Murnauer Moos es una de las turberas más importantes y mejor conservadas de las estribaciones septentrionales de los Alpes, en Europa Central. Más allá de su valor paisajístico, Murnauer Moos es un espacio de alto valor ecológico que ofrece la posibilidad de observar algunas aves interesantes, como el camachuelo carminoso (Carpodacus erythrinus) o el guión de codornices (Crex crex). El mejor momento para empezar la búsqueda de estas especies es al amanecer, cuando el sol empieza a iluminar las cercanas cumbres de los Alpes. La visita en primavera es toda una experiencia sensorial y durante el recorrido será fácil ver y escuchar a mosquiteros, papamoscas, carboneros, zorzales y mirlos. Más difícil será la observación del tímido guión de codornices (Crex crex). Posiblemente la mejor estrategia pasa por hacer esperas silenciosas en las áreas abiertas, donde suele realizar vuelos cortos y a baja altura por encima de la vegetación herbácea.
Formación y origen de las turberas
Las turberas son consecuencia de la erosión producida por los glaciares: las rocas duras que arrastraron durante su avance formaron una cuencas lacustres que actualmente están repletas de materia vegetal, más o menos descompuesta, y que se conoce con el nombre de turba de agua dulce. Esta turba se acumula por la lenta descomposición de los residuos vegetales en estos climas continentales y fríos.
Un poco de historia
Si Murnauer Moos se ha conservado hasta nuestros días es, en gran medida, gracias a la labor y la tenacidad de Ingeborg Haeckel. Inspirada por su abuelo —el renombrado zoólogo y filósofo natural Ernst Haeckel (1834-1919)—, inició sus estudios de botánica, química y geografía en 1924, para continuar más adelante con zoología y geología gracias a la ayuda de una beca. Después vino la tesis y su preparación para dar clases a alumnos de secundaria. En 1939, Ingeborg llegó a Murnau y empezó a ejercer como maestra de química, geología y biología. En poco tiempo la nombraron directora de la escuela y empezó a transmitir a sus alumnas el interés y el respeto por la naturaleza, convirtiéndose en una pionera de la educación medioambiental.
Cuando se unió a la sociedad bávara de conservación de la naturaleza Bund Naturschutz conoció de primera mano algunos de los peligros que amenazaban Murnauer Moos: la extracción de turba, las medidas de drenaje para favorecer la agricultura de los alrededores y la explotación forestal. Junto a Max Dingler orquestó el primer intento de proteger este espacio natural. En 1964, Murnauer Moos fue reconocido como zona de conservación de la naturaleza, pero no se declaró reserva natural hasta 1980, con una extensión de unos 23 kilómetros cuadrados. Gracias a su habilidad y a su conocimiento de la naturaleza humana obtuvo otros éxitos en la lucha por la protección del medioambiente en la región: consiguió detener la construcción de una planta de incineración de residuos, cuya construcción estaba prevista cerca de Eschenlohe, y compró algunas propiedades con el único propósito de conservar su naturaleza.
Murnauer Moos también es interesante desde el punto de vista botánico: aquí se encuentran diversas orquídeas ligadas a zonas húmedas y terrenos pantanosos, y también calderones (Trollius europaeus) y lirios (Iris sibirica), una de las flores más abundantes en la zona.
Sus excursiones guiadas a Murnauer Moos, que llevó a cabo hasta pocos meses antes de su muerte en 1994, se convirtieron en legendarias. Ingeborg Haeckel fue reconocida en múltiples ocasiones por su dedicación y trabajo, por el que recibió numerosos premios y galardones, como la Orden del Mérito de Baviera, en 1974, o el Premio de Conservación de la Naturaleza (Naturschutzpreis), en 1978, otorgado por la Asociación Federal Alemana para la Protección del Medio Ambiente y la Naturaleza (Bund für Umwelt und Naturschutz). En 1998, fue nombrada ciudadana de honor de Murnau.
Las turberas y el cambio climático
Debido a la importante acumulación de biomasa muerta, las turberas actúan como depósitos de carbono. Muchas de estas turberas no han tenido la suerte de Murnauer Moos y han sido drenadas con el objetivo de obtener bioenergía. La destrucción de esta clase de espacios naturales libera gran cantidad de gases de efecto invernadero, responsables en gran medida del cambio climático. También producen otros efectos negativos, como la degradación de la tierra, con la consecuente pérdida de productividad agrícola y un aumento del riesgo de inundaciones y sequías.
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