Finnair ha estrenado avión y eso es motivo de celebración. Así que con la excusa de conocer el nuevo A350 he volado hasta Helsinki, una ciudad que mide exactamente un fin de semana. Aunque se crece durante los primeros días de otoño, cuando las hojas ocres, rojas y marrones alfombran calles y parques. Luego llegará el intrascendente noviembre, ni ocre ni blanco, ni chicha ni limoná.
Helsinki pensó que podía ser San Petersburgo el día que los de Hollywood empezaron a rodar películas en sus calles, intentando ambientarlas en la ciudad de los zares cuando cineastas y el resto de ciudadanos norteamericanos no eran muy bienvenidos en Rusia. Pero no exageremos, es una ciudad agradable pero el esplendor se lo dejó a Estocolmo y el hyggelig a Copenhague, aunque comparte algo de shoegazing con Islandia. Eso sí, Helsinki tuvo chicos con barba, camisa de cuadros y cierto aire despistado mucho antes de que en el resto de Europa supieran lo que es un hipster. De su pasado ruso le ha quedado la Catedral ortodoxa Uspenski, la más grande de Europa occidental.



Resumiendo, tenemos una ciudad que no es especialmente hermosa, ni aparece en las listas de ciudades a visitar antes de palmar o en las de las nuevas maravillas —ni falta que hace—, y su principal equipo de fútbol, el HJK Helsinki, no juega en la Champions desde la temporada 98-99, ya que suele caer eliminado en las eliminatorias previas en las que se enfrenta a equipos de Luxemburgo o de las Islas Feroe. ¿Por qué ir entonces a Helsinki? Podría argumentar que me gusta que el 70% del país esté cubierto por bosques, que en invierno se puede hacer snowboard en la plaza de la Catedral luterana en una demostración de que la ciudad es de los ciudadanos, o que, pese a que el ave nacional es el Cisne cantor, los animales más conocidos del país son los pajarracos de Angry Birds —Helsinki tiene una destacada industria en el sector de los videojuegos para dispositivos móviles. Pero no, son otros los motivos por los que Helsinki me resulta simpática:




El finlandés y su proverbial inexpresividad
¿Conocéis el cine de Aki Kaurismäki? ¿Habéis visto la secuencia del taxista de Helsinki en Night on earth de Jim Jarmusch? Si habéis respondido que no a las dos, dejad este artículo, os tragáis la trilogía Finlandia —Nubes pasajeras, Un hombre sin pasado, Luces al atardecer— y luego seguís leyendo. Se dice de las estatuas que hay en la fachada de la Estación Central, de arquitectura modernista, que representan muy bien al finlandés: su cara no cambia, como la del taxista de Night on Earth, apenas media lágrima en veintitantos minutos al volante durante los que expresa enfado, indiferencia, lástima, profunda tristeza y alegría (cuando cobra una carrera que daba por perdida). Del cine de Kaurismäki se dice que es suficientemente triste como para hacerte reír y suficientemente divertido para que te haga llorar. Siempre que he viajado a Finlandia me he topado con algún que otro candidato a actor secundario de esas películas, sobre todo cuando escuchas hablar en finés, un idioma que tiene ocho fonemas vocálicos, entre trece y diecisiete consonánticos —aunque es fácil pensar que le sobran la mitad por lo lacónico que suena—, pertenece a la familia finoúgrica y tiene más misterios que una temporada entera de Iker Jiménez. Aunque a la hora de la verdad me he encontrado con más gente así que gente de esta otra manera. De todos modos, hay que armarse de paciencia porque al final las palabras llegan, aunque la eternidad quizá sea demasiado tiempo para esperar una indicación sobre cómo regresar a tu hotel.
El diseño
Lo del diseño es uno de los asuntos más serios en Finlandia, solo por debajo de la sauna. Es motivo de orgullo nacional incluso desde antes que Jacqueline Kennedy empezara a vestir prendas de Marimekko. El florero taburete Nº 60 y el florero Savoy de Alvar Aalto, los pájaros y las gallinas de cristal de Iittala, Marimekko para la ropa y los manteles (en ocasiones apenas se diferencian), los muebles de Artek, la silla Domus, la vajilla Kilta, las cazuelas de Antti, los muebles de Muurame, las tijeras de Fiskars, incluso encontramos un barrio entero, el Helsinki Design District, con casi 200 tiendas, galerías y talleres de jóvenes diseñadores. Para compras un poco más tradicionales está Stockmann: si no se encuentra algo en Stockmann es que es algo que no se necesita en la vida (sabiduría popular de la abuela de mi guía). Si buscamos algo aún más clásico, el viejo tranvía. Una sola línea. Recta.


La sauna
¿Qué fue antes el finlandés o la sauna? Probablemente se inventó una para poder inventar lo otro. O viceversa. Algunas curiosidades: asisten una vez a la semana como mínimo, la tienen incluso en los pisos (a veces comunitaria para todo el bloque), con funcionamiento eléctrico; de leña en casas unifamiliares. Los minutos de estancia en la sauna se pueden combinar con revolcones en la nieve, (casi) desnudos, o con un baño sumergiéndose en el agua a través de un agujero practicado en el hielo. La más famosa es Kotiharjun Sauna, y cuesta doce euros. No puedes dejar Helsinki sin pasar por una sauna.


La bebida
Finlandia tiene agua por todos lados, más que ningún otro país en equivalencia por superficie. Pero la fama de pueblo bebedor no se consigue a base de tragos de agua.
Se prefiere cerveza, vodka, koskenkorva (una clase de aguardiente finlandés) o akvavit. En los últimos años se ha relajado algo el consumo y se han popularizado bebidas de menor graduación. No era extraño —aún sigue sin serlo— ver al finlandés (y a la finlandesa) bebiendo con moderación hasta casi perder el sentido. El alcohol se grava con elevados impuestos y solo se puede comprar en las tiendas Alko, reguladas por el estado. En el supermercado apenas podemos encontrar cerveza de poca graduación y algo de sidra. Funcionan dos cruceros diarios a Estocolmo, con el duty free más salvaje y con más éxito del Báltico. Si te apuntas a tomar un trago, pásate por Teatteri, un antiguo teatro convertido en espacio multiusos donde se puede cenar, tomar una copa y bailar. Teatteri tiene, probablemente, la mayor concentración de chicas guapas de la ciudad.
También está el café. Son los mayores bebedores de café, no precisamente bueno, del mundo. Se toma muy diluido, incluso más que el americano. Como el modelo impuesto en la actualidad en la mayoría de cafeterías es sin servicio a las mesas, todavía tiene más valor que se mantenga en pie el Ekberg, café que ha cumplido 160 años, que sirve un café decente y lleva tu pedido a la mesa.


Los rompehielos
Tenaces, esforzados, fuertes, un poco brutos pero cariñosos en los andares. Hablo de Urho, Voima, Otso y Kontio, cuatro de los rompehielos que podemos ver atracados en el puerto durante los meses en que no son necesarios. Finlandia es el único país del mundo en el que todos sus puertos se congelan durante el invierno. En 1898, los finlandeses construyeron su primer rompehielos. Casi un siglo más tarde, lideraron la nueva generación de rompehielos, más efectiva y que permitió abaratar el coste de las operaciones. De los astilleros finlandeses ha salido recientemente, con destino a Rusia, el Baltika, un rompehielos capaz de navegar en oblicuo para abrir canales más anchos. Resulta curioso, fuera de temporada, ver todo ese poder amarrado en el puerto, mansos, como un luchador de sumo jugando en una sala de pachinko (yo lo he visto).


La iglesia de la Roca (Temppeliaukio)
En Helsinki, en cualquier espacio donde pueden reunir a poco más que una comunidad de vecinos te montan un concierto. Se confiesan melómanos aunque, reconocido por la guía que tuve, no todos esos lugares tienen una acústica perfecta. Una de las salas es la iglesia de la Roca, donde suenan desde villancicos a bandas de Heavy Metal. Al entrar en el templo, la primer impresión que tuve es que tenía que ser obra del Doctor Flammond —película Top Secret— y su cucharilla. Luego te fijas en los detalles, en su cúpula de cobre, en la excelente acústica y agradeces que los turistas se tomen tan al pie de la letra las señales de silencio, pese a que en otro cartel, a pocos metros de la iglesia, anunciaran un evento musical en el que el lema era “El silencio es una masacre”.


Me cae bien Sibelius
Si hablamos de conciertos, si hablamos de música, hay que ir al nombre propio: Sibelius, que repetido muchas veces, alargando innecesariamente la e, suena como para que Joaquín Reyes le dedique uno de sus Celebrities de Muchachada Nui. Bebedor compulsivo, por lo tanto algo golfo, y fumador empedernido de puros, el compositor llevó a su mujer por la calle de la amargura. Bebía para no temblar al tocar el violín, sobrio era un manojo de nervios, y salía a escena tras ingerir altas dosis de alcohol, generalmente de buenas marcas. Eso le serenaba pero también le llevaba a cometer algunas cagadas, como interrumpir una actuación en varias ocasiones pensando que estaba en un ensayo. Tropiezos que luego eran comentados en sociedad o servían como motivo para las viñetas cómicas y anuncios ejemplarizantes contra el consumo de alcohol. Un tumor, extirpado con éxito, le hizo replantearse sus adicciones, pero siete años después volvió a las andadas. Murió con más de noventa años, dejando algunas perlas: “Todos los doctores que me ordenaron no fumar ni beber están hace mucho muertos. Pero yo continúo viviendo” o “El alcohol es el único amigo que nunca me decepciona”.
En 2015 se cumplen 150 años de su nacimiento, así que como homenaje podemos plantarnos, con un vaso de buen licor en las manos (sugiero Ron Zacapa), ante el monumento que le dedicó la ciudad y pinchar en el iPod a todo trapo su poema sinfónico Finlandia.




El Mercado Viejo
Atención, foodies: Vanha Kauppahalli, el Mercado Viejo, es uno de esos santuarios para los amantes de lo exquisito. En sus puestos encontramos queso, pan, marisco, arenques preparados de diferentes maneras, salmón y vino (hay tienda Alko). En 1955, el recinto sirvió de escenario para la celebración de la victoria de la selección nacional de hockey sobre hielo en el campeonato del mundo. En fútbol hemos quedado que no, pero con un palo entre las manos y calzados con patines con cuchillas son muy buenos. Es el deporte nacional. El mercado se remodeló por completo hace pocos años y en los puestos individuales, que simulan pequeños colmados antiguos, es fácil encontrar a mucha gente joven dando el bocado necesario antes de salir de fiesta. Los horarios, muy nórdicos, obligan a una cena temprana: de lunes a sábado, de ocho de la mañana a seis de la tarde.




El Nordic Walking
Es el deporte de los que no hacen deporte. Gente caminando ha habido toda la vida, gente caminando en un país nórdico, también. En Finlandia le pusieron unos bastones al asunto y le llamaron, no podía ser de otro modo, Nordic Walking. La verdad es que el paisaje ayuda, la orilla del mar, las vistas a las islas, la ciudad blanca en invierno. La cuestión es que el fenómeno convertido en deporte se ha extendido por todo el mundo, con cierto furor en España. Sigue siendo el marujeo y el postureo de toda la vida, la caminata de la mañana o de la tarde, pero mola decir que cuando salgo a despejarme un poco estoy haciendo Nordic Walking, aunque sea a orillas del Mediterráneo o cruzando unas viñas en el Penedés.
Los hoteles
El diseño también se aplica a los hoteles. Uno de los mejores ejemplos ha sido el último en abrir, en agosto de este año. Es el hotel Lilla Roberts, ubicado en el Distrito del Diseño. El edificio es obra de arquitecto Selim A. Lindqvist. Fue construido, en 1909, para utilizarse como planta de energía para la ciudad. En 1974 pasó a ser la comisaría del departamento de policía. Tiene 130 habitaciones divididas en tres categorías. Me gustó especialmente su lobby, con su falsa chimenea, el bar y esa entrada de aire (y tipografía) tan cubista.


El A350 de Finnair
Finnair es la primera compañía europea en volar con el nuevo Airbus A350 XWB (Extra Wide Body). He tenido la ocasión de volar en el primer A350 entregado a la compañía, de un total de 19 aparatos encargados que cubrirán las rutas de largo recorrido, como las de Helsinki a diferentes ciudades de Asia y desde Helsinki a Nueva York. El avión es muy silencioso y dispone de mayor espacio entre asientos que en anteriores modelos. En clase business los asientos están dispuestos en forma de espiga y el pasajero tiene conexión gratuita a Internet que te permite ver, por ejemplo, la primera escena grabada de un leopardo de las nieves cazando (vi el enlace de Jordi Busqué en Facebook y no pude resistirme). El menú de autor que se sirve en business viene firmado por Kari Aihinen, del reconocido restaurante Savoy. Me llamó la atención la iluminación en cabina, que cambia gradualmente para adaptarse a la hora del día y crea 24 escenarios distintos, entre ellos el de las auroras boreales. Las ventanas son más grandes y sí, ya que te lo preguntas, el lavabo también tiene ventana, reduciendo así la sensación de claustrofobia que se tiene en esos pequeños habitáculos. Las horas en el aeropuerto de Helsinki no deberían ser aburridas, las principales marcas del diseño finlandés tienen tienda allí, hay wifi gratuito e ilimitado y, si se viaja en business, el acceso a las modernas salas VIP te permitirá descansar antes de coger el siguiente vuelo. Una de las últimas novedades, gratuita de momento al estar en fase de pruebas, es una sala llamada Go Sleep con unas futuristas camas para dormitar un rato.






Bola extra: Tendrás que ir hasta allí para ver en la tele nacional el anuncio que el Risitas ha protagonizado en Finlandia, de una pizza de bolsillo de la marca Grandiosa. En la campaña de promoción han regalado a sus seguidores en redes sociales camisetas con la cara del cómico y su célebre grito: “Cuñaaaoooo”. Lo puedes ver en Youtube, pero no es lo mismo.
Todas las fotografías están hechas con un iPhone 6. Las fotografías de la sauna y del café han sido cedidas por la Oficina de Turismo de Helsinki.
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