Hace unos días que he regresado de El Hierro. Como saben, es la más pequeña de las Islas Canarias. Tal vez sea por eso que es aquí donde he experimentado con mayor intensidad la sensación de estar sobre una atalaya volcánica que aflora en pleno Atlántico. En la zona de Malpaso, en lo alto de la cresta montañosa que cruza la isla de nordeste a oeste, a 1.500 metros de altura nada menos, he podido ver al mismo tiempo la costa norte y sur de la isla. Teniendo conexión diaria con el resto de islas del archipiélago, no entiendo por qué El Hierro se siente casi tan remota como en tiempos pasados. No lo entiendo pero me alegro de que sea así, pues esa tranquilidad y pureza es para mí uno de sus principales atractivos. El turismo de masas aquí brilla por su ausencia: solo he visto a senderistas que vienen a recorrer los variados caminos que conectan las diferentes partes de la isla.
Estos senderos ofrecen también una conexión con la naturaleza, ya sea cuando transcurren por los bosques de laurisilva, por los de pino canario —por cierto, una diferencia entre el pino canario y el de la Península es que las hojas del primero consisten en tres agujas en lugar de dos—, o por el mítico sabinal al que ninguna descripción puede hacer justicia.
Una tercera conexión que regalan estos senderos es con la historia: por algunos de ellos se realizaban las mudadas, que consistían en trasladar los animales y las propiedades materiales cuando los cambios estacionales aconsejaban ir a vivir de las tierras elevadas a las bajas o viceversa. Es el caso del camino de Jinama y también del camino La Peña-El Golfo.
Pese a ser la capital, Valverde conserva la tranquilidad de un pueblo, con sus bares de barrio, tiendas de comestibles y restaurantes.
La iglesia de Nuestra Señora de La Concepción, comenzada a construir en 1544 y reconstruida en el siglo XVIII con roca volcánica, es uno de los edificios más destacados del patrimonio arquitectónico local.
En la zona del municipio de Frontera, en El Golfo, se encuentran algunas pensiones y pequeños apartamentos dedicados al turismo, ya que es una parte de la isla especialmente bien situada para ir a nadar en alguno de los charcos de la costa septentrional. En la vertiente meridional destaca el municipio de El Pinar, con El Mentidero como uno de los bares más interesantes para observar cómo transcurre la vida de los herreños. El Pinar queda muy cerca de la Restinga y de la cala de Tacorón, un lugar muy recomendable para el baño.
La comunión evidente de El Hierro con la naturaleza va más allá de lo expuesto arriba. La isla está comprometida con un modelo energético respetuoso con el medio ambiente. La central hidroeólica de Gorona del Viento es una maravilla de la tecnología que permite almacenar energía del viento en forma de energía potencial en un estanque artificial. Cuando no hay viento se suelta el agua y se continua generando energía.
Durante breves periodos de tiempo la isla ha conseguido ser 100% autosuficente energéticamente.
El éxito es tal que la central recibe visitas constantes de especialistas procedentes de islas de otros países. También en esa filosofía medioambiental se encuentra el aprovechamiento de las nieblas para la recolección de agua para su uso en el control de posibles incendios. Se sigue el camino de los antiguos pobladores que “ordeñando las nubes” con la ayuda del árbol Garoé —su visita me dejo maravillado— conseguían superar las épocas de sequía.
Si quieres más información sobre El Hierro consulta su página web o la de turismo de las Islas Canarias.
cien por cien autosuficiente energérticamente, muy interesante y todo un jemplo. Me ha encantado!!!!
Que grandes fotos!! la nocturna me parece una autentica pasada. Es una lastima que sea la unica isla que no conozco de canarias, pero me has hecho el plantearme el ir en breve!!
Muchas gracias