Era una mañana de otoño. El sol todavía no había cruzado la línea de un horizonte que, en aquel paraje, adoptaba los perfiles de la cordillera alpina. La niebla formaba un manto estrecho suspendido sobre los prados. Al final de un camino flanqueado por árboles de hojas rojizas asomaba la pequeña Murnau.
Wassily Kandisnky pintó esta escena al óleo en 1908. Lo hizo a su modo, a grandes pinceladas y dándole prioridad al azul sobre el resto de colores. Aquel óleo pasaría a la historia con el nombre de Herbst in Murnau y no sería una de sus obras maestras. Sí lo fueron en cambio otros que pintó en esta localidad, como Murnau, Häuser am Obermarkt que, por cierto, hoy pertenece a la colección del Thyssen-Bornemisza, en Madrid.
Durante los años en que vivió en Murnau, el artista de origen ruso y su compañera —la también pintora Grabiele Münter— recorrieron la población y su entorno cargados con caballetes, lienzos y paletas. Fue una época de profunda reflexión sobre el color y la forma de los elementos del paisaje que culminaría con la creación del movimiento artístico Der Blaue Reiter (El Jinete Azul), considerado el precursor del Expresionismo Alemán. En palabras del propio Kandinsky: “The deeper the blue becomes, the more strongly it calls man towards the infinite, awakening in him a desire for the pure and, finally, for the supernatural…” *
Hoy, esta encantadora localidad bávara se rinde a los pies de los artistas que la pusieron en el mapa. Las pinturas de Kandisky y Münter pueden reconocerse en diversos enclaves de Murnau, como el cementerio o el castillo, que poco han cambiado desde que fueran inmortalizados. En este último, además, se exhiben algunos de los paisajes de los miembros del movimiento Der Blaue Reiter, entre los que se contaban los propios Kandisky y Münter, además de Franz Marc, Alexej Jawlensky o Marianne von Werefkin. También podemos visitar Das Münter Haus, la excéntrica residencia en la que vivió la pareja y desde cuya ventana pintaron tantas y tan multicolores panorámicas.
Si Murnau fue musa de artistas, no lo fueron menos los paisajes que rodean la localidad. Esta región, que ha sido bautizada como Das Blaue Land (La Tierra Azul), es una popular vía de escape dominical para los habitantes de la cercana Munich.
Los lagos Staffel, Rieg y Froschhauser siguen atrayendo a un público ávido de pescar en sus aguas, tomar el sol , simplemente dedicarse a la contemplación del entorno natural. Poco ha cambiado desde que Münter pintara aquellas damas de la alta sociedad alemana remando en el lago o departiendo tumbadas en el césped. Damas que ahora no llevan pamela. También al óleo y en colores que no corresponden a la realidad se plasmaron los paisajes de los vecinos humedales de Murnauer Moos, una de las áreas cenagosas más extensas de Europa. Esta reserva natural puede recorrerse a pie, en bicicleta o a caballo, y son muchos los que vienen hasta aquí para observar una extraordinaria biodiversidad difícil de encontrar en otros lugares. Entre sus mayores activos se cuenta la presencia de más de 160 especies amenazadas según la Lista Roja de la IUCN, como la orquídea Liparis loeselii o la iridácea Iris sibirica, y aves como el pico dorsiblanco (Dendrocopos leucotos) o el guión de codornices (Crex crex).
* Cuanto más profundo se vuelve el color azul, más fuerte llama al hombre hacia el infinito, despertando en él un deseo de lo puro y, por último, por lo sobrenatural…
Texto: Kris Ubach / Fotos: Kris Ubach y Rafa Pérez
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