Hemos viajado por el norte del Estado Federal de Mecklemburgo-Pomerania Occidental, por la zona que se asoma al Báltico y que tiene su historia, cultura y gastronomía estrechamente vinculadas al mar. También destacan varios espacios naturales de gran valor ecológico y fundamentales en el flujo migratorio de aves como las grullas. Te contamos qué es lo que más nos ha gustado.
Pasear por la capital
Schwerin no es la ciudad más grande de Mecklemburgo-Pomerania Occidental, sino Rostock, pero es la capital del Estado por su papel en el pasado como residencia de los duques de Mecklemburgo. Desde los 117 metros de altura de la torre de la Catedral, vemos que la ciudad está parcheada por lagos; si pudiéramos subir aún más arriba comprobaríamos que son una docena. El agua ha marcado la orografía de Schwerin, hasta el punto que algunos de sus principales atractivos, como el castillo, están en una isla conectada por puentes. Tras bajar de la torre y cruzar la animada plaza del Mercado (Marktplatz), caminamos hasta Schelfstadt, el barrio que concentra el mayor número de pequeñas casas de entramado, pintadas con vivos colores. Muchos de los lagos están rodeados de zonas boscosas o de jardines. Una buena opción es alquilar una bicicleta para recorrerlos, el hecho de que el desnivel sea casi inexistente hace que sea muy agradable pedalear en esos espacios verdes.
Conocer la historia de las ciudades hanseáticas
Hacia el siglo XIII, en el mar Báltico se desarrollaba una bulliciosa actividad comercial. Y si había dinero, había piratas. Este hecho, además de intereses comunes para el desarrollo de sus actividades, propició la agrupación de varias ciudades del norte de Alemania dando lugar a la Liga Hanseática. Una de ellas fue Stralsund. Su centro histórico —junto con el de Wismar— está declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y es muy agradable para recorrerlo a pie, las distancias son muy cortas. Los edificios más significativos son los de estilo arquitectónico gótico báltico, también conocido como gótico de ladrillos, como el Ayuntamiento, la iglesia de Santa María y la casa de Wulflam, todos en la plaza del Mercado Viejo (Alter Markt). Corría el siglo XIV y la tendencia en toda Europa era levantar edificios de enormes bloques de piedra. Pero en Stralsund se optó por el ladrillo por una razón muy sencilla: la piedra escaseaba en toda la zona del Báltico. En la fachada del Ayuntamiento podemos ver los escudos de armas de las ocho ciudades alemanas que pertenecían a la Liga cuando fue construido.
Inmersión en los mares
Sin salir todavía de Stralsund, hay otra visita que merece mucho la pena. La historia de la ciudad, así como la de toda la costa nororiental de Alemania, está marcada por la influencia directa del Báltico y la indirecta de otros mares. Para conocer un poco más de ese pasado, entramos en Ozeaneum. El moderno edificio, obra del estudio alemán de arquitectura Behnisch and Partners, tiene zonas dedicadas al mar del Norte, al Báltico, al océano Atlántico y al océano Ártico. El museo nos propone un viaje submarino en el que pasamos por exhibiciones tan interesantes como la de los Gigantes de los Mares o la que habla de la investigación y el uso del medio marítimo, para concienciar sobre los principales problemas que le afectan. En los acuarios podemos ver algunas de las especies más representativas de cada uno de los mares. Al salir, conviene echar un vistazo al frente marítimo y el encaje de la arquitectura de vanguardia entre el clásico ladrillo de Stralsund.
Recorrer castillos y palacios
El pasado ducal de Mecklemburgo ha dejado el norte de la región salpicado de castillos, palacios y pabellones de caza. El centro de poder y residencia principal de los duques estaba en el castillo de Schwerin, una de las obras más importantes del historicismo romántico europeo. En el interior destaca el salón principal, con columnas de mármol de Carrara, y la habitación de las Flores, con vistas al jardín y al lago Schweriner. El exterior está circundado por una gran zona ajardinada, decorada con fuentes y estatuas del escultor Balthasar Permoser, desde la que se tiene una de las mejores vistas del monumento. Los duques tuvieron otras residencias, empleadas como lugar de vacaciones, como escapada para ir de cacería o para sus asuntos de faldas. El palacio Ludwigslust fue un capricho del príncipe Luis, que primero se hizo construir un pabellón de caza en un pequeño pueblo llamado Klenow y más tarde, una vez asumido el poder, convirtió a Ludwigslust en la capital del ducado y mandó edificar el palacio que ha llegado hasta nuestros días. Está rodeado de un precioso bosque.
