleos de población que raramente alcanzan unos pocos miles de individuos. Entre pueblo y pueblo encontramos enormes extensiones que están cubiertas de nieve durante gran parte del año.
Pero no va ser la nieve la que detenga tus humos aventureros, así que te metes en un avión rumbo a Noruega dispuesto a practicar diversas actividades en la nieve, verdaderos chutes de adrenalina a muchos grados bajo cero. Una vez allí, pasan cosas como las que siguen: te embutes en varias capas de ropa que te hacen parecer a Bibendum, te quitas los guantes para accionar los controles de la cámara y sientes como el frío punza tus dedos, vas por el bosque con raquetas para caminar por la nieve, tropiezas y al apoyarte en un árbol te cae encima la nieve de las ramas, no eres capaz de dar dos pasos seguidos por la calle sin resbalar. ¿Y todo para qué? ¡Empezamos!


En el centro donde tienen preparados los trineos de perros te dicen una, dos y hasta siete veces, que no retires el pie del freno cuando pares a no ser que dejes el vehículo anclado. Lógicamente, lo primero que hice fue desobedecer al guía y el trineo empezó la excursión sin mí. Tras alcanzar a los perros y pasar a controlar la situación, pronto me convertí en un verdadero musher, conduciendo mi propio trineo alrededor de un lago. Los paisajes eran bellísimos, el ruido del trineo al deslizarse por la nieve resultaba hipnótico, los perros se comportaron de manera extraordinaria. Formaban mi grupo tres huskies, un par de alaskan malamute y un samoyedo.
A la siguiente actividad le añadí revoluciones y caballos, los de la moto de nieve que me iba a llevar de safari. Al conducir una de esas bestias, los primeros metros están hechos de precaución y dudas. Poco a poco se va cogiendo confianza y vas girando un poco más la muñeca sobre el acelerador hasta llegar a volar sobre la nieve. Por lo menos, esa era la sensación que tenía hasta que vi el marcador: unos ridículos 30 kilómetros por hora. Sabiendo que algunas de esas máquinas cogen velocidades muy superiores al centenar de kilómetros, lo mío era poco más que un relajado paseo dominical. Durante la ruta que hice, de cuatro horas de duración, hubo tiempo de añadir una decena de kilómetros al velocímetro, suficiente para la que la adrenalina fluyera a cubos.
Para la última actividad que tuve ocasión de probar, la tracción me iba a corresponder a mí. Calzado con enormes raquetas para caminar por la nieve pude llegar a lugares donde no cabían motores ni el empeño de los perros. Con las raquetas anduve entre bosques, de manera torpe al principio, cuando la nieve me llegaba por las rodillas. Con más confianza al cabo de un rato, hasta que me paré a descansar del esfuerzo apoyándome en un árbol. El leve movimiento del tronco hizo que se desprendiera sobre mi cabeza parte de la nieve acumulada en las ramas. Llegados a un claro del bosque, el guía sacó un enorme cuchillo para cortar algunas ramas e improvisar una pequeña hoguera para calentarnos.
Como veis, el invierno noruego se puede disfrutar en moto de nieve, en trineo de perros, y caminando con raquetas. También podemos pasar la tarde con los samis y sus renos, entrar en un bar de hielo, esperar a la aurora boreal, dormir en un hotel también de hielo, llegar a Cabo Norte o navegar por los fiordos en el Hurtigruten. Actividades muy placenteras, pero que nos harán quemar calorías a base de bien. Os puedo asegurar que tras practicar cualquiera de ellas entra hambre. La cocina noruega no está nada mal: el salmón, los arenques marinados, el estofado de reno y el de alce, un delicioso pastel de ruibarbo. Pero definitivamente, el café no es lo suyo. Aún así, con temperaturas tan gélidas, agarras fuertemente la taza con las dos manos, te la arrimas a la boca para soplar y que el vapor que desprende te roce la cara, disfrutas de cada sorbo, conviertes cada segundo en un periodo muy largo de tiempo. Es entonces cuando sabes lo bien que puede llegar a sentar una taza de café, aunque no sea el mejor del mundo.




Si quieres más información del invierno y la aurora boreal en Noruega visita esta página de Visit Norway.
¡Qué ganas tengo de visitar el norte de Europa!
me ha encantado el post, las fotos y lo de volar a 30km/h
🙂
Pues cada vez es más fácil, hay compañías lowcost que están volando a Noruega a precios muy interesantes. Y el invierno es un momento excelente para conocer el país 🙂
Rafa ¿nos podrías comentar que compañías lowcost vuelan a Noruega y sí hay alguna más recomendable que otra? Yo estoy pensando en hacer el viaje en invierno y toda la información que pueda conseguir me será muy útil y probablemente necesaria.
Muchas gracias y enhorabuena por vuestro trabajo, estoy disfrutando mucho siguiendo Kamaleon.
¡Un saludo!
Carlos Acin.
Hola Carlos,
Directamente a Noruega vuela Norwegian, desde varios puntos de España y durante todo el año.
Vueling y Ryanair vuelan desde esta primavera, que todavía encuentras mucha nieve en la región de Finnmark.