El Borinage es una cuenca minera en Valonia: aburrida, sosa y gris. Lo opuesto a un patio cordobés en primavera pero perfecta para el viaje de un friki del arte, un desplazado o un viajero sociópata. Ya si vas en invierno puntúa doble. Yo fui en enero. Vincent Van Gogh se pasó allí dos años de su vida.
Van Gogh venía de fracasar como marchante de arte, librero y profesor. Allí además fracasó como predicador pero, también, se formó como artista.
Llegó en diciembre de 1878 con 25 años para ejercer como pastor evangelista. En misa era incapaz de aprenderse de memoria sus propios sermones y cuando oficiaba leía unos discursos densos y alambicados que no convencían a sus fieles. Van Gogh tenía un talento natural para la escritura —no así para la pintura—, pero no sabía comunicar, se trababa, se ponía nervioso. Tampoco ayudó el idioma. Van Gogh hablaba un francés de señorito de París y en esta región belga de Valonia se gastaban un francés duro, inaccesible, y lo hablaban muy rápido para el joven holandés.
Para integrarse en la comunidad regaló todo lo que poseía, su dinero, sus ropas. Optó por comportarse como un minero pero esto tampoco le facilitó la tarea. Los vecinos no entendían nada. Fue peor. Dejó de lavarse y empezó a caminar por las calles con el rostro camuflado con carbón: para los mineros de manos callosas y uñas negras de Wasmes y Cuesmes, poco habituados al agua y la higiene, Van Gogh —como me dijo una agregada cultural belga en la mina de Marcasse— era sencillamente un guarro.
Hay que recordar que París no es conocida como la ‘Ciudad de la Luz’ por sus horas de sol —ya dijo Churchill que el secreto mejor guardado de los servicios de inteligencia franceses era el mal tiempo de París—, sino porque fue la primera ciudad europea en adoptar la iluminación urbana. La energía para que eso fuera posible procedía de las minas del Borinage belga.
En la mina de Marcasse en Wasmes, que hoy se puede visitar, ocurrió una cosa que marcaría a Van Gogh toda su vida. El todavía predicador pasó del maquillaje a la acción y pidió bajar. Lo hizo a 700 metros bajo tierra, donde le abrumaron las condiciones inhumanas de trabajo de hombres y niños, de caballos hacinados que nacían y morían sin ver la luz del día.
Van Gogh empezó así a conectar con el paisanaje. También empezó a dibujar y a estudiar con devoción libros de anatomía y perspectiva. Su obsesión era retratar la dignidad del trabajo y, por lo tanto, la dignidad humana.
Sus apasionados dibujos en blanco y negro de estos años se acercan más a las fotografías de la Gran Depresión estadounidense de Walker Evans que a los lienzos de los girasoles del propio Van Gogh. Igual que Evans convivió durante el verano de 1936 con familias de campesinos algodoneros del sur de Estados Unidos, Van Gogh pasó horas junto a los mineros, tejedores y campesinos para afinar sus semblanzas. Con esta obsesión, lejos de los ambientes cultos y creativos de los grandes atelieres y las academias, Van Gogh se cuajó como pintor.
Mons, capital europea de la cultura 2015
La ciudad valona de Mons es junto con Pilsen (República Checa) la capital europea de la cultura en 2015. La exposición más importante del año se exhibe en el Museo de Bellas Artes (BAM) y se titula ‘Van Gogh en el Borinage’. Hasta el 17 de mayo, el BAM expone todos esos trabajos primerizos de formación del pintor holandés. El resultado es impactante.
En el pueblo de Cuesmes, a 10 minutos de Mons, se encuentra la casa donde vivió Van Gogh entre 1878 y 1880. Muy cerca, en Wasmes, está la mina de Marcasse. Y en lo que antes era Petit Wasmes y hoy es Colfontaine hay una segunda casa de Van Gogh que a lo largo de 2015 se va a transformar en un centro cultural con motivo del 125 aniversario de la muerte del pintor.
Vincente Minnelli trajo aquí a Kirk Douglas para rodar El loco del pelo rojo en 1956. El callejero no es como para sufrir el síndrome de Stendhal, así que para mitigar la grisura de estos pueblos de tradición minera se ha remozado el Grand-Hornu, un complejo minero heredado de la revolución industrial del XIX y reconvertido en escenario del arte contemporáneo belga en el siglo XXI. En 2012 fue declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco. En Mons, seguro que Van Gogh visitó el campanario del siglo XVII, el emblema de la ciudad, una torre de vigilancia que ha tenido pegado un andamio los últimos 30 años por unas obras de restauración que concluyen, por fin, este año. También cruzaría por la Grand Place con su ayuntamiento gótico del siglo XV, atravesaría la almendra medieval y se acercaría a la colegiata gótica consagrada a Sainte Waudru. Hoy Mons es una simpática ciudad universitaria de poco más de 100.000 habitantes. De hecho, buena parte de la población no ha visto el campanario sin andamio. La apuesta por las vanguardias se encuentra en las afueras, donde se acaba de construir el palacio de congresos diseñado por Daniel Libeskind.
Con motivo de la capitalidad europea, los eventos se van a suceder a lo largo del año. Se esperan más de 300, casi uno por día. Y cinco nuevos museos y dos nuevos palacios de conciertos. Lo mejor es consultar el programa y elegir libremente. La ciudad ha configurado un ‘Kilómetro Cultural’ en torno a infraestructuras como el teatro Le Manège o la Maison Folie —una serie de espacios destinados a conciertos y exposiciones— que va a estar activo hasta finales de año.
Solo dos apuntes: la exposición Mons Superstar, un recorrido interactivo con tabletas y demás en torno a las figuras célebres de la ciudad y, por último, la gran girasolada que se prepara para el 17 de julio: durante diez días los 2.000 metros cuadrados de la Grand Place van a estar alfombrados por 8.000 girasoles que dibujarán un gigantesco laberinto en homenaje al genial Vincent Van Gogh.
Cómo llegar a Mons
Mons es más accesible de lo que parece. Se encuentra a 55 kilómetros de Bruselas y desde la capital belga salen trenes cada hora. Bruselas está conectada con Madrid y Barcelona con aerolíneas tradicionales y de bajo coste como Ryanair, Brussels Airlines, Air Europa, Vueling e Iberia. Más información en la web de la Oficina de Turismo de Bélgica: Bruselas y Valonia.
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