Ir tras las huellas de un pintor
Greifswald es la localidad natal de Caspar David Friedrich, el más importante de los pintores románticos alemanes. El recorrido tras la vida del artista debe empezar en el centro de interpretación Caspar David Friedrich Zentrum. Cuando en el año 1998 se creó la sociedad que lleva su nombre, se creyó necesario abrir un espacio para honrar su memoria. El lugar escogido no pudo ser más idóneo, en la réplica de su casa natal, construida en 1903 tras un incendio que asoló la casa familiar original. La visita del museo del Puerto resulta interesante en tanto que las escenas marinas y de barcos ejercieron una gran influencia en la vida del pintor. Para ver algunas de las obras maestras de Friedrich hay que ir al museo de Pomerania, con siete cuadros colgados de sus paredes, entre ellos el de la vista de Neubrandenburg. Al salir del museo, las señales nos llevarán hasta la estatua homenaje situada en una discreta plaza.
Asomarnos a los acantilados blancos
Probablemente, la de los acantilados de tiza en la isla de Rügen es la imagen más reconocida de esta parte de Alemania. Se puede llegar de dos maneras, en vehículo hasta el centro de interpretación Königsstuhl o atravesando a pie el Parque Nacional Jasmund, que tiene una de sus entradas a un par de kilómetros de la localidad de Sassnitz. Por supuesto, escogimos la segunda opción. Caminando por el impresionante hayedo del parque tenemos varios senderos que bajan hasta la playa que hay al pie de los acantilados, una estrecha franja poblada de cantos rodados, guijarros y pedazos de tiza que, por efectos de la erosión, han caído hasta la orilla del mar. Los acantilados son especialmente hermosos al amanecer, cuando la luz cálida muda la predominante tonalidad blanca que tendrán durante el resto del día, cuando el sol se eleva. El paisaje ha inspirado a numerosos artistas: poetas, filósofos o pintores como Caspar David Friedrich, que plasmó los acantilados en uno de sus cuadros más conocidos.
Observar el vuelo de las grullas
La grulla es una de las aves más elegantes, símbolo de honor y lealtad en algunas culturas. Es monógama, fiel a su pareja durante toda la vida, a la que corteja de nuevo al llegar cada primavera. Es un espectáculo verlas en cualquier época del año, especialmente durante esos días del cortejo cuando ejecutan su vistosa danza; pero también cuando cada tarde, volando en forma de uve, regresan a los lugares donde pasarán la noche, agrupadas a salvo de depredadores tras pasar el día comiendo en los campos de cultivo cercanos. El norte de Alemania es una de las zonas más importantes de Europa en el camino migratorio de estas aves, cuando en otoño se reúnen hasta 70.000 en la zona del Parque Nacional de la Laguna de Pomerania Occidental. Hay un centro de interpretación, en Gross Mohrdorf, donde podemos recoger la información necesaria y saber dónde están los observatorios. El más importante de los puntos de observación es el Kranorama, en el lago Günzer. También dan la posibilidad, para los más interesados en fotografiarlas, de alquilar unos hides en el que las grullas llegan a pocos metros de distancia. Es sin duda, el atractivo más importante de Zingst, prueba de ello es que encontramos hoteles, restaurantes y otros tipos de negocio con el nombre “de las grullas”.
Ver ciervos en la playa
La mayor parte de la península Fischland-Darss-Zingst está dentro de la zona protegida por el Parque Nacional de la Laguna de Pomerania Occidental. El litoral de Darsser Ort y de Pramort está formado por un sistema dunar de gran valor ecológico, un paisaje prístino que muestra cómo debió ser en el pasado todo el litoral europeo. Al caer la tarde, es fácil ver pequeños grupos de ciervos llegar hasta la playa o caminando sobre las dunas; también, en época de berrea —durante los primeros días de otoño—, los vemos cruzando por zonas inundadas para llegar a áreas abiertas. En uno de nuestros paseos, desde las mismas pasarelas de madera que recorren el parque, vimos asomar entre la vegetación una poderosa cornamenta, la de un gran ciervo macho seguido por varias hembras. También abundan los jabalíes y algunos confiados zorros.
Caminar por Lewitz
En una de las pequeñas carreteras secundarias que recorren la zona, nos esperaba el ranger y guía Ralph Ottmann. Con él visitamos el paisaje protegido de Lewitz, un espacio donde se alternan pequeñas manchas forestales y tierras de cultivo, pastos, prados húmedos, setos, canales y estanques artificiales dedicados a la piscicultura, especialmente a la cría de carpas. Hasta finales del siglo XVII, está zona estaba totalmente cubierta de masa forestal —como la inmensa mayoría de Europa central—, hasta que la aparición de la industria del hierro acabó con el bosque, bien para producir carbón o para extraer madera, materiales empleados como combustible en las fundiciones. Más adelante, en el siglo XVIII, con las modificaciones que sufrieron los cursos de los ríos Stör y Elde, la zona de Lewitz empezó a parecerse a lo que hoy conocemos. Actualmente es posible encontrar, en algunas de las pequeñas masas forestales que sobrevivieron, ejemplares de hayas, robles y álamos de gran tamaño donde habitan varias especies de pájaros carpinteros. Por la variedad de hábitats que encontramos, se pueden observar diferentes especies de aves. En época de cría es posible observar rapaces espectaculares, como el águila pescadora o el pigargo europeo, de característica cola corta y blanca acabada en forma de cuña. Además de diversas especies de anátidas, ardeidas o paseriformes, como el pájaro-moscón europeo.
