Colonia carga con más de dos mil años de historia a sus espaldas, lo que la convierte en una de las ciudades más antiguas de Alemania. Su mezcla de arte, cultura, patrimonio, creatividad y momentos de desenfreno dan como resultado una de las ciudades con más interés a orillas del Rin. Aquí están nuestros argumentos para que prepares una escapada a Colonia en cualquier época del año.
Iglesias románicas. Los fieles nunca tuvieron problemas para escoger la iglesia donde profesar su fe. Hasta doce grandes templos románicos se concentraron en la ciudad intramuros, además de otras pequeñas capillas y de la Catedral. Las iglesias colegiales y conventuales forman una ruta medieval capaz de satisfacer al más exigente de los visitantes. Las dos que más destacan son la de St.Martin, en la pequeña plaza del Pescado, que aparece en las postales junto a la Catedral, y la de St.Gereon, con una impresionante cúpula decagonal. El resto de templos son St.Andreas, St.Aposteln, Sta.Cecilia, St.Georg, St.Kunibert, Sta.Maria im Kapitol, Sta.Maria Lyskirchen, St.Pantaleon, St.Severin y Sta.Ursula.
Catedral de San Pedro y Santa María. Bajo todo ese gótico apabullante hay cimientos romanos. Fueron necesarios seis siglos para dar por concluida la construcción de la catedral, pero el día de la inauguración fue un pelín descafeinado debido a los dimes y diretes entre los prusianos y la iglesia católica. Sus torres, de 157 metros de altura, dominan toda la ciudad. La Catedral de Colonia está declarada Patrimonio de la Humanidad y alberga diversos tesoros. El más conocido de ellos es el relicario de oro de los Tres Reyes Magos, que dice contener sus restos óseos. El más espectacular, sin duda, sus vidrieras policromadas que fueron salvadas in extremis de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial que dejaron muy maltrecho el templo. Los trabajos de restauración desde entonces han sido continuos, antes por el efecto de los proyectiles y ahora por el de las palomas y por una de las piedras que se utilizó en su construcción, que ennegrece en exceso con el paso del tiempo.
Museos. La lista también es amplia y variada. Entre los más destacados tenemos el Romano-Germánico con una gran colección de obras de arte antiguo, el Wallraf-Richartz de artes plásticas, con una colección de pintura que abarca desde la época medieval hasta los inicios del siglo XX; el museo Ludwig para el arte contemporáneo, el museo de Artes Aplicadas con su curiosa colección de objetos de lujo desde al año 1900 y el curioso museo del Chocolate, donde muestran la historia y la evolución del chocolate y del cultivo del cacao. Por supuesto, acabaremos con una degustación en la fuente con vistas al río de la que mana chocolate.
Cerveza. En Colonia no digas cerveza, cuando te acerques a una barra pide kölsch. Es la especialidad local, una cerveza de tono amarillento claro, con la dosis justa de lúpulo y amargor. Tradicionalmente se ha servido en un pequeño vaso llamado stange, pero sus 20 cl. de capacidad difícilmente saciarán la sed de un alemán, por lo que es muy fácil verla servida en jarras de mayor tamaño o en metros.
Carnaval. El momento de mayor locura del año es el que más en serio se toman en Colonia. El Carnaval empieza oficialmente el 11 de noviembre a las 11.11 de la mañana, con la proclamación del Dreigestirn, el trío formado por el rey, el campesino y la doncella que se encargarán de “gobernar” hasta el miércoles de ceniza. Parece ser que el origen tuvo lugar durante la oposición de los ciudadanos al dominio de los franceses, cuando se montó un desfile por toda la ciudad que parodiaba a las tropas napoleónicas. En la organización de los desfiles vuelve a salir el carácter alemán: los miembros de cada cofradía deben vestir de igual manera y desfilar con exactitud al ritmo de canciones populares. Las cofradías están compuestas mayoritariamente por hombres. Las mujeres, lejos de verlo desde la distancia, tienen todo el protagonismo a partir del jueves de Carnaval, cuando pueden cortar corbatas y viven su particular noche de locura. El mayor desfile se celebra el Rosenmontag (lunes de las rosas), cuando una cabalgata temática recorre las calles de la ciudad.
Agua de Colonia. Está considerada como la marca de perfume más antigua del mundo. Fue creada por el italiano Giovanni Maria Farina a principios del siglo XVIII para darle frescor al asunto de los perfumes, dominado por el mercado francés con sus recargadas preparaciones. El autor de la fragancia la describió de la siguiente manera: “He descubierto un perfume que me hace recordar a un amanecer italiano, a narcisos de montaña, a azahares de naranjo justo después de la lluvia. Él me refresca y refuerza mis sentidos y mi fantasía”. Colonia fue conocida como “Ciudad de Fragancias”. Posteriormente, la fama se la llevaría la marca 4711, que llegó a intentar un truco sucio para hacerse con la licencia original. Hoy ambas marcas, Farina y 4711, siguen representando a la industria alemana del perfume.
Casco Antiguo. Ofrece la imagen que más nos gusta de las ciudades alemanas, con sus casas de colores pastel bien arrimadas, como apoyándose una en la otra a juzgar por la inclinación a la que se ven sometidas por el paso de los años. La parte con más historia de la ciudad está encajada entre el puente Hohenzollern, la estructura de hierro que acompaña a la Catedral en las fotos y que tiene uno de los mayores tráficos ferroviarios del continente, y el puente Deuzter. Su plaza principal, la Alter Markt, es el punto de inicio del afamado Carnaval de Colonia.
Rin. Los colonienses nunca le han dado la espalda al río. A su ribera tienen zonas donde practicar sus deportes favoritos, jardines donde sentarse y bancos donde, simplemente, ver transcurrir el tiempo viendo cómo fluyen las aguas surcadas por enormes barcazas y barcos de cruceros. En los meses de mejor clima, una serie de barcos de recreo hacen paseos que van desde el par de horas hasta salidas de un día completo. También dan la posibilidad de hacer paseos nocturnos y disfrutar de una cena a bordo.
Terrazas. Para tomarse una de las tradicionales kölsch lo mejor es sentarse en una tranquila terraza. Las hay por todas partes, en jardines, en el casco antiguo, junto al Rin. Son agradables espacios donde compartir una gran mesa con más gente, charlando mientras pasan las rondas de cerveza y se sirven raciones de rheinischer sauerbraten (un plato de carne en adobo con salsa agridulce) o unas clásicas salchichas. Si quieres aumentar el ritmo y los decibelios, Colonia ofrece una excelente escena nocturna, con numerosas discotecas.
Compras. Colonia es una ciudad para shopaholics. La mayor concentración de tiendas con pedigrí se encuentra en las calles Hohe Strasse y Schildergasse, pero otras como la plaza Barbarossa, el pasaje Opern y la galería Neumarkkt darán motivos de sobra para abrir la cartera. También hay tiendas especializadas en productos para Carnaval, por si te apetece unirte a la fiesta. Una de las más conocidas está en la Alter Markt.
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