“Cada especie es una maravilla que contemplar, una larga y brillante historia que leer, una campeona que ha llegado hasta nuestros tiempos después de una gran lucha de miles o de millones de años; la mejor de las mejores, una especialista en el nicho del ambiente natural en el que vive”.
Edward O. Wilson, Medio Planeta: la lucha por las tierras salvajes en la era de la sexta extinción, 2017
Son las siete de la tarde y está oscuro. Nuestros ojos, que tan bien funcionan durante el día, son de poca utilidad en la oscuridad de la noche. Sin embargo, una multitud de vida despierta con el crepúsculo, especies sumamente adaptadas a la supervivencia en plena oscuridad. Murciélagos, marmosas —mamíferos marsupiales exclusivos del continente americano—, tarántulas, ranas e insectos se ponen en marcha. Un coro de criaturas pone música al aire en calma y repleto de fragancias: empieza el turno de noche en el bosque lluvioso.
Para impedir ser detectados por sus enemigos, los insectos de la selva adoptan métodos ingeniosos de protección. Muchas especies permanecen inmóviles durante largos períodos de tiempo o se paralizan cuando el peligro acecha. En especies como los insectos palo —orden Phasmida, palabra que procede del griego antiguo y que significa aparición o espíritu—, la capacidad de cambiar lentamente su tonalidad les permite adaptarse a los cambios producidos en su entorno. Las fásmidos de mayor tamaño llegan a alcanzar los 35 centímetros de longitud; patas delanteras y antenas pueden mantenerse hacia adelante para ajustarse perfectamente alrededor de la cabeza. Otra característica de los insectos en forma de hojas o palos es que se mecen con suavidad hacia delante y hacia atrás, simulando ser movidos por la brisa. Muchos saltamontes con apariencia de hojas permanecen posados entre la vegetación que les proporciona camuflaje y sustento. La extraordinaria semejanza es producto del cuerpo del insecto, lateralmente aplanado, y de la elongación de sus alas. Las acentuadas nervaduras sobre las alas imitan los nervios de una hoja y completan la efectividad del disfraz.
Las mariposas diurnas emplean otras estrategias de supervivencia. Algunas especies vuelan de forma errátil, como si fueran hojas que caen de los árboles. Otras, como las mariposas del género Morpho, poseen maravillosas alas iridiscentes que reverberan al sol cuando sobrevuelan el bosque. La iridiscencia no es causada por pigmentos sino por numerosas escamas transparentes fuertemente reflexivas. El efecto de flash azul intermitente producido con el aleteo, añadido a su vuelo errático, dificulta el trabajo a sus predadores. Las mariposas búho del género Caligo poseen grandes manchas en forma de ojo en las alas. Existen varias hipótesis para explicar la función de estos ocelos como mecanismo de protección. La primera es que intimidan a sus posibles depredadores —teoría especialmente válida para las aves, sus principales predadores de caza visual— al parecerse a los ojos de animales de mayor tamaño. La segunda hipótesis es que su situación, en la periferia del ala, desvía posibles ataques hacia las zonas no vitales del insecto. Durante la noche es posible observarlas durmiendo, normalmente colgando boca abajo de una hoja.
Pero para ser mariposa antes hay que ser oruga. Muchas orugas se disfrazan con colores y formas de lo más sofisticado obedeciendo únicamente a razones de supervivencia. En algunas especies, cada segmento de su cuerpo está armado con penachos de cerdas muy puntiagudas, huecas y quebradizas. Si un depredador trata de comerse a la oruga, esta lo roza con las cerdas, que se quiebran y descargan veneno. Es un efectivo disuasorio, este veneno causa urticaria en los seres humanos.
Grandes ojos en la noche
Muchos anfibios son nocturnos y la única manera de observarlos es buscándolos en la oscuridad con una linterna. La comunidad científica considera que más de un tercio de las especies de ranas del planeta está en peligro de extinción y que más de 120 especies se han extinguido desde 1980. Los anfibios, incluidas las ranas, son considerados indicadores biológicos. Ayudan a determinar la salud del ecosistema debido a su posición intermedia en la cadena trófica, a su piel permeable y a su vida bifásica, como larvas acuáticas y adultos terrestres.
Algunas especies de ranas están altamente evolucionadas para vivir en los árboles. Con la ayuda de sus patas, perfectamente adaptadas, pueden escalar superficies verticales y permanecer adheridas a hojas y tallos durante horas. Una de las especies más atractivas es la rana verde de ojos rojos (Agalychnis callidryas), de enormes pies naranjas y flancos azules y amarillos. Habitan en los bosques de tierras bajas tropicales, desde el sur de México hasta el norte de Colombia, y se alimentan de grillos, moscas y polillas que capturan con su larga y pegajosa lengua. Durante el día permanecen inmóviles, en lo alto del dosel del bosque, con los ojos cerrados, y con sus marcas corporales escondidas para pasar desapercibidas. Las ranas verdes de ojos rojos no están en grave peligro, pero su hábitat se está reduciendo a causa de la destrucción de los bosques naturales. Su imagen icónica se utiliza a menudo para promover la protección de las selvas tropicales de todo el mundo.
Es medianoche y decidimos regresar a nuestra cabaña. Ha sido una salida exitosa, con interesantes y nuevas especies que nos permiten engrosar nuestra lista de observaciones. Pero sería ingenuo pensar que somos nosotros los que observamos a los animales nocturnos. En total contabilizamos una veintena de especies. Una veintena entre decenas, cientos, miles de especies que te están observando mientras caminas, casi a oscuras, en el turno de noche del bosque lluvioso.
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Una gran feina, fotos espectaculars….., felicitatas Oscar…!!!