La romana Via Veneto es la calle del Café de Paris y el Harry’s Bar, ambos inmortalizados por Fellini en La Dolce Vita. Algunos de los mejores hoteles de Roma están en esa calle. Pero Via Veneto también es la calle de la iglesia de Santa María de la Concepción y la cripta de los Capuchinos. Siempre me ha llamado la atención encontrar en los más diversos lugares algún Memento mori. Los he encontrado en sitios tan dispares como la entrada de la casa que Axel Munthe tuvo en Capri o en una pequeña iglesia rural del Campo de Borja. Pero sin duda, el que más me ha llamado la atención ha sido el de esta tétrica cripta, decorada con los huesos de unos 4.000 monjes fallecidos durante algo más de tres siglos, entre los años 1528 y 1870.
Había visto una fotografía de la cripta en la portada de National Geographic y me puse como objetivo visitarla en mi siguiente viaje a la ciudad. A priori, la fachada y el interior de la iglesia no te harían plantearte la entrada, más teniendo en cuenta la larga lista de espectaculares interiores que podemos encontrar en la ciudad. Poco más que una sobria fachada de ladrillo rojizo, con una simple hornacina no en la propia fachada de la iglesia sino por debajo de la balaustrada que remata la escalera de acceso. El edificio se construyó en el siglo XVII por encargo del Papa Urbano VIII, miembro de la familia Barberini, que tenía un hermano ordenado fraile capuchino. El hermanísimo, Antonio Marcello Barberini, se trajo los restos del cementerio de la iglesia de San Bonaventura cuando la orden se trasladó al nuevo convento y aquella otra iglesia fue donada a la comunidad de los Lucchesi.
¿Y qué hizo con tanto hueso? Arte. No era esa la intención de los capuchinos, la de crear algo artístico, sino la de recordar al hombre que está de paso. Pero la verdad es que les quedó apañado el asunto. En cada espacio de la cripta se utiliza una parte del esqueleto. Así, encontramos la zona de las calaveras, o la de las tibias y los fémures. También vistieron a algunos de los esqueletos con el característico hábito, cruz en mano, por si había que adoctrinar en el más allá. De puro hueso es también la figura que representa a la muerte, colgada del techo de uno de los espacios y sujetando una guadaña en la mano derecha y una balanza en la izquierda, simbolizando sentencias justas.


El olor del lugar es casi aséptico, apenas el de una ligera humedad bien controlada. Es un buen espacio para la reflexión, sobre todo cuando realizas la visita en solitario, en una hora temprana cuando los pocos turistas que se acercan por allí aún dormitan en sus hoteles o pasean por los espacios más conocidos de la ciudad, como el Coliseo, el Foro o la Capilla Sixtina.
Por si la contemplación de la cripta no dejara del todo claro el mensaje y alguien piensa que se va a librar, también nos lo dejaron escrito: Noi eravamo quello che voi siete, e quello che noi siamo voi sarete. Es decir, éramos lo que sois y lo que somos, seréis.
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