La sensación que se tiene al bañarse en el mar Muerto es extraña, principalmente por la cuestión mental, por el hecho de saber que estás a más de 400 metros por debajo del nivel del mar, cuota poco comprensible para los que tomamos como referencia el ayuntamiento de Alicante para hablar de altitudes. Tuve oportunidad de bañarme en el mar Muerto durante un viaje que hice por Israel. Al entrar en el agua lo primero que me llamó la atención fue que el tacto era oleoso, muy denso.
Para disfrutar sin inconvenientes de un relajante baño hay que seguir unas sencillas instrucciones. Conviene entrar despacio en el agua para evitar salpicaduras a otros bañistas, mejor calzado con unas chanclas o calzado similar; la sal puede pinchar y producir pequeños cortes u otras heridas en los pies. Una vez en el agua lo adecuado es sentarse y tumbarse de espalda evitando en todo momento el contacto del agua con los ojos. También hay que procurar no tragar agua, el sabor es horrible.
Al salir hay que darse una generosa ducha con agua dulce. De lo contrario, cuando el agua se evapora quedan restos de sal sobre el cuerpo y los microcristales pueden producir heridas en la piel. Las playas más visitadas de la parte correspondiente a Israel son las de Kalia y Neve Midbar, con todos los servicios (fundamentalmente duchas) para que la actividad se desarrolle en las condiciones más adecuadas. Pero, ¿qué podemos encontrar en un lugar en el que, aparentemente, la vida brilla por su ausencia? Vamos con algunas curiosidades del mar Muerto.
– La salinidad del mar Muerto es entre ocho y diez veces superior a la normal. Desde hace unos años se ha puesto de moda imitar sus condiciones en balnearios y spas de todo el mundo porque dicen que media hora en una de esas cámaras de flotación equivale a ocho horas de descanso.
– Se está estudiando un sistema para poder producir la energía suficiente para cubrir las necesidades de Israel, Palestina y Jordania. El proyecto pretende traer agua del mar Rojo y mediante un sistema de caídas producir dicha energía. Aunque como siempre, la peor parte se la llevaría la naturaleza por el enorme impacto que puede suponer. El primer síntoma negativo sería que cambiaría la salinidad del agua. ¿Adiós entonces a hacerse la foto flotando mientras leemos el periódico?
– Está en claro retroceso debido a la perdida de caudal del río Jordán, el grifo que llena el mar Muerto. Para su recuperación sería muy interesante que la Unesco lo declarara Patrimonio de la Humanidad. Se podría obligar a las empresas que extraen el material a utilizar métodos menos agresivos o, incluso, a dejar de hacerlo. Además de volver a recuperar el caudal del río desviado, en la mayoría de los casos, por la mano del hombre para usos agrícolas.
– En las cercanas cuevas de Qumrán se encontraron los célebres Manuscritos del mar Muerto, casi 800 escritos en hebreo y arameo que pudieron ser obra de los esenios.
– Cuentan que en las profundidades del Mar Muerto están las ciudades perdidas de Sodoma, Gomorra, Adma (Asmad) Segor y Zeboím, la Pentáplois bíblica. Ciudades que sufrieron la ira de Dios, al no hallar a 10 hombres justos, recibiendo una lluvia de azufre y fuego como castigo ante la perversidad y degeneración de sus habitantes.
– Algunas medidas: Alcanza casi 400 metros en su parte más profunda. Son algo más de 800 km² de lago, que no mar. Al no tener salida hace la misma función que las salinas, al evaporarse el agua aumenta la concentración de sal que queda depositada en el fondo.
– ¿Hay vida? Alguna cosa se encuentra, pero no a simple vista. Son organismos extremófilos y halófitos, como protozoos, algas y determinadas bacterias. El último hongo descubierto, llamado E. Rubrum, hace albergar esperanzas sobre la posibilidad de cultivar en zonas desérticas e incluso de regar con agua del mar dada la resistencia de dicho hongo a la alta salinidad del mar Muerto, superior al 30%.
– En el mar Muerto te puedes tomar una cerveza en el bar a menos altitud del mundo, en la playa de Kalia: 418 metros por debajo del nivel del mar.
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