Harto de la fiesta a la que asisto en una casa neoyorkina del Midtown, hasta la que me ha traído mi querida amiga Ania, decidimos escapar sin despedirnos de nadie. Ella me dice con cara enfurruñada, mientras recogemos los abrigos: “Las fiestas en Nueva York con personas de profesiones liberales son insufribles, aburridas hasta la extenuación. La gente sólo busca nuevos contactos que le sirvan para progresar en su trabajo. La música es tan baja que es casi imposible que alguien se arranque a bailar, con un ambiente insípido que aburre hasta la persona más dicharachera. Este tipo de reuniones a las que llaman fiestas, que ni se parecen a una fiesta, siempre son iguales”.
Pasear por el Nueva York de cine
Salimos de la casa y Ania prosigue con su sermón: “ Nunca falta el apio con crema de queso azul, el humus junto al pan de pita o las tostadas con queso brie. En ésta había hasta olivas de Kalamata, creen que son lo más de lo más en alta gastronomía”. Entramos en el ascensor y, sin dejarme mediar palabra, Ania prosigue gesticulando con su gracia habitual: “Lo siento Lucas, tú me dijiste que querías pasear por el Nueva York de cine, y ésta es una de las escenas que más se ve en muchas películas. Quería que palparas la realidad de una fiesta in en la ciudad de los rascacielos, donde las preguntas que siempre te formularán son ¿dónde vives? y ¿en qué trabajas?”.
Montados en un clásico taxi amarillo circulamos de madrugada por Manhattan, mientras Ania le va indicando al conductor por dónde ir para mostrarme la noche más fotogénica. Las luces de neón de las clásicas groceries, el turbante que cubre la cabeza de nuestro taxista, el humo saliendo de las alcantarillas, los coches de policía con las luces y sirenas a toda pastilla; por un momento parece que estoy dentro de Malas Calles o de Taxi Driver.
La tentación vive arriba
De repente, Ania manda parar el taxi en Lexington Avenue con la 52. Camina lentamente, se vuelve y me dice: “Toma nota, esto sí que es historia del cine”. Se coloca sobre un respiradero de metro que hace que su gabardina se levante bruscamente. La pena es que lleva pantalones. Riéndose dice: “Aquí exactamente se grabó la mítica escena de Marilyn Monroe en La tentación vive arriba. Ahora a dormir, mañana más”.
A la mañana siguiente, después de un desayuno contundente en un diner clásico con decoración ultra pop, sigo a Ania en la ruta de película que me ha trazado. No puedo estar en mejores manos ya que es una de las localizadoras más prestigiosas de la ciudad y una de las personas más solicitadas por las grandes productoras para buscar lugares donde grabar en Nueva York. Frente al escaparate de Tiffany´s, Ania se para y me señala una mujer que come un croissant mientras mira las joyas a través del cristal. Y dice: “Qué te parece, es la misma escena, pero sin Audrey Hepburn, que se ve en la mítica Desayuno con diamantes”.
Escenas de altura
Enfilamos la Quinta avenida hasta llegar el Flatiron Buiding, donde detenemos nuestros pasos. Es uno de mis edificios preferidos, nunca me canso de mirarlo. No es de los más espectaculares, pero sí de los más elegantes. Data de 1902, es de estilo modernista y fue uno de los primeros rascacielos que tuvo la ciudad. Ante la cara de bobo que se me pone siempre que miro la obra levantada por Daniel Burnham, Ania me mira fijamente y me pregunta: “¿A que no sabes quién trabaja aquí? ”. Muevo la cabeza a derecha e izquierda repetidas veces. Y añade con voz de profesora de instituto: “Fíjate bien en las películas de Spiderman, en este edificio se ubica el periódico para el que trabaja Peter Parker”.
A muy pocos pasos se halla el Empire State. En la Quinta avenida con la 37 E se alzan los 102 pisos del rascacielos más celebre del mundo. El cine y este edificio han mantenido un gran idilio desde sus orígenes, son numerosas las películas donde adquiere protagonismo, como en Independence day, Superman II o Annie Hall. Pero el gran público lo suele relacionar sobre todo con la maravillosa secuencia en la que King Kong está encaramado a la antena que corona el edificio mientras mantiene cuidadosamente en una mano a Fray Wray. Decidimos subir hasta el mirador que se halla en la planta 86, donde Cary Grant tiene una cita con Deborah Kerr en Tú y Yo para sellar su amor.
Desde aquí se contempla todo el skyline de la ciudad, captado una y mil veces por el celuloide, donde por encima de todos los edificios destaca el Chrysler, una estructura de 319 metros de altura que constituye una obra maestra del Art déco. Fue diseñado por William Van Alen en 1930, destinado a ser la sede del imperio automovilístico de Walter P. Chrysler. Durante muy poco tiempo fue el rascacielos más alto del mundo, porque pocos meses después el Empire State le arrebató el puesto. Recientemente lo ha adquirido un fondo de los Emiratos Árabes, el Abu Dhabi Investment Council, por 800 millones de dólares (511 millones de euros).
