Uno de los alicientes del viaje es encontrar nuevas culturas, nuevas formas de entender el mundo, nuevos amigos, y un largo etcétera. Salir por ahí te abre la mente y te oxigena el espíritu, en eso estamos todos de acuerdo. Pero no hay gozo sin dolor. El viaje, como metáfora de la vida que es, no da nada sin pedir algo a cambio, y exige unos peajes que no todo el mundo está dispuesto a pagar. Cuando los modernos marcopolos te explican emocionados que comieron sesos de mono o durmieron en medio de la selva, están omitiendo parte de la historia. Concretamente, que el exotismo del lugar se hacía también extensivo al retrete, que las experiencias más emocionantes no fueron al comer, sino al descomer, y que lo que más apreciaron al volver a casa fue, precisamente, el lavabo. Mucho aventurero intrépido, mucho coronel Tapioca, pero de este tema ni una palabra.
En todos mis viajes he fotografiado váteres, precisamente porque son diferentes y, a menudo, sorprendentes. Si buscamos las similitudes entre un submarino nuclear anclado en Honolulu y un monasterio budista en el Tibet, veremos que tienen una cosa en común. En los dos sitios hay un lavabo. Cada uno diferente, acorde a las condiciones locales, pero donde hay gente, hay un lavabo. Posiblemente la Luna sea el único lugar donde aún no hemos construido una letrina, pero es sólo cuestión de tiempo.
Fue así como nació el proyecto ToiletPlanet. La idea era mostrar la diversidad del mundo a través de algo que usamos a diario —unos más que otros— y a lo que apenas hacemos caso. Algo que, queramos o no, nos está definiendo como sociedad. Fotografiar váteres puede parecer una excusa poco habitual para hacer un viaje, pero cosas más raras se han visto. O sea que, después de una búsqueda intensiva de información en internet, decidimos que había que dar la vuelta al mundo para ver qué tal estaba el asunto por ahí. Después de recorrer un montón de países y utilizar retretes en todos los husos horarios imaginables, la conclusión es que la diversidad es mucho mayor de lo que nunca hubiéramos imaginado.
En el mundo existen váteres de todas formas, tamaños y colores. Depende de muchos y variados factores el que nos hallemos ante una maravilla de la creatividad humana o ante una pesadilla infernal, porque el lavabo no es sólo una necesidad básica universal, es también una manifestación de la cultura y creatividad del ser humano. Si observamos con atención los lavabos de China o Noruega, de Suiza o Japón, podremos sacar unas cuantas conclusiones interesantes acerca del nivel de vida, las costumbres, y las formas de pensar de una sociedad. A través del lavabo podemos hacernos una idea bastante aproximada de los valores y principios que rigen una sociedad. ToiletPlanet pretende ser, en resumen, una radiografía del estado del mundo actual.
El libro ToiletPlanet: A journey through the toilets of the world ya está disponible en Amazon, bajo impresión por demanda. Tiene 246 páginas con fotografías de váteres de más de 50 países. El precio es de poco más de 14 euros —gastos de envío incluidos si dispones del servicio Premium de Amazon—, una verdadera ganga teniendo en cuenta la cantidad de fotografías que lleva y el tipo de impresión. Puedes solicitar el libro en este enlace.
Genial. A pesar de todo nunca diría que este es un artículo de mierda.
Más bien para orinarse encima.
Estupendo. Bravo por Siqui.
JR, vamos a ver si pronto podemos disfrutar del libro: más de 300 fotos de más de 50 países.
Muy interesante el discurso, y las fotografias son una maravilla