«Pasear por el campo, donde los elementos de la naturaleza estimulan con dulzura la actividad de la mente y con sus variaciones la mantienen inmersa en un agradable juego, promueve la relación con uno mismo de forma descomunal, y, por cierto, sin el carácter penoso que a la larga impregna la introspección entre las cuatro paredes de una habitación». Esto escribía Karl Gottlo Schelle en El arte de pasear, una pequeña obra publicada en 1802. El mundo ha cambiado mucho, pero parece que nosotros no tanto. Bombardeados continuamente con estímulos para consumir, algunos ya han aprendido a reconocer el vacío que deja esta religión. En cambio, un simple paseo por la naturaleza puede tener enormes efectos balsámicos.
No se tienen noticia de que Gottlo Schelle hubiera paseado junto a las orillas del río Ebro, pero el caso es que muchos compatriotas suyos acabaron haciéndolo a finales de ese mismo siglo. Concretamente en 1897, cuando la empresa alemana Chemiske Fabrik Elektron se instaló en Flix para construir una de las fábricas pioneras y más avanzadas de Europa en la producción de cloro y sus derivados a partir de la electrólisis de la sal. La última planta en funcionamiento cerró en 2017. Durante más de una centuria, la vida y la imagen de Flix estuvo directamente unida a la fábrica y a la colonia industrial que los alemanes edificaron —que, por cierto, se espera poder rehabilitar como parte de su patrimonio industrial—. Actualmente, la imagen que proyecta el municipio empieza a ser muy diferente. Junto a la población se encuentra uno de los espacios naturales más valiosos de las Terres de l’Ebre: la reserva natural de Sebes y el meandro de Flix.
La historia de Sebes empieza en 1989, cuando un grupo de jóvenes de la población, conectados anímicamente con el río desde su niñez, decidieron crear el Grup de Natura Freixe. El objetivo era divulgar los valores naturales del entorno y recuperar los espacios alterados por el desarrollo industrial. Tal como explica el periodista Oriol Gracià, estos pioneros decidieron centrarse en el espacio de Sebes, situado en la ribera opuesta a la de la fábrica y empezar a trabajar propositivamente, evitando el enfrentamiento, dado que por aquel entonces la fábrica todavía daba trabajo a más de mil vecinos de manera directa. Las primeras actuaciones de conservación se iniciaron en 1993 y contaron con el apoyo del Departamento de Medio Ambiente de la Generalitat de Cataluña y el Ayuntamiento de Flix. El modelo de gestión participada que se escogió ha resultado ser un precursor de las actuales modalidades de custodia del territorio. Desde entonces, y especialmente desde 1999, el Grupo de Natura Freixe se encarga de la gestión de este espacio natural.
Los resultados de esta treintena de años han sido espectaculares. Especialmente atractivos son los observatorios de aves instalados en las lagunas del que ya es uno de los cañizares más extensos de Cataluña. Ahora, en otoño, es cuando llegan los avetoros (Botaurus estallaris), las garzas blancas (Ardea alba), las garcetas (Egretta garzetta) y las espectaculares bandadas de cormoranes (Phalacrocoracidae). Y es que «el río es vida», como reza el lema de las históricas movilizaciones de oposición al proyecto de trasvase del Ebro. El río es identidad, es alma, es voluntad de futuro, es algo grande, inmemorial, casi atávico, un referente espacial y anímico que no puede entenderse desde los despachos donde se toman según que decisiones. En el agua nació la vida y los espacios con agua son verdaderas bombas biológicas, por poco que se las cuide.
