La reserva natural de Ein Gedi forma parte del extremo oriental del desierto de Judea, en Israel. Está situada a orillas del mar Muerto, cerca de Masada, y comprende dos pequeños valles —Arugot y David— por los que fluye el agua durante todo el año además de cuatro manantiales. Esta elevada disponibilidad de agua en un entorno tan árido favorece la abundancia vegetal y animal.
A pesar de su aspecto de roedor, el damán roquero (Procavia capensis) es el pariente vivo más cercano a los elefantes.
Diversidad vegetal
En Ein Gedi es posible encontrar el límite norte de distribución de varias plantas, incluso de algunas tropicales. De gran valor ecológico es la población de Ziziphus spina-christi, árbol de pequeño porte que llega a formar densas concentraciones. También son destacables dos especies del género Acacia que proporcionan sombra y protección a un buen número de animales. Otra de las especies naturales importantes en el ecosistema de Ein Gedi es Cordia sinensis, un árbol de cuyos frutos rojos se alimentan aves como el estornino de Tristam (Onychognathus tristamii) o el bulbul árabe (Pycnonotus xanthopygos). Asociadas a los cursos de agua aparecen plantas más comunes, como el carrizo (Pharagmites australis), la espadaña (Typha domingensis) y, en las cascadas, el helecho (Adiantum capillus).
La fauna del desierto
La fauna de Ein Gedi también es remarcable. Depredadores como el leopardo, la hiena rayada o el lobo son casi imposibles de observar debido a sus costumbres nocturnas. En cambio otros mamíferos como el esbelto íbice de Nubia (Capra nubiana) o el damán roquero (Procavia capensis) resultan más fáciles de avistar. Este último se considera el pariente vivo más cercano de los elefantes, a pesar de su aspecto de roedor. Sus habilidades trepadoras le permiten alcanzar las copas de los árboles en busca de los frutos mas inaccesibles. Pero los animales que atraen a los aficionados a la naturaleza son las aves.
En mi caso y después de pasar una semana en el norte de Israel (concretamente en el valle de Hula), quería añadir a mi lista algunas especies nuevas típicas del desierto que no había podido observar durante los días anteriores. Y en Ein Gedi lo conseguí.
Durante las dos jornadas que visité la reserva me acompañaron los silbidos del estornino de Tristam (Onychognathus tristamii), que en pequeños grupos revoloteaba por las vertientes más escarpadas del valle, mientras una pareja de cuervos colicortos (Corvus rhipidurus) parecía divertirse realizando vuelos acrobáticos en el cielo. Otras especies que pude observar fueron el colinegro común (Cercomela melanura), y el turdoide árabe (Turdoides squamiceps). Fue una grata sorpresa avistar un pequeño grupo de escribanos estriolados (Emberiza striolata) encaramados en unos carrizos, en lo que parecía la recolección de material para sus nidos.
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