La de Nefertiti tiene todos los rasgos para ser una buena historia: hay belleza, misterio, celos y dioses. Dios en este caso, porque parece que fue, junto a su marido Akenatón, la impulsora del culto al dios único, a Atón rey del Sol. Hablamos de la buenorra del antiguo Egipto, aunque vete tú a saber; cuando han rascado un poco nos han dicho que Cleopatra, otra de las macizas de la antigüedad, pudo haber sido prima de Picio. Haciendo un repaso por la imagen más conocida de Nefertiti resulta que tiene el cráneo abombado –parece que era costumbre en el país de Mitani, donde pudo nacer– y le falta un ojo, hecho que ha despertado todo tipo de conjeturas. Aunque hay que reconocer que el perfil sí es agradable. Por lo demás, poco más sabemos. Por ahí hay un investigador, Joann Fletcher, que dice que encontró la momia de Nefertiti y se llevó hasta Egipto al Discovery Channel. Por otro lado, el ministro de Antigüedades de Egipto, Zahi Hawass, dijo que no era cierto y prohibió la entrada de Fletcher al país.
Seguimos. El padre de la susodicha tenía nombre de interjección: Ay. El marido, mejor no investigar al marido. Si escribes Akenatón en Google, uno de los primeros resultados que aparece es Akenatón extraterrestre. Ahora seguro que te irás a comprobarlo, pero vuelve que todavía hay más. El famoso busto que se expone en el Neues Museum (Nuevo Museo) de Berlín, fue hallado el 6 de diciembre de 1912. Para celebrar el centenario, montaron una gran exposición alrededor de este carismático personaje llamada Bajo la luz de Amarna. Junto al original, instalaron una réplica del busto realizada en bronce para que la gente pudiera comprobar qué se siente al manosear a una reina. El busto de Nefertiti no se exhibió hasta doce años después de que el egiptólogo alemán Ludwig Borchardt lo encontrara. La penúltima vez que visité Berlín, en el año 2008, pude ver a Nefertiti en el Altes Museum (Museo Antiguo), ya que su emplazamiento original estaba cerrado por obras y sólo pude alcanzar a ver la inscripción que hay en su entrada: “Artem non odit nisi ignarus” (Sólo los ignorantes odian el arte). Desde el 2009 podemos verla de nuevo en el Neues Museum, como pude comprobar en mi reciente visita de septiembre de 2014. Eso sí, protegida por media docena de guardias de seguridad que harán lo imposible porque no le hagas una foto a Nefertiti.
Del busto tenemos muchos datos, cosa sorprendente teniendo en cuenta que se esculpió hace más de 3.300 años. En una esquina del cuadrilátero, con 20 kilos de peso y 47 centímetros de altura, ¡el busto de Nefertiti! Su autor fue el escultor real Tutmose, que utilizó caliza y yeso para darle forma. Un TAC reveló que la imagen que nos ha llegado hasta hoy no fue la definitiva, parece ser que Tutmose tuvo que dar algunos retoques sobre otro rostro de rasgos distintos. ¿Fue una orgullosa Nefertiti la que ordenó esos retoques? Sobre la historia de su reinado hay todavía más especulaciones. Se ha dicho que reinó antes que Tutankamón y que incluso éste podría haber sido su hijo, teoría que no se acaba de sostener. También que por cuestiones de celos e incluso por un divorcio de su marido, se tapó toda referencia a Nefertiti en el final de sus días. Sea la que sea la historia, lo cierto es que estamos ante una de las obras imprescindibles del arte y que sólo por eso merece la pena acercarse hasta Berlín.
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