Hablar de Roma supone, inevitablemente, atravesar un jardín minado de tópicos. La ciudad eterna, la ciudad de la historia, del arte, de la belleza… El problema es que todos son ciertos. ¡Demonios, qué ciudad! No me atrevo a definirla, sólo sé que me encuentro a gusto en ella, que todo me resulta familiar. De hecho somos todavía sus hijos y de alguna manera es como ir a visitar la familia. Para saludar a los abuelos (o a los tatarabuelos si se quiere), una buena propuesta es el museo Palazzo Massimo alle Terme.
No sé si es el mejor, el más completo o el más recomendable, pero mi primer contacto con este museo me dejó profundamente impresionado. Se trataba de una visita por puro placer, sin la responsabilidad de ningún encargo profesional y disfruté como un niño haciendo fotos. No tenía la obligación ni de ser creativo, ni objetivo, ni sorprendente y me entregué a fotografiar la piezas que me gustaban. Y ya está. Por cierto, aunque no permiten utilizar trípode, no ponen ningún impedimento para que la gente fotografíe las piezas.
No sé si fue esa libertad o el ir acompañado por los creadores del festival cultural Tarraco Viva, pero el caso es que pocas veces me he sentido tan cerca de mis antepasados clásicos. Ya se sabe, la familia…
Hola Rafael,
Si te ha gustado Palazzo Massimo alle Terme te aconsejo ir la próxima vez a la Centrale Montemartini, es un museo muy interesante. Entrar allí es como empezar un viaje no sólo por la arqueología clásica sino también por la arqueología industrial de la primera central termoeléctrica publica de Roma.
Un saludo
Muchas gracias. Me lo apunto.