Posiblemente, el nombre de Yelena Petrovna Blavаtskaia no les dice nada. Si viviéramos a finales del siglo XIX, los amantes del esoterismo la tendrían bien presente. Aún más en estos días que se acerca la noche de difuntos. Conocida como Helena Blavatsky o HPB, como ella prefería ser llamada, esta singular mujer nació en la ciudad rusa de Iekaterinoslav en 1831, la actual Dnipropetrovsk ucraniana. Por parte de madre descendía de los príncipes Dolgoruki; y su padre, el barón Peter von Hahn, coronel del ejército ruso, pertenecía a una familia noble de origen alemán.
Su biografía parece extraída directamente de una novela. Con solo dieciséis años se casó con el general Nikifor V. Blavatski, vicegobernador de Ereván, en la actual Armenia, y mucho mayor que ella. Solo aguantó tres meses. Huyó del castillo donde vivía cabalgando en dirección a Estambul. Allí se encontró con una amiga rusa y las dos viajaron a Egipto, donde aprendió el arte de la magia de las manos de un maestro copto. Su interés por las creencias y las tradiciones ocultistas la llevaron a Oriente e incluso al Tíbet, un país prohibido a los occidentales.
Helena Blavatsky se convirtió en la principal divulgadora de una corriente esotérica conocida como teosofía; una mezcla de filosofía, religión y ciencia, impregnada de ocultismo. En 1877 publicó la obra Isis Unveiled (Isis desvelada) y en 1887 fundó la revista Lucifer, que en 1897 pasaría a llamarse Theosophical Review. La autora defendía la idea de que la naturaleza no es un encuentro casual de átomos y que presenta un lado oscuro al que la civilización moderna no podrá llegar nunca.
El pensamiento de madame Blavatsky se difundió de tal manera que también llegó a la península y a Tarragona, hasta el punto que transformó la vida del primogénito de una de las casas más nobles de la ciudad, los Montoliu. Francisco de Montoliu y Togores nació el 9 de febrero de 1861 en una familia de marqueses de reputada fe católica, que siempre había servido con fidelidad al arzobispo y a la iglesia. Desde muy niño demostró un carácter constante y observador. Amante de los estudios, cursó las carreras de abogado y de ingeniero a la vez que aprendía a tocar el violonchelo.
Se trataba de un hombre extraordinariamente curioso y gran apasionado de la música, que adoptó una vida dedicada al estudio, a las nuevas corrientes de pensamiento, filosofía y avances científicos. Solo era cuestión de tiempo que un personaje tan estudioso e inquieto como él entrara en contacto con una corriente de pensamiento que trastornaba a toda Europa: el espiritismo.
A mitades de siglo y hasta bien entrado el siglo XX, surgió de los escritos de pensadores franceses como Kardec la creencia, difundida por toda Europa, de que más allá de lo que ven nuestros ojos y sienten nuestro oídos, hay otro mundo que nos rodea silencioso: el mundo de los espíritus. La gran difusora de este conocimiento fue precisamente Madame Blavatsky, considerada como una gran médium. La casualidad hizo que un artículo en francés dedicado a esta enigmática dama cayera en manos de Francisco Montoliu. El “hechizo” fue tan grande que en solo unos meses aprendió inglés para poder leer sus obras y llegó a traducirlas al castellano.
No hace falta ser muy perspicaz para intuir que estas inclinaciones no fueron del agrado de la familia. ¿Qué paso entre Francisco de Montoliu y Madame Blavatsky? ¿Cómo acabó Francisco de Montoliu? Una pista, el Montoliu del que mas habla la historia no fue él, a pesar de ser el primogénito y heredero. Al contrario, a los historiadores no les ha resultado nada fácil seguir su rastro.
Esta historia verídica y su correspondiente leyenda no es la única que se escenifica y se explica a la luz de las velas durante estos días de difuntos en Tarragona. También hay venganzas de sirvientas asesinas tras la sanguinaria Guerra del Francés, o exorcismos documentados en el claustro de la catedral de Tarragona. Los organizadores son una pequeña pero muy dinámica empresa —Argos Tarragona— dedicada a la interpretación del patrimonio, la cultura y las visitas guiadas.
Sus responsables son unos apasionados de la historia que beben de los modelos de interpretación difundidos, especialmente en Tarragona, por el festival Tarraco Viva. El éxito empieza por el respeto y rigor con la historia, por el trabajo para elaborar buenas narraciones y por el equipo de figurantes entusiastas que dan vida a personajes que dormían en libros y legajos polvorientos.
Como aseguran los organizadores, la muerte es la única certeza que tenemos los humanos y a pesar de ello, el miedo a lo desconocido nos ha llevado a generar infinidad de relatos y leyendas para rellenar ese oscuro vacío. En definitiva, un método paradójico para acabar celebrando que seguimos vivos.
El programa de actividades de esta edición cuenta con el apoyo de Tarragona Turisme y lleva el título de TARRORÍFIC. Este año, además de las narraciones góticas de “Leyendas de Tarragona”, han incorporado las primeras visitas guiadas al cementerio de la ciudad y una actividad dedicada a la Inglaterra victoriana de Bram Stoker y su obra inmortal Drácula, celebrando así el 120 aniversario de su publicación.
Leave a Comment