Desde las pasarelas que recorren el espacio natural de Els Muntanyans se oye un inconfundible sonido: el tren se acerca. El trazado ferroviario, que se puede ver hoy como algo poco propio de un entorno natural, probablemente fue la barrera que evitó que el hormigón también mojara los pies en la orilla de este pequeño reducto, una ‘aldea gala’ que muestra lo que un día fueron las playas naturales de la costa plana del Mediterráneo.
Els Muntanyans son 62 hectáreas, repartidas entre Torredembarra y Creixell, que están incluidas en el Plan de Espacios de Interés Natural (PEIN) de la Generalitat de Cataluña. Prácticamente hablamos —dejando al margen algunas zonas del Delta del Ebro— de la última playa bien conservada de dunas y marismas en toda Cataluña. La zona correspondiente a la marisma es la más cercana a la vía del tren y está compuesta por áreas inundadas que se conocen como salats. Tienen cuotas de salinidad muy elevadas por la influencia directa del mar, aunque también hay una pequeña aportación de agua dulce por parte de la lluvia, principalmente, y de una posible reserva de agua que se encuentra almacenada entre las dunas. La hidrología que afecta a estos ecosistemas del litoral del Mediterráneo se basa en dos fuentes: las entradas o flujos de agua irregulares por la acción de los temporales y el agua que llega, suministrada por las lluvias más intensas, por el torrente de Gibert.




Los niveles máximos de agua tienden a durar poco tiempo debido a las altas temperaturas, que producen evaporación y una tendencia de los humedales a desecarse con rapidez. A priori, se podría pensar en una situación poco favorable para el hábitat, pero resulta todo lo contrario: al estar en contacto con el agua, los sedimentos acumulados se oxigenan y se acelera la descomposición de la materia orgánica que se acumula en los momentos de inundación. Si toda esa materia no se secara, la anoxia repercutiría en la flora y la fauna que podemos ver en Els Muntanyans.
El espacio natural está bien preparado para las visitas, pero debemos ser sumamente respetuosos y no salirnos de los itinerarios marcados. En el recorrido, de algo más de dos kilómetros, podemos ver los diferentes hábitats, observar fauna desde las pasarelas y desde una torre de observación, y acercarnos hasta las lagunas del Sol, de Clarà y del Saler, la más grande de todas. En época primaveral es fácil ver a varias especies de anátidas alimentando a sus crías, como la focha común (Fulica atra), el zampullín chico (Tachybaptus ruficollis) o el ánade real (Anas platyrhynchos).
Es un trazado de dificultad baja —incluye tramos adaptados para personas de movilidad reducida— que está incluido en la catalogación de Sendero Azul —junto al cercano barrio marinero de Baix a Mar, en Torredembarra—, distinción otorgada por ADEAC (Asociación de Educación Ambiental y del Consumidor) a aquellas localidades que se esfuerzan por conservar caminos con la intención de generar recursos para el desarrollo de actividades turísticas y, esencialmente, de educación medioambiental.




Ramon Ferré, técnico del GEPEC (Grupo de Estudios y Protección de los Ecosistemas Catalanes), cuenta que las zonas de Els Muntanyans y de la Paella —playa urbana de Torredembarra— están sirviendo para llevar a cabo varios estudios con el fin de conservar este ecosistema. En 2012, empezaron con las dunas experimentales dentro de un proyecto de ‘playas inteligentes’. Las dunas fueron creadas con arena proveniente de la zona para poder seguir su evolución, los cambios en la arena y qué tipo de fauna las visitaba. También plantaron vegetación autóctona, al fin y al cabo la responsable de que las dunas queden fijadas y el impacto del viento las erosione lo menos posible. El otro proyecto que se ha puesto en marcha pretende crear dunas de manera artificial gracias a la vegetación subacuática que los temporales arrojan a la playa. Evitan limpiar las plantas de una zona de unos dos mil metros cuadrados para que puedan fijar la arena y se formen dunas. “Según los biólogos de la UB, es un proyecto único en todo el mundo”, dice Ferré. En pocos meses aparecieron los primeros brotes verdes que dieron paso a dos especies vegetales autóctonas: la barrilla borda (Salsola kali) y la oruga de mar (Cakile maritima). Pero la gran sorpresa fue descubrir un nido de chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus). “La especie tiene una gran zona de nidificación en el Delta del Ebro, pero resulta muy significativo que haya nidificado en una playa con bastante afluencia de gente”. Cabe entonces albergar esperanza y, por lo menos, que este pequeño rincón de la Costa Daurada nos siga devolviendo la imagen del Mediterráneo que fue.



Cada primer domingo de mes se realizan visitas guiadas al espacio natural de Els Muntanyans. Son gratuitas y se tocan los siguientes temas (por orden cronológico): Aves marinas, almejas y restos marinos, geología y meteorología litorales, rastros de animales, plantas del litoral, lagartijas de la playa, el fondo del mar, censo de lirios de mar, mosquitos y otros invertebrados, aves acuáticas, fotografía de naturaleza, Baix a mar —el barrio marinero de Torredembarra—, la cultura de la mar. Se sale de Cal Bofill, una casa modernista convertida en Centro de Actividades Medioambientales, donde podemos visitar la exposición permanente sobre el espacio natural. La actividad está dirigida por personal del GEPEC y tiene una duración aproximada de 2 horas.
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