Hace algunas semanas, me invitaron a participar en una carrera de BTT para periodistas de todo el mundo, la Media World Cup que se celebró en la localidad de Kazimierz Dolny. El evento deportivo fue solo la excusa para conocer algunos puntos de la región de Lublin (Lubelskie), fronteriza con Ucrania.
Entre los años 1572 y 1617 editaron los seis volúmenes del Civitates Orbis Terrarum, un atlas de ciudades, con el fin de “adquirir conocimientos que solo podían conseguirse, de manera parcial, con el sufrimiento de largas y penosas travesías”, como indicaba Georg Braun, el cartógrafo editor de la obra. Como la ciudad de Lublin ya llevaba casi 300 años en pie —en 2017 cumplió su séptimo centenario— entró con todo derecho en las páginas de esa valiosa obra. Un mural en el centro histórico muestra la planta de la ciudad dibujada tal como aparecía en el atlas; varios de los edificios que muestra siguen todavía en pie. Este año, Lublin anda enfrascada en otra importante celebración, el 450 aniversario de la Unión de Lublin, un evento histórico para Polonia que algunos comparan con la creación, siglos más tarde, de la Unión Europea.
Lublin es una dinámica ciudad universitaria, aproximadamente una de cada cuatro personas que nos crucemos por la calle es estudiante. Y si hay vida estudiantil hay animación y buena cerveza polaca, como se puede comprobar cada tarde en las terrazas de la calle peatonal que conduce hasta la entrada del casco histórico, al que se accede por la puerta de Cracovia. Como en otras ciudades polacas la ciudad antigua se articula en torno a la plaza del Mercado, donde están los edificios más notables de la ciudad con las características fachadas esgrafiadas que muestran escenas relacionadas con la historia, las leyendas y los gremios de artesanos.
Yasha Mazur es el acróbata y nigromante protagonista de El mago de Lublin, la novela del premio Nobel Isaac Bashevis Singer, un autor que escribía en yiddish porque, según él, es la lengua que tiene más palabras para definir a un pobre. En honor de ese personaje se celebra anualmente, en el mes de julio, un importante festival de magos. Bajando hacia la puerta Grodzka vemos la curiosa figura de un funámbulo sobre nuestras cabezas, escultura que recuerda a los días en que las calles de Lublin se llenan de malabaristas, músicos callejeros, acróbatas y magos.
Otra de las cosas que me llamó la atención, al pasear por el centro histórico, fue la exposición de retratos en blanco y negro de algunos de los habitantes judíos que fueron detenidos o asesinados por los nazis. Hace algunos años aparecieron unos negativos en un antiguo archivo de la ciudad y, como ejercicio de memoria, decidieron hacer copias de gran tamaño que cuelgan de destacados edificios.
Kazimierz Dolny, punto de salida y llegada de la carrera de BTT en la que participé, es una pequeña localidad junto al río Vístula. En los alrededores de la ciudad encontramos uno de esos privilegiados lugares para la práctica del ciclismo de montaña, especialmente si seguimos la ruta que discurre por las gargantas de Kazimierz, pedaleando entre frondosos bosques, por un camino arcilloso configurado por la erosión del agua y el viento. En la plaza del Mercado (Rynek) podemos ver algunas interesantes construcciones, como los dos pozos de madera y las casas de los hermanos Mikolaj y Krzystof.
El último punto de la ruta por la región fue la ciudad de Zamość, donde se disputó la prueba de ciclismo de carretera y se hizo la entrega de trofeos y el acto de clausura de la Media World Cup. La Ciudad Vieja de Zamość, con coloridas casas de los siglos XVI y XVII, está incluida en la lista del Patrimonio de la Humanidad. Para la construcción de esta ciudad renacentista se siguieron los patrones de las ciudades italianas de esa época.
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