La visita a Sebes es ideal para todo tipo de públicos y especialmente indicada para hacer en familia. Lo mas habitual es dejar el vehículo en el Centro de Interpretación, el Mas del Director; un edificio que, como el nombre indica, había sido residencia del director de la fábrica. El camino que remonta la orilla del río regala un paseo sumamente agradable y lleno de sorpresas. Desde él se acceden a las pasarelas que se adentran en el fantástico bosque de ribera y que conducen a los observatorios de aves. En el interior, el ambiente es lo más parecido a una selva tropical que puede encontrarse en un clima mediterráneo. A pie de camino se encuentra la masía de Pitoia, donde se ha instalado una pantalla para la observación de fauna y el centro de interpretación del Camino de Sirga, dedicada a los hombres que durante siglos navegaron por el Ebro (la entrada se gestiona en el Centro de Interpretación). En los prados cercanos al río es fácil encontrar pastando caballos procedentes de la Camarga francesa. Sus pezuñas están especialmente adaptadas a los terrenos húmedos y constituyen una valiosa ayuda en la gestión de los prados y cañizares de la Reserva.
Finalmente se llega al observatorio de cigüeñas. En 2001, se inició el interesante proyecto de su reintroducción en el Ebro con el apoyo de la Fundació Catalunya La Pedrera. Las cigüeñas llegaron muy jóvenes, llevadas desde el Centro de Recuperación de Fauna Salvaje de Vallcaent, en Lleida. Se empezaron a liberar en marzo de 2003, después de permanecer dos inviernos en un gran aviario para que perdieran el instinto migratorio. Hoy en día ya son catorce las parejas que viven en la reserva. Contemplarlas en sus nidos, o caminando con sus largas patas en medio de juncos y caballos, a escasos metros del observatorio, resulta un espectáculo realmente fascinante y muy recomendable.
Aguas abajo de la reserva de Sebes se encuentra el espectacular meandro del río. Parece que el nombre de la población de Flix proviene del latín flexus que podría traducirse como ‘curva’. Viendo el meandro las dudas se disipan. En el margen izquierdo del Ebro —siempre según bajan las aguas— se ha acondicionado un camino que lo recorre y que es una delicia. Pocas cosas hay tan majestuosas como contemplar el tránsito reposado y tranquilo de un gran río. Quien más quien menos sabe de la fuerza terrible que puede llegar a tener el agua. Así pues, poder observarla discurrir plácidamente, pacíficamente, regalando la vida, resulta un espectáculo especialmente tranquilizador, muy indicado para quien necesita reconectar con la naturaleza y consigo mismo. Son muchos quienes podrían pasar horas y horas mirándolo. Como el fuego, los grandes elementos de la naturaleza tienen ese poder de embelesarnos. Una buena recomendación es empezar el paseo desde la misma población, cruzando el río por uno de los últimos pasos de barca del Ebro que se resisten a desaparecer. En este caso, es el propio ayuntamiento quien lo gestiona directamente y es de uso gratuito.
Explican los expertos que en los años venideros vamos a tener que esforzarnos —y mucho— en recuperar espacios naturales si queremos que nuestros hijos puedan tener un futuro. Los ecosistemas, con sus delicados e infinitos equilibrios, constituyen la base de la vida en el planeta. Algunos parecen olvidar que también los humanos formamos parte de ese valioso entramado que actualmente estamos alterando muy peligrosamente. Es evidente que las voluntades de quienes han abogado y trabajado por la recuperación de espacios como Sebes y el meandro, están alineadas con los valores clave de un mañana que ya es hoy. Las poblaciones que se han visto obligadas a lidiar con la desindustrialización no lo han tenido fácil. Flix tampoco, pero con la protección de estos espacios naturales han hecho una clara apuesta por la vida. Que no es poco.
Más información:
El Grup de Natura Freixe, entidad gestora de la Reserva Natural de Sebes, ofrece información, visitas guiadas y otras actividades para conocer y disfrutar de la Reserva.
El Consell Comarcal de la Ribera d’Ebre ofrece una selección de las rutas a pie y en bicicleta más interesantes para conocer la comarca, entre las cuales se encuentran propuestas para recorrer Sebes y el meandro de Flix.
Información sobre el conjunto de las Terres de l’Ebre en la página web del Patronato de Turismo.
Leave a Comment