A lo largo de la historia, en la costa de Ibiza han desembarcado fenicios, cartaginenses, romanos, árabes, jipis —peluts los llamaron—, pinchadiscos y Ángel León. Las grandes culturas del Mediterráneo llegaron con afán de conquista; a partir de los del pelo largo hubo más hedonismo en las razones que llevaban hasta la isla. No todos fueron bien recibidos: la hermética ley payesa, con su media docena de apellidos que se repite insistentemente en la guía telefónica, la emprendió a pedradas con los primeros nudistas que lucieron palmito en sus playas. Pero desde entonces reciben con los brazos abiertos a todos los murcians, como llaman por aquí a los de fuera, que se animan a visitarlos.
A cierta edad, Ibiza atrae por los cantos —electrónicos— de sirena y la promesa de noches infinitas. Pero cuando el cuatro ya se siente cómodo dando la cara, valoras más otras cosas. Como una puesta de sol en el Mediterráneo, un placer sencillo con una liturgia previa: escoges una atalaya privilegiada, pongamos la terraza del hotel ME Ibiza con vistas a la playa de S’Argamassa; vistes ropa fresca y ligera, sostienes uno de los cócteles que preparan en Radio ME, el rooftop bar del hotel. Incluso es posible que tengas con quien compartir la puesta de sol, no es necesario pero ciertamente contribuye a mejorar la experiencia. Suficiente, ¿no? Pues en el hotel creyeron que aún se podía hacer más y se han traído a Ángel León, el Chef del Mar, para que muestre su cocina durante los próximos cinco meses.
En el rato que tengo para conversar con Ángel, me encuentro con alguien cercano, apasionado, honesto, que habla como cocina, con esa clase de pasión que sale desde las mismas entrañas. En la primera frase ya te ha soltado un “pisha” y en la siguiente llega un “carajo”, poniendo por delante lo gaditano del asunto. Me cuenta que, en sus viajes por el mundo, siempre prueba el agua del mar: “La hay más salina, otras son más alcalinas. Ese pequeño trago me ayuda a conocer a qué sabe un lugar”. Es un firme creyente de la sostenibilidad —aunque reconoce que lo tenemos complicado—, de ahí su uso en la carta de descartes y de los ingredientes menos convencionales que el mar nos ofrece. “Estoy convencido de que en el mar se pueden encontrar las mismas texturas que en la tierra, no podemos limitarnos siempre a la misma media docena de especies”.
La carta, corta pero intensa, está dividida en tres etapas: Mar en calma, Mar salvaje y Dulce mar, y viene precedida de una declaración de intenciones firmada por el chef:
“Siempre soñé cocinar una isla,
soñar que la tierra no existe.
Donde el mar sea el reflejo de la tierra
e imaginar que solo podemos alimentarnos del agua.
Volver al origen, para soñar con el futuro
mar de Ibiza”.
A partir de ahí, empezamos con su particular homenaje a la isla: A qué sabe la bahía de Ibiza, sobrasada y embutidos marinos, ajo verde de gamba y huevas de tobiko, steak tartar de calamar, croquetas de choco, risotto de plancton, ingrediente que también aparece en uno de los postres, el cremoso de choco blanco, fresas y plancton. Sublime. La sensación de meterte el mar en la boca con cada mordisco. Un paseo, anotad mejor una navegación, por el Mediterráneo y el Atlántico.
Este restaurante pop up tiene fecha de cierre, así que habrá que darse cierta prisa para poder disfrutar de la gastronomía del Chef del Mar y que nos haga sentir algo de su vinculación emocional con el medio marino. Aunque estoy seguro de que, tras estos cinco meses, como si de un concierto se tratara, la gente acabará gritando ¡otra, otra! con ganas de que la música no pare.
ME by Meliá es una de las marcas del grupo hotelero Meliá. Al hotel que tienen en la localidad de Santa Eulalia del Río le han dado, no podía ser de otra manera, un aire muy ibicenco: predominio del blanco, esa estética que parece tan casual pero que está bien lejos de serlo, y música en vivo.
El hotel forma parte del exclusivo catálogo de The Leading Hotels of the World. Para más información y reservas puedes consultar la página del ME Ibiza.
Leave a Comment