Si tuviéramos que enumerar cosas que se pueden hacer con un pedazo de hielo, seguramente hablaríamos de la congelación de alimentos, de enfriar un cubata, incluso de algún juego erótico. Los de espíritu más deportivo pensarían en unas olimpiadas de invierno: el circuito para el bobsleigh, la pista de hockey sobre hielo o del curling. Deportes en los que, por cierto, el país que nos ocupa, Noruega, es una potencia.
En Noruega, durante varios meses al año, lo que les sobra es precisamente hielo. Así que además de darle los mismos usos que nosotros, como sigue habiendo excedente, construyen bares y hoteles. Durante uno de los desembarcos que hice cuando recorría los fiordos en el Hurtigruten, en la localidad de Honningsvåg, tuve tiempo de acercarme a saludar a José Mijares y Gloria Pamplona, que cada año abren, mejor dicho construyen, el Artico Ice Bar. Abrieron por primera vez en el año 2004, y cada nueva temporada tienen que hacer un bar nuevo, utilizando para ello el hielo que se ha formado en los lagos de Laponia. Al entrar, te visten con ropa térmica y te sirven una bebida, también en vasos hechos con hielo. Preguntad por Lonchas, el inseparable compañero de José, un Alaskan Malamute precioso con el que realiza sus expediciones por el Ártico. El local está abierto entre los meses de abril y octubre.
En otro viaje que hice por Finnmark me dieron a escoger entre dormir en un confortable hotel con chimenea en la ciudad de Alta o en el Igloo Hotel de Sorrisniva. No tuve ninguna duda, no sería la primera noche a lo largo de mis viajes en la que me disponía a pasar frío. El hotel abre sus puertas a finales de enero y con la de este año van quince las ocasiones en que han tenido que darle forma. Cada vez lo decoran con un tema concreto y para este 2014 han escogido el de los reyes vikingos y la galería de las auroras boreales.


Al hacer el checkin hay que dejar todas las pertenencias en una sala destinada a tal fin. A la cama hay que ir con lo puesto. La temperatura en el interior del iglú oscila entre los cuatro y los siete grados bajo cero, teniendo en cuenta que en el exterior el termómetro baja hasta los veinte grados bajo cero, incluso más, podríamos hablar de un ambiente ciertamente “cálido”. Antes de ir a dormir, no hay que perderse el jacuzzi exterior. El único momento de duda es durante la carrera que tienes que hacer en bañador desde el vestuario hasta el agua. Una vez dentro, las sensaciones son realmente placenteras. Mientras tu cabeza humea —conviene sumergirla de vez en cuando—, el cuerpo se mantiene a temperatura estable. Además, el baño puede venir con el extra de que las luces del norte bailen sobre tu cabeza.
Cuando llega la hora de ir a dormir, disponen sobre la cama varias pieles de reno que hacen la función de colchón o de aislante entre el hielo y el valiente. Encima de las pieles se coloca un saco de dormir de temperaturas extremas. Toda la ropa que te quites hay que guardarla dentro del saco, incluso las botas. Si olvidamos algo fuera, aparecerá congelado por la mañana. Yo me acosté con ropa interior térmica y un gorro como única vestimenta. Os puedo asegurar que la sensación que tuve es de haber pasado calor durante la noche. El hotel permite las visitas turísticas, pero si tenéis ocasión reservad una de las habitaciones antes de que empiece a derretirse el hotel, a mediados de abril.
Un último consejo: haced un pipí antes de acostaros, los lavabos están en el edificio anexo, en el exterior del iglú.


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creo que esto no podria 🙁
yo quier5o irrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr