Acaba de salir publicado el libro 1000 maneras estúpidas de morir por culpa de un animal (Ed.Planeta) de Isidoro Merino. En la introducción del libro, el autor nos recomienda no leerlo y guardarlo en un cajón. Yo, insensato de mí, no le hice caso y pasé, en horario nocturno y entre sábanas, por las primeras fichas de esas benditas criaturas. Nada ha vuelto a ser lo mismo, pero he aprendido que la cubomedusa es el ser vivo más letal, que la pitón “verbenera” te puede sacar los ojos y que algunos bichos viven incluso más que Isabel II. Al final, la diversión se impuso al miedo y no tuve más remedio que terminar el libro y entrevistar a Isidoro.
Kamaleon – Casi podría hacerte la entrevista leyendo la breve biografía que aparece en el libro, pero me quedaré con dos dudas no resueltas. Fuiste atacado por un gorila macho. Al hacer alusión al género, inevitablemente surge la pregunta: ¿A qué tipo de ataque te refieres?
Isidoro Merino – No le di la espalda. Tampoco le quité la novia. En realidad, fue un ataque de farol, puro teatro. Esa forma de hacer amigos que tienen los gorilas de montaña. Aunque acojona darte de bruces con un enorme silverback, un espalda plateada, que surge de repente entre un bosque de bambú y carga hacia ti rugiendo y golpeándose el pecho como si fuese a hacerte trizas o, peor aún, arrancarte los menudillos a mordiscos.
K – ¿Y qué pinta Micky Mouse en un libro de animales peligrosos?
I.M.– Bueno, Disneyland París también puede ser un lugar espeluznante.
K – Es curioso que los mosquitos se hayan cargado a la mitad de la gente que ha pasado por el mundo pero no lideren las listas de nuestras fobias hacia los animales. Porque si Hitchcock hubiera escogido mosquitos en lugar de pájaros nada sería lo mismo. Recordando que ha habido películas en que los asesinos eran pájaros, serpientes, pirañas, hormigas, tiburones o arañas, ¿qué papel juega el cine en nuestros miedos hacia los bichos?
I.M. – Tiburón (1975), de Steven Spielberg, cambió la relación de mucha gente con el agua: después de verla, daba miedo hasta meterse en la bañera. Sobre Los pájaros: aunque la teoría científica de que las aves evolucionaron a partir de los dinosaurios es muy reciente, Hitchcock ya se barruntaba que las tiernas avecillas que trinan, gorjean o se cagan en la ropa tendida en el patio son primas de los tiranosaurios. Y Cuando ruge la marabunta (The naked jungle, 1954) nos enseñó que la actriz Eleanor Parker puede producir tantos picores como una legión de hormigas legionarias (daban ganas de comérsela).
K – ¿A quién mandarías a vivir a Queimada Grande o isla de las serpientes?
I.M. – A los responsables de que muchas familias se hayan quedado sin un hogar donde vivir.
K – El Schmidt sting pain index mide el dolor causado por la picadura de diversos insectos, ¿somos quejicas o visto lo que estamos aguantando habría que redefinir esa escala?
I.M. – «Sois todos unos tiquismiquis, unos quejicas». Firmado: M. R.
K – Hay una cosa que no sé si te puedo perdonar, ya veremos al final de la entrevista, y es que hayas comparado a Mónica Bellucci con las serpientes, mostrando una abierta preferencia por las sirenas rubias como Daryl Hannah o por Raquel Welch rodeada de lagartos.
I.M. – A mí me gusta mucho más Mónica Bellucci que Daryl Hannah, que siempre me ha parecido un poco desleída, como el café con mucha leche. Raquel Welch rodeada de lagartos son palabras mayores.
K – ¿Son las morenas más peligrosas que las rubias?
I.M. – Las morenas son unos peces de pésima reputación.
K – ¿Crees que deberían prohibir tu libro en Magaluf para que los telediarios no abran hablando de Doing Kermit o frenching the prince?
I.M. – Sin duda. Así se convertiría en trending topic y yo vendería más libros.
K – Y al revés, ¿fomentar su lectura en ambientes de Zarzuela para que los monarcas eméritos conozcan los peligros del polvo de cantárida y no tengan ocurrencias raras al perseguir Corinas?
I.M. – No creo que Su (Ex) Majestad necesite de boticas para dar la talla (esto es por hacer la pelota en Zarzuela, para que me compren el libro).
K – Hay un pez comehuevos, otro que se puede introducir por el pene, una araña que causa priapismo… ¿Qué les pasa a los bichos con nuestras partes?
I.M. – Sinceramente, no lo sé, pero me encantaría que mis partes tuviesen éxito en otros ámbitos, más allá de los artrópodos y los peces.
K – Más que una pregunta final, sería una invitación a la reflexión. Me resulta curioso que todos los animales de los que hablas en tu libro tengan una cosa en común: el peligro que supone el humano para ellos.
I.M. – Sí. ¿Qué curioso, verdad?
Con 1000 maneras estúpidas de morir por culpa de un animal he pasado un rato bien divertido, con el acercamiento a especies que no conocía de manera sencilla. El autor ha conseguido que incluso algunas me caigan simpáticas, aunque por otro lado haya derribado el mito de la ternura del koala. Y sí, como se ha redimido, al final le perdono lo de la Bellucci.
Isidoro Merino (Segovia, 1959) es viajero, fotógrafo y periodista. Lleva el blog Viajero Astuto de El País. Su libro 1000 maneras estúpidas de morir por culpa de un animal ha sido editado por Planeta.
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