Quizás no me crean, pero estoy convencido de que la bicicleta la inventaron los griegos. Concretando más, los descubridores no fueron propiamente quienes habitaban la Hélade. Aquel es un país, básicamente, para cabras y pastores. Por eso se lanzaron a la mar. No, los que advirtieron que la civilización debía pasar por las dos ruedas fueron los que llegaron a Empúries, su primer enclave comercial en Iberia. Es cierto que no puedo aportar pruebas arqueológicas —todavía—, pero basta con remitirse a las evidencias empíricas. Es decir, resulta inconcebible que el pueblo que fue capaz de hacerse las grandes preguntas de la vida, que inventó la filosofía andando, paseando, no conociera el placer de hacerlo por las comarcas de Girona montado sobre dos ruedas.
Bromas a parte, Girona es uno de los territorios que más claramente está apostando por la bicicleta: cuenta con más de ciento cincuenta quilómetros de antiguas vías de ferrocarril convertidas en vías verdes y fue uno de los territorios pioneros en impulsar y desarrollar una oferta turística basada en el cicloturismo hace ya más de veinte años. Por aquel entonces, algunos pioneros del Empordà empezaron a darse cuenta de que contaban con un territorio especialmente indicado para la práctica de un ciclismo tranquilo, relajado, y que a muchos ciudadanos europeos les encantaba descubrir y disfrutar el territorio de esa manera.
Con la transformación de la antiguas vías de tren Olot–Girona y Sant Feliu–Girona en vías verdes, consiguieron unas fantásticas infraestructuras para los visitantes amantes de la bicicleta. Pero lo más importante, probablemente, fue el impulso del uso de la bicicleta entre sus ciudadanos. Y no solo para divertirse o hacer deporte. El uso de la bicicleta está cada vez más presente en la movilidad cotidiana de la población. No hay mejor atractivo para un turista de pedales que encontrar un país que piensa en y para la bicicleta.
En el año 2003, la diputación de Girona, junto con ayuntamientos y consejos comarcales, crearon el consorcio Vies Verdes de Girona para mejorar la gestión de estas infraestructuras. Es evidente la enorme utilidad de estas vías para la práctica del cicloturismo, pero el tema de las bicicletas va mucho más allá. Las carreteras secundarias con poco tránsito de coches y los caminos agrícolas de tierra son, en realidad, las vías más utilizadas por los cicloturistas. Nuevamente, las comarcas de Girona han estado a la vanguardia en la señalización de este tipo de vías para facilitar el tránsito en bicicleta. Y cuando se piensa en clave de bicicleta y se cuenta con infraestructuras adecuadas, entonces resulta más sencillo diseñar itinerarios y circuitos atractivos.
Así nació Pirinexus, una ruta cicloturista circular de 353 kilómetros que une las comarcas del norte de Girona con las francesas al otro lado de los Pirineos. El itinerario atraviesa la propia ciudad de Girona y desde allí se adentra en la comarca de la Garrotxa para llegar a Olot. Luego se dirige a Ripoll, a Camprodon y salta el Pirineo para descender a Prats de Molló, Ceret y el Voló. Desde allí, Argelers o incluso Banyuls no quedan lejos. De vuelta a la cara sur de la cordillera, la ruta se dirige hacia la costa atravesando el Empordà en busca del mar. El itinerario conecta poblaciones como Capmany, Peralada, Castelló d’Empúries, Empúries i l’Escala, Torroella de Montgrí, Pals, Palafrugell o Palamós. Desde Sant Feliu de Guíxols, la ruta vuelve al interior para dirigirse a Girona.
La propuesta combina básicamente tres tipos de vías. Por un lado, las vías verdes que son algo más de una tercera parte del recorrido. Por otro, caminos rurales de tierra y carreteras secundarias de la red de cicloturismo de las comarcas del Alt Empordà, el Baix Empordà y también del Ripollès, donde suele ser más fácil cruzarse con un tractor que con un coche. Y, finalmente, algunos tramos de carreteras de montaña que todavía resultan indispensables para poder cruzar la frontera por los collados de Ares y de Panissars.
Además de la señalización propia de cada tramo de vía verde, Pirinexus cuenta con señalización específica en los cruces para facilitar su seguimiento. Se ha editado una guía en papel —disponible gratuitamente en PDF en su web— y también tienen disponibles los tracks en GPS; es decir, el itinerario georreferenciado. La bicicleta ideal para este recorrido es la de tipo gravel, pero también son adecuadas las BTT y las de carretera preparadas para ciclocrós, con neumáticos mixtos aptos para tierra y asfalto.
Al ser circular, la ruta puede empezarse donde se quiera y las jornadas pueden diseñarse según el nivel de cada usuario. Así, según el ritmo, suelen destinarse entre seis y diez días para completarla. También es verdad que, fruto de esta moda por los retos y lo imposible, hay quienes la realizan en una sola jornada. En 2015 nació la Pirinexus 360 Challenge, una prueba que se basa en recorrer la totalidad del itinerario de Pirinexus en menos de veinte horas. Puede escogerse entre la modalidad non-stop o la de relevos divida en cuatro tramos. ¿Alguien se anima?
¿Qué época del año es la mejor? No hay una respuesta clara a esa pregunta. La famosa frase de que las bicicletas son para el verano seguro que no salió de la boca de un ciclista. Para los verdaderos amantes de la bicicleta, cualquier época tiene su atractivo. La primavera y el otoño, sin duda, son momentos excelentes para recorrer Pirinexus. Personalmente, cada vez mes gusta más el invierno. Es verdad que podemos encontrar algunas jornadas de frío, pero este Mediterráneo nuestro, por donde llegaron aquellos primeros griegos, regala días de suavidad y tranquilidad infinitas.
Desde 2013, el consorcio Vies Verdes de Girona gestiona también Pirinexus y una de sus labores ha sido promover la adopción del sello Bed&Bike por parte de los alojamientos y restaurantes situados en la ruta. Este distintivo asegura que el establecimiento que lo consigue ofrece servicios expresamente pensados para cicloturistas. Por ejemplo, pernoctar una única noche, disponer de un espacio seguro donde guardar la bicicleta, herramientas para repararla, un lugar donde poder limpiar la ropa y secarla, menús equilibrados para ciclistas, información contrastada y de utilidad, etc. Este el caso, por ejemplo, de El Ferrés, un alojamiento en la Garrotxa donde su encantadora propietaria nos confirmó el continuado aumento de ciclistas entre sus clientes.
Más información en la página web de Pirinexus.
NOTA DEL AUTOR: Un buen amigo y catedrático de arqueología me dice: “Tienes razón Rafa, Triptolemo, el dios que parte de Eleusis para enseñar a los hombres a plantar el grano, lo hace en un carro de dos ruedas tirado por serpientes que, sin duda, era una forma simbólica de expresar la cadena de tracción. ¿Y dónde tenemos a Triptolemo representado en España? Pues solamente hay uno en Sant Julià de Ramis, junto a Girona. Todas las piezas encajan. No eres consciente pero la divinidad se ha expresado a través tuyo, es la pura mántica oracular”.
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