Subir montañas, por qué y para qué… Esta ha sido siempre una pregunta de difícil respuesta. Desde que empecé a coleccionar ascensiones y escaladas -hace ya más de veinte años- mi enfoque ha ido variando, tanto como respuestas a la pregunta del principio. Más alto, más lejos, más rápido, más ligero… Ahora con la perspectiva de los años me quedo, sin lugar a dudas, con más bello, más estético y más sublime.
En el valle del Khumbu y muy cerca del Monte Everest se levanta una de las montañas más estéticas de la tierra. En pugna con el Matterhorn o Cervino en los Alpes, los Cuernos del Paine, Las Torres y el Fitz Roy en Patagonia, y el Alpamayo en la Cordillera Blanca de Perú, el Ama Dablam es una firme candidata al título de la más bella. En pleno corazón de la región sherpa esta pirámide de roca y hielo es, incluso a día de hoy, una ascensión codiciada del Himalaya Nepalí. Rodeada de varios ochomiles, entre ellos el Everest, su altura de 6.848 metros es relativamente modesta, a pesar de ello fue ascendida por primera vez en 1961, ocho años después de la primera ascensión al Sagarmatha -que es como se conoce al techo del mundo en nepalí- debido a sus dificultades técnicas. Para nuestro alivio no será necesario ascenderla para poder disfrutar de su imponente visión y sólo será preciso realizar el trekking que conduce al campo base del Everest. Los monasterios de Tengboche y Pangboche y la pequeña aldea de Phortse son excelentes miradores hacia la montaña. Además, con algo de paciencia también podremos avistar encaramado en alguna roca algún ejemplar del tar del Himalaya (Hemitragus jemlahicus), un mamífero de pelo largo y cuerpo compacto o, sobrevolando por encima de nuestras cabezas, al majestuoso buitre del Himalaya (Gyps himalayensis).
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