El paso por una gran ciudad como Rennes contrasta con la filosofía de un viaje por Bretaña, en el que se suele buscar la calma del paisaje, pequeños pueblos con cuatro parroquianos o la belleza de su costa. No obstante, la dinámica capital bretona merece que le dediquemos, al menos, un par de días. Y mejor si uno de ellos es el sábado, porque es día de mercado. Estas son nuestras visitas propuestas.
Parlamento de Bretaña
De los apaños y matrimonios entre los duques de Bretaña y los reyes de Francia, salió la decisión de crear un parlamento. El edificio, del siglo XVII, perdió su función primigenia en el momento en que sustituyeron las estatuas regias de las plazas por guillotinas. Desde 1804 es la sede del Tribunal Superior de Justicia, donde se han juzgado sonados casos que han mantenido frente al televisor al país entero. Tras un devastador incendio ocurrido en 1994, durante una manifestación del gremio de pescadores, y su posterior reconstrucción, el edificio permite las visitas turísticas a sus principales espacios, entre ellos la Gran Sala, que no se vio afectada por las llamas y conserva una composición completa de Charles Errard, pintor del rey Luis XIV.
Plaza del Ayuntamiento y Ópera
Ambos edificios se encuentran en la plaza de la Mairie. A vista de satélite —gracias, Google Maps— se puede comprobar que el Ayuntamiento y la Ópera “encajan”, como si los metros que los separan se debieran a un movimiento de placas tectónicas, aunque los edificios del Ayuntamiento, cóncavo, y de la Ópera, convexo, fueron construidos con un siglo de diferencia. El dedicado a las artes escénicas no estuvo exento de polémica. El arquitecto, Charles Millardet, se inspiró en el antiguo teatro Marcelo de Roma, es decir que italianizó el proyecto. Pero claro, chovinismo manda y los habitantes hubieran preferido algo un poco más afrancesado. Al caer la tarde, la plaza es uno de los lugares más animados de la ciudad. Mirando hacia el sur, podemos ver otro destacado edificio, el Palacio de Comercio.
Casas de entramado
Pese a que en 1720 se quemaron alrededor de novecientas casas de entramado, Rennes aún es la localidad de Bretaña que conserva más propiedades de esta curiosa arquitectura, cerca de trescientas. Estas casas son del tipo à pans de bois, más altas que las que encontramos en otras regiones francesas y con un voladizo que servía para proteger de las inclemencias meteorológicas a la gente que acudía a comprar a los negocios situados en los bajos. Los mejores ejemplos podemos encontrarlos en la calle de Chapitre, en las plazas de Lices, Sainte-Anne y Champ Jacquet. La más antigua de todas estas casas de entramado es la conocida como Ti Coz, del año 1505. Curiosamente, Ti Coz en bretón significa casa antigua.
Jardines de Thabor
El espacio verde más emblemático de Rennes toma su nombre del monte donde sitúan el episodio de la transfiguración de Cristo. En sus diez hectáreas encontramos un parque inglés, un jardín francés, un rosal en el que crecen más de dos mil variedades, un jardín botánico con más de tres mil especies de todos los continentes y una cafetería con terraza desde la que contemplar cómo crecen las flores. El Thabor fue diseñado por el paisajista Denis Bühler, en un momento en que el ciudadano empezaba a valorar las bondades de los paseos y de la contemplación en entornos naturales. La variedad de especies hace que los jardines sean interesantes durante el año, aunque la explosión de vida de la primavera los hace verdaderamente especiales.
Mercado de Lices
Desde hace cuatro siglos, el sábado es el día más esperado por todos los reneses, cuando más de trescientos productores vienen a vender sus mercancías alrededor de las dos lonjas Martenot, en la plaza de Lices. Es el segundo mercado más grande de Francia, pero sus dimensiones no están reñidas con el respeto máximo por el producto de calidad y de cercanía: pan, queso —¡qué variedad y calidad de quesos!—, miel, verduras, embutidos. Así que, si puedes, haz coincidir tu visita a Rennes en sábado y buena compra.
Mosaicos Odorico
Tras los trabajos en la ópera Garnier de París, el mosaico, que ya tenía una gran tradición como elemento decorativo en Italia, se empezó a poner de moda en Francia y las luminosas teselas se convirtieron en un signo de distinción. La arquitectura que se desarrollaba a finales del siglo XIX y principios del XX, tanto el Art Nouveau como el Art Déco, admitía muy bien el mosaico. La familia Odorico, provenientes de la provincia italiana del Friuli, se instaló en Rennes. Uno de los edificios más notables es la piscina Saint-Georges, clasificado como monumento histórico. Hay una ruta que recorre las principales obras decoradas con mosaico, pero nuestro plan preferido es pasar algunas horas en la piscina, de acceso público, para nadar en un impresionante entorno Art Déco y admirar las miles de teselas que lo decoran.
Cena maridada con música
La oferta gastronómica de Rennes está a un alto nivel y, lo que nos sorprendió bastante, a precios muy razonables. A lo largo del año se celebran diferentes eventos con el tema culinario como protagonista. En abril de 2019 ha sido el turno para la primera edición de Les Bouffes rennaises, encuentro gastronómico al que prometen dar continuidad con propuestas tan originales como una cena dirigida por una sumiller y acompañada de la música de la Orquesta Sinfónica de Bretaña, un curso de cocina en el que cada persona trae sus ingredientes y un chef le dice cómo cocinarlos, un picnic junto a un molino al que no se puede llegar en vehículo a motor, canoa y bici son las opciones; o una cena con auriculares que nos permiten escuchar los sonidos de la naturaleza, del campo donde se cultivan las verduras o las explicaciones del propietario de la granja ecológica de donde vienen las carnes.
Dormir en una casa del siglo XIX
Castel Jolly es un encantador hotel situado a muy poca distancia a pie de todos los puntos recomendados en este artículo. Está en una casa de 1885, decorada con mucho gusto por Marie, la propietaria, arquitecta y pintora de profesión. Tiene cuatro habitaciones, dos de ellas con la posibilidad de comunicarse de cara a familias. Sirven un buen desayuno, con pan que Marie va a buscar cada mañana a un horno cercano, mermeladas artesanales, crepes, miel, quesos y muchos más productos. Lo que más nos ha gustado es el jardín, donde podemos tomar el desayuno los días que hace buen tiempo. Disponen de bicicletas para los huéspedes, para recorrer Rennes a ritmo de pedal.
Leave a Comment