Fue un libro el que me llevó a Gdansk. O para ser más preciso el sonido que de sus páginas salía. Durante años, en mi adolescencia, estuve escuchando el redoble de tambor de Oscar Matzerath y su obstinación por no crecer, ese inconformismo común a varias generaciones respecto a lo que les había tocado vivir. La ciudad libre de Danzig —la actual Gdansk— es el escenario donde Günter Grass dio vida al niño que tocaba El tambor de hojalata.
Tras la foto de rigor con la estatua homenaje a Oscar y su tambor, comencé la visita al casco viejo más grande de Polonia. Como era de esperar, carga a sus espaldas con una parte importante de la densa y trágica historia de la Europa reciente. Empezando por el episodio que nos sitúa a finales de agosto de 1939. El buque alemán Schleswig-Holstein hizo una incursión aparentemente pacífica en el río Vístula y, unos días después, el 1 de septiembre, abrió fuego contra la pequeña guarnición de Westerplatte. Un monumento nos recuerda que, pese a que tenían orden de rendirse, aquellos pocos soldados se defendieron durante casi siete días. Fue el inicio de la Segunda Guerra Mundial. La continuación de la historia no es mejor: cuando las tropas soviéticas tomaron Gdansk en 1945 redujeron a escombros el noventa por ciento de la ciudad. Pese a todo ello, la ciudad ha conservado su trazado medieval y se han restaurado notables edificios renacentistas y barrocos.
Hablamos de una ciudad milenaria —se tienen referencias de Gyddanyzc en el año 997—, con una entrada al casco viejo tan digna como la Puerta Alta (Brama Wyzynna). Fue construida en el siglo XVI, y parece que era el lugar por donde entraban los reyes cuando visitaban la ciudad. Todavía conserva las poleas que accionaban el puente levadizo sobre el foso. Una de las curiosidades de Gdansk, casi un juego, es la de ir descubriendo las inscripciones en latín sobre los frisos de algunos de sus edificios o en alguno de sus edificios más importantes. Las primeras las encontramos en la misma Puerta Alta y hacen referencia a virtudes de la República, del Reino y de los Estados. Curiosa mezcla. Tras la puerta, la antepuerta. Dos edificios unidos por un muro cuya utilidad fue, como poco, inquietante. Para la torre de Torturas sobran explicaciones y de la torre de la Prisión basta decir que fue utilizada como campo de concentración para mujeres polacas.
“La concordia hace prosperar a los pequeños estados, la discordia los arruina”. Así reza la inscripción en la Puerta Dorada (Zlota Brama), que presenta ocho estatuas: Paz, Libertad, Riqueza, Gloria, Prudencia, Piedad, Justicia y Concordia, una curiosa mezcla de virtudes burguesas y de los anhelos por los que luchó la ciudad durante siglos contra invasores extranjeros. Muy cerca de allí se encuentra el edificio renacentista de la Gran Armería, atravesado hoy en día por un pasaje comercial. Justo al lado, la antigua farmacia donde se fabricaba —curiosamente— la pólvora y demás municiones. Todo ello presidido por la estatua de Palas Atenea en su versión de diosa guerrera más que de las artes y la sabiduría.
Por la Vía Real
Formada por las calles Dugla y Dugli Targ, la Vía Real alberga los edificios más notables de la ciudad. Desde la Puerta Dorada parte la calle Dugla, flanqueada por varias casas burguesas. De estilo rococó, Dom Uphagena alberga el interesante museo del Interior Burgués. La casa renacentista de los Ferber muestra sus blasones y unos grupos escultóricos griegos en su friso. En el castillo del León (Zamek Lwa) encontramos la estatua de Ceres. La madre de Proserpina y diosaromana de la agricultura es motivo recurrente en varias de las fachadas de la ciudad. Por último, la mal llamada casa de los Reyes Polacos, en realidad Kornet o Schumann, está considerada la más hermosa de las residencias burguesas de la ciudad.
Cerrando la calle Dugla, y dando paso a la del Mercado Largo (Dugli Targ), tenemos el Ayuntamiento. Las torres de las esquinas son parte de la reconstrucción llevada a cabo tras el incendio de 1556. En una de las torres está la campana de los Pobres Pecadores, que tocan para guiarles al eterno descanso y, de nuevo, una inscripción latina. Esta vez en el reloj solar para advertirnos que “los días son nuestra sombra”. En el interior del Ayuntamiento se puede visitar el museo de Historia de la Ciudad, donde destacan las dos salas del consejo, la de verano o roja y la de invierno.