Secuencias junto al mar
Para no perder mucho tiempo, seguir con los tópicos y no dejar el hilo de este itinerario cinematográfico que estamos trazando, Ania me indica que me pare frente a un carrito de perritos calientes. Ella sabe que la comida basura no me hace ni pizca de gracia. Me mira con su cara de ángel y dice: “Lo siento, pero tú me has dicho que quieres ver la cara más peliculera de la ciudad; dime tú en qué película policiaca no se comen perritos. Además vamos justos de tiempo y nos viene de maravilla”. No sé si es el hambre pero a pesar de mis reticencias tengo que reconocer que esa nefasta comida está buenísima. Tan buena que decido repetir porque, la verdad, estos perritos son muy pequeños. Ania, sorprendida por mi buena actitud, me mira con ojos como platos y añade irónicamente: “Esta noche cenamos en Wendy´s”; la cadena de comida rápida más detestable de Nueva York.
Con la tripa llena, pero mi sentido epicúreo de la vida un poco tocado, ponemos rumbo al Battery Park, junto al Financial District, donde vamos a tomar el ferry de Staten Island. Mientras embarcamos Ania me guiña un ojo añadiendo: “Es gratis, las panorámicas son espectaculares y la vista de la Estatua de la Libertad tiene mucha mejor perspectiva desde éste que desde el que va hasta la misma estatua. Además, es el ferry que tomaba todos los días Melanie Griffith para ir a trabajar en Armas de Mujer”.
El trayecto dura unos 20 minutos, durante los cuales se suceden estampas bellísimas del distrito financiero, donde por supuesto echo de menos las dos Torres Gemelas, presentes en cualquier toma de esta área de la ciudad hasta el ataque terrorista. Rápidamente relaciono el paisaje urbano que estoy observando con varias películas, como Time in America, El Padrino, Wall Street o Escape from NY. A mitad de trayecto, el ferry pasa frente a la Estatua de la Libertad. Siempre que la veo, no sé por qué, me acuerdo de la escena final de El Planeta de los simios, cuando aparece semienterrada en una playa como único vestigio de la civilización humana.
Para concluir la tarde, Ania ha reservado el que quizá es el decorado urbano más utilizado por los directores que ruedan en Nueva York. Para contemplarlo en toda su plenitud nos trasladamos hasta Brooklyn, donde la imagen del puente que lleva este mismo nombre, con el Lower Manhattan y el Financial District como telón de fondo, tiene una fuerza brutal. “Es infinita la lista de películas que recogen esta vista, yo me quedo con la inolvidable escena de Manhattan, la mejor obra de Woody Allen, en la que Allen y Diane Keaton están sentados en un banco frente al puente de Brooklyn con Manhattan al fondo”, me dice Ania mientras me invita a sentarme junto a ella.
Un final de película
De vuelta a la Gran Manzana, por el puente de Manhattan, cruzamos por el Downtown hasta el Soho, donde abandonamos el taxi para entrar en un edificio. Subimos hasta la quinta planta y nos sentamos en una estupenda terraza de un restaurante italiano, que en su puerta principal parece una vivienda más y al que sólo dejan acceder a los clientes habituales, como Ania. No parece que estemos en medio de una gran urbe. La calma y el silencio son casi totales, apenas rotos por una suave melodía de música jazz y el murmullo que generan tres personas al fondo de la terraza, que beben vino, conversan animadamente y de vez en cuando sueltan alguna carcajada. El cielo se torna azul platino sobre nuestras cabezas, cuando justo empiezan a despuntar las primeras estrellas. Ania me mira con cara de deseo y me dice casi susurrando, mientras señala con el dedo índice una casa, que allí se grabó Ghost. Y continúa: “¿Ponemos en práctica, aunque sólo sea un poquito, el romanticismo que trasmite ese largometraje?”
Qué fotógrafo podría olvidar los títulos de crédito de Taxi Driver…
Jordi, Taxi Driver me parece una película excelente. La fotografía es brutal.
Siempre tuve esa impresión paseando por Nueva York: estar viviendo en el decorado de muchas películas; de hecho, en mi primer viaje todo me resultó familiar, como un “dejà vue”. Me faltaban algunos que aquí he descubierto para la próxima.
Una narración muy amena y unas fotos fantásticas, que te meten en ambiente; especialmente la última, la del puente de Brooklyn.
Eso es, Antonio, ser el protagonista de una gran película.
Jordi,Rafa, estoy con vosotros. Taxi Driver tiene una fotograf’ia brutal. Muestra el NY que desde joven tengo en el imaginario
Antonio, una alegría haber conseguido transportarte por unos minutos al NY más peliculero. Tendré que visitar a Ania para hacer un NY de cine II con algunos de los grandes títulos que faltan.
Pues nada, Lucas, cuando vuelvas de Japón. Aunque por mí puedes quedarte un tiempo más allí deleitándonos con tus crónicas diarias.
Será un placer leer -y por supuesto ver las fotos- de esa segunda parte.
¡Excelente post! ¡Qué grande es el cine, que hace que muchos conozcan mejor Nueva York que su propia ciudad! (creo que nos pasa a todos)
Toda la razón, Fernando, siempre hacemos más caso a las otras que a la nuestra…
Graaaaaaaaaaaaaaacias Fernando, la verdad es que con tanto viaje cada vez conozco menos mi ciudad……supongo que algo similar le pasa a todos los periodistas de viaje. ¿No?
Sin duda Nueva York es una gran ciudad para ser grabada, yo vi una película titula Premium Rush que es de persecuciones y hacen tomas de cámara tipo satelitales que te permiten apreciar la ciudad.