El condado de Norfolk, en el este de Inglaterra, está considerado por muchos la mejor zona de Gran Bretaña para la observación de aves. Amplias extensiones de su litoral están estrictamente protegidas gracias a las reservas privadas incluidas en el National Trust, el Norfolk Wildlfe Trust y la Royal Society for the Protection of Birds (RSPB). Tan solo en uno de estos espacios protegidos, las marismas de Cley, se han citado más de 360 especies de aves. Esta pequeña reserva de 160 hectáreas es la más conocida y antigua —los primeros 400 acres fueron adquiridos en el año 1926— que gestiona el Norfolk Wildlfe Trust. Este modelo de protección privado a cargo de organizaciones benéficas es un éxito para la conservación de la vida salvaje en Gran Bretaña. Hoy os mostramos cuatro de estas reservas para disfrutar de la naturaleza de Norfolk y, especialmente, de su fauna.
Snettisham
Snettisham es una reserva gestionada por la RSPB que protege el estuario conocido como The Wash. Aquí es posible observar uno de los grandes espectáculos de la naturaleza británica. A finales de verano y principios de otoño, durante los días en que las mareas alcanzan sus niveles más altos, grandes concentraciones de correlimos gordo (Calidris canutus), agujas colinegras (Limosa limosa), ostreros euroasiáticos (Haematopus ostralegus) y otros limícolas acuden en busca de alimento a los bancos de fango que quedan al descubierto. A medida que la marea va subiendo, las aves se amontonan en el poco espacio disponible hasta que el agua cubre por completo el estuario y son empujadas a unas antiguas graveras donde esperan a que el mar retroceda. Este proceso mareal tiene lugar dos veces al día y genera abundancia de fitoplancton en la superficie, además de dar alojamiento a numerosas comunidades de invertebrados.
Estos espacios intermareales resultan altamente querenciosos para las aves, los grandes estuarios son hábitats idóneos para muchas especies por la gran cantidad de alimento disponible. Algunas de ellas se detienen durante sus rutas migratorias mientras que otras pasan aquí todo el invierno.
El espectro alimentario de estas aves depende de la forma y longitud de sus respectivos picos. Aves como los correlimos capturan únicamente invertebrados cercanos a la superficie de la arena siguiendo los vaivenes de las olas. Las agujas, en cambio, son capaces de alcanzar lombrices enterradas a mayor profundidad. A pesar de lo que indica su nombre, los vistosos ostreros —de plumaje blanco y negro y pico rojo— se alimentan básicamente de lapas, mejillones y pequeños cangrejos.
Titchwell Marsh
La reserva de Titchwell, también a cargo de la RSPB, es una de las más populares de Gran Bretaña. La reserva protege una marisma de agua dulce equipada con dos observatorios de gran capacidad o hides, preparados incluso para acceder con silla de ruedas. En otoño, esta marisma es un lugar idóneo para buscar limícolas como el correlimos común (Calidris alpina), el correlimos menudo (Calidris minuta), el correlimos zarapitín (Calidris ferruginea) y el combatiente (Philomachus pugnax).
Un sendero señalizado lleva hasta la costa donde es posible observar al característico vuelvepiedras (Arenaria interpres). Esta especie consigue alimento volteando guijarros y algas con su pico, en busca de crustáceos y moluscos.
Cley Marshes
Esta pequeña reserva alberga extensiones bien conservadas de vegetación palustre. Un sendero elevado ofrece una perspectiva única y facilita la localización de aves tan interesantes como el avetoro común (Botaurus stellaris) y el bigotudo (Panurus biarmicus). En Cley también es posible observar al huidizo rascón europeo (Rallus aquaticus). Desde uno de los observatorios —Bishop’s Hide—, con un poco de suerte, podremos sorprenderlo mientras abandona la espesa vegetación y se aventura en busca de alimento. Otras especies que también pueden observarse desde allí, con relativa facilidad, son el carricero común (Acrocephalus scirpaceus) y el carricerín común (Acrocephalus schoenobaenus), ambas especies nidificantes.
Blakeney National Nature Reserve
En el Atlántico Norte se encuentran cuatro especies de focas, dos de ellas presentes en Blakeney: la foca común (Phoca vitulina) y la foca gris (Halichoerus grypus). Ambas especies son abundantes, aunque durante mi visita pude observar más ejemplares de la primera. El mejor rasgo para distinguir a la foca común de la foca gris es que la primera tiene la cabeza más pequeña y redondeada, y los orificios nasales en forma de v. Las focas grises llegan a alcanzar mayor tamaño; su cabeza vista de perfil recuerda a la de un caballo y suelen frecuentar sitios más alejados, pareciendo más rara de lo que verdaderamente es.
A finales de verano, la mejor opción para ver de cerca a estos espectaculares pinnípedos es apuntarse a una salida en bote. Existen diversas compañías que ofrecen este servicio y los horarios varían en función de las mareas. El recorrido dura aproximadamente una hora y la observación está prácticamente garantizada. En esta época del año un gran número de ejemplares de ambas especies descansa en los bancos de arena y los botes se acercan a corta distancia, para que los visitantes disfruten de estos hermosos mamíferos.
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