En otoño e invierno es cuando se pone de manifiesto la importancia de este espacio con la llegada de miles de cisnes, gansos y patos de varias especies procedentes del norte del continente. Una de las experiencias más recomendables es subir la torre de observación que hay en el puente Dütschower para ver y escuchar a los numerosos bandos que forman estas aves y que cubren el cielo cada atardecer.
Ir de puerta en puerta
Aunque el presente de Zingst está poco ligado al mar, ya que apenas quedan un par de pescadores en activo, la actividad pesquera y marítima todavía está en el recuerdo de muchos de sus habitantes. En las largas jornadas en el mar, era fácil que llegaran horas de aburrimiento. Los pescadores mataban esas horas tallando y pintando con vivos colores las puertas de sus casas, generalmente con motivos relacionados con su actividad: faros, barcos o el sol. También estaban entre los motivos preferidos los vegetales como flores y plantas. En la oficina de turismo de Prerow tienen un mapa que permite recorrer las calles en busca de esas puertas, hechas entre finales del siglo XVIII y las últimas décadas del siglo pasado. Otra de las particularidades de la arquitectura de la zona son los tejados construidos con carrizo. Antiguamente, este tipo de cubierta señalaba las casas más pobres. Hoy es justo lo contrario, los bolsillos con posibles son los que se permiten rematar así sus casas.
Comer un fischbröchten
La gastronomía de la región es muy variada, con lógica presencia en sus mesas del buen producto del mar y con algunos restaurantes que tienen en su haber las codiciadas estrellas de la guía Michelin. Pero nosotros encontramos el placer gastronómico en un pequeño y sencillo bocado: el fischbrötchen o bollo de pescado, un bocadillo típico del Norte de Alemania. Los pescados que se utilizan con más frecuencia para su preparación son arenque, caballa, salmón y camarones, que se acompañan con cebolla, ensalada y algún tipo de encurtido, generalmente pepinillo. Otra de las maneras en que encontramos el pescado es en rollmops, unos filetes de arenque marinado en vinagre enrollados con pepinillo. En el puerto de Zingst hay amarrado un barco donde sirven algunos de los más deliciosos.
Una sauna y un baño en el lago
Todo viaje requiere sus momentos de pausa. El nuestro llegó por sorpresa. Estaba anocheciendo cuando hicimos el check-in en el hotel Best Western Seehotel Frankenhorst, junto al lago Ziegel, cerca de Schwerin. Al entregarnos la llave, la chica de recepción nos dijo que podíamos hacer uso de la sauna del lago. Pese a que ya había oscurecido entramos en la pequeña sauna ubicada en el interior de una casa de madera sobre el mismo lago. Para hacer el proceso de manera adecuada, tras los primeros quince minutos de sauna, no dudamos en darnos un baño en el lago. Fue un momento muy especial, con las primeras estrellas poblando el cielo.
CÓMO LLEGAR. La mejor opción para llegar hasta Mecklemburgo-Pomerania Occidental es volar hasta la ciudad de Hamburgo. Vueling tiene vuelos a la ciudad alemana desde numerosas ciudades españoles, ya sea en vuelos directos o a través de Barcelona, a precios muy interesantes. Ahora mismo, por ejemplo, se pueden encontrar vuelos desde 24,99 euros por trayecto en su tarifa Basic y desde 44,99 en la Optima, que permite escoger asiento y facturar una maleta. Para más información, visita la página de Vueling.
MOVERSE. Para recorrer Mecklemburgo-Pomerania Occidental recomendamos alquilar un coche en el aeropuerto de Hamburgo para tener la comodidad de hacer la ruta a nuestro ritmo y detenernos cada vez que veamos algún punto de interés. Nosotros utilizamos los servicios de SIXT, que suele tener precios más competitivos que los de otras compañías de alquiler de vehículos. Como había disponibilidad, nos entregaron un coche con un maletero grande y navegador. Los trámites de recogida y entrega del vehículo fueron bastante ágiles. Para más información, condiciones y precios puedes consultar la web de Sixt.
DÓNDE DORMIR. Durante el viaje nos hemos alojado en hoteles de diferentes tipos, algunos en entornos más urbanos y otros rodeados de naturaleza. Hay dos que queremos destacar: por su ubicación el Best Western Seehotel Frankenhorst, mencionado en el punto de la sauna, y por su singularidad el Wasserferienwelt im Jaich, en la localidad de Putbus, isla de Rügen. Dispone de varios tipos de alojamiento, entre ellos apartamentos bien equipados, pero nos llamaron la atención las casas flotantes sobre el lago, unas modernas construcciones que imitan a las antiguas casas de pescadores, con espacios entre los 49 y los 72 metros cuadrados.
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