La continuación de la Vía Real es Dugli Targ. Se podrían realizar minuciosas descripciones de cada una de las casas del Mercado Largo pero basta decir que muchas están consideradas reales pues dieron cobijo a numerosos reyes como Alejandro Sobieski. La calle ha sido escenario a lo largo de la historia de manifestaciones, homenajes a reyes, ordenación de caballeros y también ejecuciones. Testigo de excepción de algunos de estos actos ha sido la fuente de Neptuno. Su estatua del dios del mar precede a la casa burguesa de Artus (Dwór Artusa), que fue en sus inicios lugar de encuentro de cofradías, como la de los Reyes Magos, para pasar a ser la sede de la bolsa y más tarde un museo. La puerta está guardada por las esculturas de cuatro héroes ganadores de batallas importantes: Escipión el Africano, Camillus, Termístocles y Judas Macabeo, que velan por la seguridad del edificio. Las estatuas de más arriba personifican a la Fuerza y la Justicia, pero por encima está la de la Fortuna. Curiosa disposición ornamental. En el interior podemos ver la riqueza decorativa de la estufa. En su día, sus casi once metros de altura la convertían en la más alta de Europa y hoy destaca por sus centenares de azulejos multicolores que representan figuras alegóricas, blasones y once retratos como el del emperador Carlos V de Alemania.
Como vecinas de la casa de Artus, en barroco tardío, aparecen la Stary Dom Lawy —con su alegoría de las Ciencias, Cronus, Apolo y Atenea— y la Nowy Dom Lawy, conocida como el vestíbulo de Gdansk. Cierra la calle la Puerta Verde (Zielona Brama), donde el manierismo holandés y el renacimiento italiano se dan la mano. Junto a la puerta y desde el puente, se tiene la mejor vista del viejo puerto y la Zuraw, la vieja grúa convertida en el icono más reconocible de la ciudad báltica. Reconstruida tras haber sido incendiada en la Segunda Guerra Mundial, la antigua edificación gótica alberga hoy una parte del Museo Central Marítimo.
A orillas del río Motlawa, brazo del Vístula, el paseo invita a descubrir sus diversas puertas. La puerta Chlebnicka conserva el escudo de armas de Gdansk en tiempos de los Caballeros Teutónicos, con dos cruces sin corona, mientras que la Puerta del Espíritu Santo sirve de referente para ubicar la casa donde nació el filósofo Schopenhauer. La puerta de la Virgen María y especialmente la calle homónima, es uno de los rincones más deliciosos de la ciudad. Sus terrazas con gárgolas, el empedrado, los talleres de artesanos, galerías, cafeterías y tiendas de ámbar en los bajos de edificios de los siglos XV y XVII crean en esta pequeña calle una atmósfera que invita a quedarse. La calle está dominada por la iglesia de la Virgen María.
Solidaridad
Otra de las rutas cargada de historia que se pueden hacer por la ciudad es la que sigue las huellas del sindicato Solidaridad. En el año 1970, el Gobierno comunista anunció una subida de precios que provocó unas protestas en los astilleros en las que murieron varios obreros. Diez años más tarde, bajo el liderazgo de un joven electricista llamado Lech Walesa, los llamados Héroes de Agosto consiguieron firmar acuerdos históricos con el Gobierno. Solidaridad fue mucho más que una protesta de obreros, el movimiento social que luchó por las libertades y contra el comunismo sirvió para plantar la simiente que derrocaría al comunismo en Europa.
Una serie de escenarios nos recuerdan los hechos acaecidos en 1980. En la iglesia de Santa Brígida hay una capilla con cruces de madera procedentes de diversos lugares de los astilleros y en la plaza Solidaridad, lugar de reuniones y manifestaciones, se alza un espectacular monumento. Tres grandes cruces con otras tantas anclas y cadenas recuerdan a los caídos durante aquellos históricos días.
Texto: Rafa Pérez / Fotos: Òscar Domínguez y Rafa Pérez
Felicitaciones Rafa, muy hermosoooo !
Muchas gracias, Silvana.